viernes, abril 19, 2024
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La tumba de Antígona: Un acto “inmoral”

Las y los niños que nacen de la obligación impuesta de reproducirse de las mujeres para poder mantener el sistema esclavizante y excluyente, son el “futuro del mundo”, pero lo son en tanto enriquezcan la industria láctea, que ha visto en la lactancia una dura competencia para su inacabable negocio.

Foto: Daniel Lobo via photopin (license)
Foto: Daniel Lobo via photopin (license)

Renata Cabrales

Por estos días se advierte que el pleno de la Cámara de Diputados en México aprobó una reforma que prohíbe a las madres amamantar a sus bebés en la vía pública. El colmo de la represión hacia las mujeres y de paso, hacia los y las niñas, que de manera hipócrita son denominados el futuro del mundo. La lactancia materna es gratis, por tanto, no es rentable para el sistema capitalista que explota el cuerpo de las mujeres, creando necesidades fantasmas en el mercado de consumo, y proporcionando placebos como cura.

La leche materna tiene todas las propiedades para alimentar a un neonato como para quebrar la industria lechera. Es por eso que el mercado de consumo, por medio de la publicidad, ha hecho todo porque las mujeres no amamanten a sus bebés, y hasta se han creado mitos alrededor de esta actividad, desde la sentencia de que los senos se vuelven flácidos y pierden su forma hasta la idea ridícula de que es inmoral sacarlos en la calle para amamantar.

La alimentación del bebé leche materna es importante en la relación afectiva, madre – bebé, y en el fortalecimiento inmunitario. También las ventajas son para la madre, pues previene el cáncer de mama, de ovario y útero; asimismo se relaciona la leche materna con una sustancia denominada Hamlet (alfa lactaoalbúmina humana letal contra tumores) para la prevención de 40 diferentes tipos de células cancerosas. Favorece, además, una excelente relación emocional entre madre e hijo(a).

No obstante, hay una competencia entre fórmulas artificiales, secundada por el mercado de consumo, haciendo creer que estas contienen nutrientes que favorecen al bebé. Es todo lo contrario, pues varios estudios muestran que a pesar de los esfuerzos por hacer productos parecidos a la leche materna, las fórmulas artificiales están muy lejos de ella, y la idea es que se mejore la calidad de estas, pues poseen algunas sustancias que pueden perjudicar la salud del bebé.

Entonces, las y los niños que nacen de la obligación impuesta de reproducirse de las mujeres para poder mantener el sistema esclavizante y excluyente, son el “futuro del mundo”, pero lo son en tanto enriquezcan la industria láctea, que ha visto en la lactancia una dura competencia para su inacabable negocio. Lo peor de todo es que hombres y hasta mujeres de doble moral, que a diario son bombardeados por publicidad sexista y misógina, que también perpetúa estereotipos de violencia al utilizar el cuerpo de las mujeres, no se escandalizan, pues esta violencia simbólica se normativiza a favor del gran capital. Pero al ver a una mujer alimentando a su bebé de forma natural, entonces, se alborotan, porque es “inmoral” sacar las tetas en la calle para dar de comer a un vástago; las mismas que difunde a diario la publicidad, para complacer al capital y la mirada del macho.

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