Las mujeres del jazz: Resistencia y emancipación

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Billie Holiday.

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos 

Los días 22 y 23 de septiembre el Parque Metropolitano El Country abrirá sus puertas para una nueva edición de Jazz al Parque, el festival gratuito más importante del jazz en Colombia y una de las propuestas culturales más importantes de la ciudad.

En total serán dieciséis agrupaciones distritales, nacionales e internacionales, donde se destaca la participación de las mujeres del jazz, con seis agrupaciones lideradas por el talento femenino: Esther Rojas, Victoria Sur y la agrupación Zazous, representando el talento colombiano, como las internacionales Dayme Aracena (Cuba), René Marie (EE.UU.) y Jane Bunnet & Maqueque (Canadá), agrupación encargada de cerrar Jazz al Parque.

Precisamente es la orientación que en esta oportunidad ha tomado el festival, la que nos permite dedicar las líneas del presente artículo al lugar histórico que tuvieron las mujeres en la configuración del jazz como expresión artística del mundo occidental y su valor sociocultural en la historia de las resistencias por la emancipación femenina.

Del arrabal a la liberación

En 1939 vio la luz el libro Jazzmen, la primera publicación basada en investigación sobre la historia de la música estadounidense. Sus autores, Frederic Ramsey y Charles Edward Smith, este último, crítico musical en el diario comunista Daily Worker, establecían la versión de que el jazz había subido por el río Misisipi desde Storyville.

Un relato del primitivo género como música creada en los arrabales de New Orleans, específicamente en el distrito marginal de Storyville, donde la prostitución, el juego y los establecimientos nocturnos daban motor a los nuevos sonidos, que con la diáspora masiva desde el sur iniciando el siglo XX., migraban con la música, el símbolo y la causa de la población negra: el jazz.

Nueve años después, específicamente en 1948, Elizabeth Gurley Flynn en artículo sobre el significado del Día Internacional de las Mujeres publicado en la revista comunista Political Affairs identificaba un triple cruce de opresiones para las mujeres negras: “Todo obstáculo y toda desigualdad que se levantan contras las mujeres blancas estadounidenses es mil veces más grave respecto a las mujeres de la comunidad negra, ya que éstas sufren una triple explotación: Como negras, como trabajadoras y como mujeres”.

Las dos referencias, parten de reflexiones que emergían de una transición histórica en los Estados Unidos: la Gran Depresión, el New Deal, el auge de radicalismo de izquierda, representado en el Partido Comunista, y la segunda guerra mundial. El descubrimiento del jazz, gracias en parte a la intelectualidad radical que se entregaba de manera apasionada a la causa conjunta de la población negra como fenómeno anticomercial, antirracista, proletario-populista, coincidía con la política de reconocer la centralidad del racismo en la sociedad norteamericana, lo que derivó en una teoría de la liberación negra, y muchos años más tarde, en un itinerario de activismos alrededor de la lucha global contra el racismo, que hoy puede considerarse las bases del black-feminism estadounidense.

Jazz y emancipación de las mujeres negras, siempre fueron de la mano.

Blues, swing y matriarcas negras

La combinación ocio y diversión de las masas urbanas en los arrabales cosmopolitas del norte de Estados Unidos se entretejía con el posicionamiento del radio y el fonógrafo. Los sonidos jazzísticos, como expresión artística plebeya del sur negro, eran aprobados en los clubes nocturnos del norte como música de baile, revolucionado las convenciones aristocráticas heredadas del siglo XIX.

El primitivo jazz de New Orleans se transformaba en sonidos blues del early jazz que configuraron la edad de oro entre 1920 y el estallido de la Gran Depresión. A los nombres de Louis Armstrong y Sidney Bechet, emergían figuras como la “madre del blues” Ma Rainey y la “emperatriz del blues” Bessie Smith, ambas migrantes de territorios marginales de población negra en estados sureños profundamente racistas. I used to be your sweet mama, canción de Smith, narra por un lado el maltrato de un hombre sobre su pareja condenada al trabajo doméstico y por otro la posición digna de la mujer negra que dice basta.

La edad de oro del jazz se vino a pique gracias a la eclosión social que produjo la crisis de 1928. Sin embargo desde mediados de la década del 30, el jazz hot popularizado con el nombre de Swing, conquistó el periodo del New Deal especialmente en la ciudad de Nueva York con el lenguaje musical de la gran orquesta, fusión del blues rural con el jam session o arte de la improvisación.

Junto a los máximos portaestandartes del Swing, Duke Ellington y Count Basie, sobresalían las tres voces más importantes del jazz en la historia: Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald y Billie Holiday, mujeres negras hijas de la migración del norte de los Estados Unidos que habían crecido bajo condiciones de pobreza y opresión. Las tres artistas tuvieron que adaptarse a las orquestas y seguir una extensa carrera que vio resplandecer sus carreras de solistas hasta el ocaso del Swing.

Strange fruit, poema contra los linchamientos de la población negra en los territorios del racismo sureño, se convirtió en himno por la emancipación social del pueblo negro gracias a la voz áspera, sensual e insoportable de Billie Holiday.

Parricidio, vanguardias y radicalismo

Con el fin de la segunda guerra mundial y con la decadencia del Swing, el jazz regresaba al arrabal, al gueto. El be-bop como nueva vanguardia del jazz, con Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Thelonious Monk como sus máximos representantes, mostraba poco interés por conquistar públicos mayoritarios.

La música pop encontró en el country pero especialmente en el rock and roll un nuevo momento de auge en los sonidos norteamericanos, encontrando una versión simplificada del otrora atractivo jazz: ritmo, voz identificable y espontaneidad musical.

“En algún momento del decenio de 1950 la música popular estadounidense cometió parricidio. El rock asesinó el jazz” nos recuerda el historiador Eric Hobsbawm. El aislamiento rencoroso y paupérrimo del jazz, se vio reflejado en la caída de la escena en Nueva York y la progresiva migración de artistas a Europa.

Los decenios oscuros del jazz paradójicamente estimularon cambios en las nuevas vanguardias agrupadas en el free jazz, como la recepción externa de nuevas influencias por fuera del mundo norteamericano, el deseo inusitado por reivindicar la tradición jazzística, y la configuración de un jazz radical y políticamente negro.

Las voces femeninas de Carmen McRae, Betty Carter, Abbey Lincoln, Aretha “lady soul” Franklin y de la pianista Nina Simone, sintonizaron el nuevo momento de la música negra norteamericana: jazz, blues, soul y góspel, con el movimiento por los derechos civiles en los años sesenta. Música para la protesta, la manifestación popular y la celebración colectiva, bajo la batuta de mujeres negras empoderadas en las causas de la liberación del pueblo negro, de la emancipación feminista.

Anónimas

Tal y como lo plantea Ángela Davis, en la época de la esclavitud, las mujeres defendieron la necesidad de confrontarla a partir de una resistencia más sutil que las revueltas, fugas, sabotajes, “consistía en aprender a leer, escribir y cantar clandestinamente”. En el caso de las mujeres negras, sus voces se convirtieron en la herramienta musical, ya que se les tenía prohibido el acceso a instrumentos como al conocimiento artístico.

Esta huella imborrable plantea una asimetría en la historia del jazz: el lugar protagónico de las mujeres estuvo condenado exclusivamente a la seducción del canto.

Sin embargo, aunque anónimas hoy en la historiografía, varias mujeres jazzistas contribuyeron en el desarrollo de este arte como expositoras de instrumentos clásicos del jazz. En la edad de oro, pianistas como Billie Pierce, Dolly Adams, Jeanette Salvan Kimbala, Edna Thomas, Lovie Austin, Alberta Simmons, Mazie Mullins y Lil Hardin, la saxofonista Irma Young, las contrabajistas Thelma Terry y Sophie Tucker, no solo cautivaron a los públicos con su destreza, sino que contribuyeron al impactante crecimiento musical que vivía por esos momentos el early jazz. Incluso Tucker se le conoce como la primera mujer que dirigió una banda de hombres.

Con la llegada del Swing y las grandes orquestas, tres propuestas femeninas se posicionaron en el circuito del jazz: Lil Hardin`s All-Girl Band, la Harlem Playgirls y la Dixie Sweethearts, esta última dirigida por la famosa directora musical Mayme Lacy. Los 30´s no solo vieron emerger a las mejores voces del jazz, sino que posicionaron el lugar de las mujeres como prolijas instrumentistas.

Con la crisis del jazz posguerra, que estuvo acompañada del regreso de los hombres provenientes del campo de batalla, el lugar de las voces como de artistas mujeres fue decreciendo. Esto no impidio que talentos femeninos en el piano destacasen como el de Barbara Carroll, Bess Bonnier o Terry Pollard.

La llegada del free jazz tiene en la saxofonista Mary Maria Parks su maximo exponente. Como compositora, instrumentista y cantante, los anales de la historia del jazz la mantienen en un lugar recondito. De igual forma se destaca a la pianista y cantante Carla Bley, fundadora de Jazz Composer`s Orchestra y de la New Music Distribution Service, disquera pionera de musica independiente en el circuito del jazz norteamericano.

El anonimato no significa olvido. Y el jazz siendo en palabras del director de cine Cameron Crowe, “la unica forma de arte norteamericano”, le debe a las mujeres cantantes, instrumentistas y compositoras desconocidas, gran parte del prestigio musical hasta hoy alcanzado.

Legado

Es innegable el legado de las mujeres en la historia del jazz. La perseverancia y confianza en los talentos, su insistencia por la emancipación de la población como de las mujeres negras a partir de los sonidos populares, son y serán por siempre herencias sociales, políticas y culturales de un pueblo en resistencia.

En Jazz al Parque 2018 la ciudadanía bogotana podrá escuchar el presente de los sonidos de las mujeres jazzeras, que mantienen vivo el espíritu de un género musical donde su imprescindible protagonismo histórico permite pensar que es posible fracturar el patriarcado musical.

Bibliografia 

Davis Y, Angela (2005); Mujeres, raza y clase; Ediciones Akal; Madrid. España. URL: https://www.mujerfariana.org/images/pdf/Davis-Angela—Mujeres-Raza-y-Clase.pdf

Hobsbawm, Eric (1999); Gente poco corriente: Resistencia, rebelión y jazz; Editorial Crítica; Barcelona, España. URL: https://es.scribd.com/doc/294856278/HOBSBAWM-Eric-Gente-poco-corriente-Resistencia-rebelion-y-jazz-pdf

Llorente, Sandra (2017); Mujeres del jazz: Principales representantes del jazz femenino; en ellahoy.es; URL: https://www.ellahoy.es/ocio/articulo/mujeres-del-jazz-principales-representantes-del-jazz-femenino/289391/

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