Editorial 3224
Uribe, Santos, Pastrana, Gaviria y Duque, en alianza maquiavélica y unidos en defensa de sus privilegios, se han lanzado en contra del proceso constituyente. Se les nota el nerviosismo, sienten que el pueblo crece en conciencia, organización y lucha.
No fue el presidente Gustavo Petro quien los unió, ellos han estado unidos históricamente por su condición de clase explotadora, de clase que ha usufructuado el poder solo para ella. Todos los miembros de la élite, expresidente o empresarios, aun sin charreteras políticas, defienden unidos y a ultranza los contenidos de la Constitución que son el soporte de su poder político y económico. En ese objetivo siempre y para siempre estarán unidos.
¿La razón? Si no lo hacen, su poder, el sostén que les permite mantener sometido al pueblo se debilita y queda sometido al vaivén e inestabilidad de las distintas coyunturas políticas y al potencial transformador del pueblo consciente y organizado.
En síntesis, lo que ha planteado el presidente Petro es que “En mi opinión le corresponde ya al pueblo, al poder constituyente del pueblo el hacerlo. También esta en discusión cuál puede ser el medio para hacerlo: Una asamblea constituyente solo es un medio de varios para expresar el poder constituyente. El papel histórico del Congreso hoy es tramitar su convocatoria. Si no, el poder constituyente tarde que temprano lo hará”.
Además, con el análisis y la propuesta del excanciller Leyva Duran de que el Acuerdo de Paz firmado con las extintas Farc en 2016, como acuerdo de Estado, aportaría un marco para convocar una Asamblea Nacional Constituyente, el nerviosismo ya no fue solo de los expresidentes sino también de los enemigos más reaccionarios de la paz, quienes se lucran de la guerra y han amasado fortunas con la sangre de nuestro pueblo.
A partir de esta afirmación se presentan como víctimas, hablan de que “la democracia está en peligro”, los militares en retiro llaman a las Fuerzas Militares a estar alertas para “defender la Constitución y las instituciones”, el ex negociador De La Calle dice que “esto es una cosa de locos” y Duque afirma que “la Constituyente será usada para perpetuarse en el poder”. Puro nerviosismo. Se sienten vulnerables y perdidos frente a la fuerza del cambio. Y claro, toda élite nerviosa siempre busca la salida de fuerza o, en este caso, la salida del golpe blando.
En esta situación los dirigentes políticos tradicionales, empresarios y algunos intelectuales de esa misma clase simulan ignorar la historia de los países y pueblos. El presidente Petro simplemente y sin estridencias se la está recordando: Cuando la clase dominante cree que está llamada a explotar de manera inmisericorde y para siempre, el pueblo asume su poder constituyente y decide imponer otra institucionalidad y asumir directamente el poder político. Esa es la historia hasta ahora conocida y sabiamente recordada, analizada y sabiamente trasmitida a todos los pueblos. Lo demás es bazofia trasmitida por líderes decadentes y sus medios.
Mas allá de la voluntad de algunos expresidentes, el poder popular se fortalece, crece y construye caminos de unidad en un proceso constituyente que poco a poco se ha ido metiendo en la conciencia y el corazón de los y las colombianas.