Alejandra Cano
No deja de sorprender que una mujer que aspira a la presidencia no hable de su programa de gobierno como algo que implique desarrollo y mejores condiciones de vida para la población más vulnerable, sino que prometa represión. No se gobierna mejor por ser mujer, cuando el machismo y la violencia hacen nido en la conciencia.
Es el caso de Paloma Valencia, senadora del Centro Democrático, quien, en días pasados, en una entrevista, afirmó que si llegase a la presidencia entraría por la fuerza a Venezuela a capturar a los exjefes de las Farc que se rearmaron y los extraditaría a Estados Unidos. Su prepotencia, característica de miembros del CD, no la deja pensar que es ilegal entrar, como Pedro por su casa, a un país vecino y violar su soberanía.
Esta arbitrariedad de pretender pasar por encima de los derechos fundamentales de las personas es una característica propia de los regímenes dictatoriales. ¿Acaso seguiremos pretendiendo que vivimos en una democracia?, cuando es claro que esta forma de gobierno viene siendo, desde hace tiempo, una dictadura solapada.
“Hagan silencio o los callamos”, ordena con su voz de capataz el líder del CD, que ha sembrado el terror en este país desde antes del nuevo milenio. “Los callamos”, como se calla en una dictadura a las y los líderes sociales, como se calla a un partido político de izquierda como la Unión Patriótica.
“Los callamos”, como callaron en Chile, durante la dictadura de Pinochet, en el estadio que ahora lleva su nombre, al hombre que por medio de su canto apelaba por el derecho de vivir en paz: Víctor Jara. Los hechos ocurrieron hace 46 años un 16 de septiembre de 1973. El crimen fue cometido cinco días luego del golpe de Estado de 1973. El 11 de septiembre de 1973 el Ejército de Chile estableció una máquina de muerte contra su pueblo. Entre las principales víctimas de la persecución, que dejó una estela de muertos, miembros de la oposición, estuvo el símbolo de la Nueva Canción Chilena y de la cultura popular.
“Los callamos” como la Noche de los lápices en Argentina. Hecho reconocido como uno de los más terribles actos de represión de la última dictadura cívico militar argentina durante los años 1976 a 1983, debido a que los desaparecidos eran estudiantes de secundaria menores de 18 años, que, en su mayoría, fueron torturados antes de ser asesinados. Los jóvenes estaban señalados por la dictadura como “subversivos” y “delincuentes” debido a su militancia en el movimiento estudiantil. Hace 44 años, un 16 de septiembre ocurrió el siniestro.
“Los callamos”, con un septiembre negro para los docentes que piden condiciones dignas de trabajo y con represión policial en las universidades de Colombia.