Los gobiernos, las organizaciones regionales y las agencias internacionales no han logrado encontrar políticas efectivas para resolver las crecientes oleadas de migrantes ilegales, incluidas las caravanas que llegan a las fronteras y el progresivo número de ellos que reside ilegalmente
Ricardo Arenales
Cada día, cuatro mil personas, la mayoría venezolanos, pero también de otros países del continente, cruzan la frontera entre Colombia y Panamá, conocida como Tapón del Darién, en busca de un sueño. Somos el país de la belleza, pero ese sueño que buscan estos migrantes no es Colombia. Su mirada está fija en el extremo norte del mapa, donde ilusos piensan que está el paraíso.
Ese Tapón, es una franja de selva profunda de 266 kilómetros de extensión, que marca la frontera entre nuestro país y Panamá, ese decir, también la frontera entre Centroamérica y América del Sur. El flujo de migrantes es de dimensiones colosales y detrás de este fenómeno se nueve una industria, tan próspera como tenebrosa, de traficantes de personas, de drogas, de menores, de prostitución y de muerte.
Se trata de una lucrativa industria que se mueve a costa de quienes, desesperados, buscan llegar a los Estados Unidos, en busca de un empleo, así sea el más denigrante, que en todo caso alivie su precaria situación económica. Por eso mismo, esos kilómetros de selva inhóspita, dan fe de una de las crisis políticas y humanitarias más apremiantes del continente.
Desafío global
En 2022 unas 250 mil personas cruzaron la selva del Darién. Este año la cifra superó ya las 360 mil personas. El trayecto en lancha para llegar a la selva le cuesta 40 dólares a cada inmigrante. Hay que pagar 100 dólares adicionales para que alguien cargue la mochila con los aperos del viajero. Otros diez dólares para un plato de arroz y quizá algo de pollo. El negocio es en extremo lucrativo.
Para Richard Verma, subsecretario de Estado de los Estados Unidos, quien el pasado mes visitó Colombia, el problema de los migrantes constituye un desafío global, si se tiene en cuenta que en la actualidad en el mundo hay más de 100 millones de personas desplazadas, de las cuales hay 20 millones en movimiento en el hemisferio occidental y hay una variedad de razones que motivan tan alta movilidad. Por esta razón, tiene la convicción de que el problema de los migrantes jamás lo podrá resolver un solo país y es por consiguiente asunto de todas las naciones expulsoras de migrantes.
Joseph Chamie, demógrafo, consultor independiente y exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas, va más allá en la valoración del tema y no duda en afirmar que “la inmigración ilegal es una crisis del siglo XXI que empeorará con las consecuencias del cambio climático”.
Gobiernos incapaces
Se trata de un factor de inestabilidad social que se suma a la pobreza, los conflictos civiles y la violencia, el aumento de las altas temperaturas, las sequías generalizadas, las frecuentes inundaciones y el aumento del nivel del mar, que están dejando inhabitables algunas partes del mundo. El resultado será una inestabilidad del clima y millones de personas probablemente migren para sobrevivir, asegura el experto.
Desafortunadamente, los gobiernos, las organizaciones regionales y las agencias internacionales no han logrado encontrar respuestas sensatas o políticas efectivas para abordar las crecientes oleadas de migrantes ilegales, incluidas las caravanas que llegan a las fronteras y el progresivo número de migrantes que residen ilegalmente.
El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, negociado recientemente, por ejemplo, ha hecho relativamente poco para asumir el tema de la migración ilegal. Se ha reducido a fijar vallas, barreras, cerrar fronteras, rechazos y declaraciones oficiales, y los gobiernos parecen estar mal preparados para lidiar con el abultado número de personas que cruzan ilegalmente sus fronteras.
Transmisión en directo
En las próximas décadas, la migración relacionada con el clima se convertirá en un desafío aún más crítico. Expertos en el clima señalan que, si se suman los efectos de la tragedia climática, los migrantes por esta razón son 300 millones y no cien, como señala Verma.
El pasado 28 desde septiembre, durante una visita al paso fronterizo de Eagle Pass, Texas, uno de los puntos vecinos a México que vive un flujo migratorio continuo y masivo hacia Estados Unidos, el magnate Elon Musk se preguntó: “¿Por qué a tantos políticos estadounidenses de ambos partidos les importa cien veces más la frontera de Ucrania que la frontera de Estados Unidos?”.
Como propietario de X (antes Twitter), aprovechó la plataforma para emitir en directo desde el lugar presentando una visión sobre el tema.
“Como inmigrante, tomo una postura extremadamente proinmigrante. Y creo que necesitamos un sistema de migración más amplio, para que cualquiera que sea trabajador, honesto y pueda contribuir al país pueda ingresar legalmente”, precisó Musk en ese momento.
¿Qué reforma?
De alguna manera, el magnate, con su indiscutible influencia, pone sobre la mesa el tema de la reforma migratoria.
En el caso colombiano, a raíz del drama cotidiano que se vive en la región del Darién, se encuentra vigente el Estatuto Temporal de Protección, ETP, que es visto como un referente global de política migratoria. Que mira a la frontera con Panamá, pero atiende fundamentalmente la regulación de la presencia de miles de migrantes venezolanos que permanecen en el país, aspiran a hacer de Colombia su residencia y a encontrar atención médica y un empleo.
Según datos suministrados por Migración Colombia, entre comienzos de 2021 y la misma época de 2022, la población venezolana en Colombia pasó de 1.7 millones de personas, a 2.4 millones. Esa proyección estima que ya para este momento, habría al menos tres millones de venezolanos con vocación de permanencia en Colombia.
Una reforma proinmigrante
Por tratarse de un problema global, la solución debe ser global. Los expertos dicen que la reforma migratoria que se requiere, debe ser una reforma proinmigrante. Que evite el drama inhumano de estar transportando a los inmigrantes de un lado a otro, hacinados en camiones como animales.
Que evite el desastre de obligar a miles de personas a permanecer amontonadas en un sitio predeterminado, esperando por días, meses, que sus peticiones de asilo sean atendidas. Una reforma amplia y visionaria, que traiga beneficios en cuanto a la seguridad nacional y la economía en general en todo su conjunto, incluyendo desde luego a “los sin papeles”.
Una reforma que contemple la clausura de los centros de detención, a menudo convertidos en centros de tortura, donde cotidianamente se golpea, se deja morir y se abusa sexualmente de los migrantes detenidos.