martes, abril 23, 2024
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La soledad del poder

Después de releer El otoño del Patriarca, su obra más íntima, sobre la soledad del poder de un dictador extremadamente anciano, demente senil y solitario en un palacio lleno de vacas; ya no cabe duda de que García Márquez es un poeta que escribe en prosa

Juan Vicente Gómez
Juan Vicente Gómez

Alberto Pinzón Sánchez

Después de releer El otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez, su obra más íntima, sobre la soledad del poder de un dictador extremadamente anciano, demente senil y solitario en un palacio lleno de vacas, la que él mismo reconoce como la más importante de sus obras porque puede salvarlo del olvido; la más caribeña, musical y popular por sus frases que solo podrían entender los choferes de Barranquilla; ya no cabe duda de que García Márquez es un poeta que escribe en prosa: “La escribí como se escriben los versos palabra por palabra”, le dice al entrevistador Plinio Apuleyo (página 122. El olor de la guayaba. Editorial Bruguera. Barcelona.1982).

Después de haber conocido algunos de los tiranuelos anticomunistas que con sus excentricidades asolaron Nuestramérica durante casi todo el siglo XX con el apoyo de Washington, como Trujillo, Duvalier, Maximiliano Hernández, Somoza, Pérez Jiménez, Batista, Jorge Ubico, Tiburcio Carias, Rojas Pinilla, Melgar Castro, Stroessner, Pinochet, Castelo Branco, Galtieri, Videla, Aparicio Méndez, Bordaberry, Ríos Montt, Hugo Banzer, Velasco Alvarado, Morales Bermúdez, Guillermo Rodríguez, Noriega, Torrijos, Dési Bouterse de Surinam y Francisco Franco de España.

Y después de haber leído biografías, así como diversas obras literarias importantes escritas sobre ellos o sus antecesores, como El Tirano Banderas de Valle Inclán, El Señor Presidente de Asturias, Yo El Supremo de Roa Bastos, El recurso del método de Carpentier, La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, Pedro Páramo de Rulfo, Oficio de difuntos de Uslar Pietri, Mi compadre de Fernando González, El tirano de los Andes de Thomas Rourke; con la intención de lograr una síntesis de todos ellos, llega a la siguiente conclusión:

“(..) Mi intención fue siempre la de hacer una síntesis de todos los dictadores latinoamericanos, pero en especial del Caribe. Sin embargo la personalidad de Juan Vicente Gómez era tan imponente, y además ejercía sobre mí una fascinación tan intensa que sin duda el Patriarca tiene mucho más que cualquier otro. En todo caso la imagen mental que tengo de ambos (se refiere además de J.V. Gómez, al teósofo Maximiliano Hernández dictador de El Salvador) es la misma. Lo cual no quiere decir, por supuesto que (Gómez) sea el personaje del libro, sino más bien una idealización de su imagen”… (pág 119.Op cit)

La analista literaria Beatriz Cynthia Campusano en un artículo de análisis intertextual sobre El otoño del Patriarca, cita algunas de las coincidencias que existen entre el Patriarca y Juan Vicente Gómez:

“Se recuerda la inauguración en el poder de Gómez por el año del cometa. Ambos, son hijos solamente de madre a quien aman tiernamente, y son adoptados por el segundo amante de la madre. Son “andinos” que bajan al mar. Son ganaderos que aman las vacas y se rodean de ellas. Monopolizan la lotería. Son analfabetos durante un largo periodo. Tienen una vida sexual con innumerables concubinas y muchos hijos. Participan en las guerras civiles federales y ascienden a generales bajo la protección de caudillos militares, a quienes suceden tras golpes de estado “limpios”. Gobiernan mediante el terror. Los dos comparten con miembros de su familia o del círculo de sus íntimos, el Poder, la administración del terror y la riqueza”.

“Ambos entregan sus países a las compañías petroleras extranjeras. Tienen un guardaespaldas indígena. Se visten de la misma manera, con uniformes de lienzo, usan guantes, tienen rasgos físicos similares, y hasta las mismas patologías (prostatitis y testículo herniado o hidrocele) Ambos, cuando viejos, buscan desesperadamente muchas mujeres, y hasta recurren al rapto. Tienen pasiones seniles extravagantes. Habitan lugares similares, palacios con zoológicos, jardines, barracas militares. Los dos fueron condecorados por el Papa (Gómez llegó a ser caballero papal de la orden de Piana)”.

Lo cual nos lleva no solo a la extensa biografía muy critica de J.V. Gómez escrita por Thomas Rourke, titulada Gómez Tirano de los Andes. Ediciones Edime. Madrid-Caracas.1952. 553 págs, sugerida por la analista literaria antes mencionada, sino a la “apología” que hizo 19 años antes el escritor colombiano Fernando González sobre su compadre J.V. Gómez, a quien en repetidas ocasiones llama “el Patriarca benefactor”, titulada Mi compadre. Editorial Juventud. Barcelona. Primera edición 1934. 198 págs, de quien Rourke toma muchas de las anécdotas de la vida larga de Gómez.

Es bastante probable que García Márquez en su voracidad intelectual haya leído detenidamente ambas obras y, se hubiera inspirado para la escritura de El otoño del Patriarca, en las estas dos versiones contrarias sobre la vida real de J.V Gómez: la apología de Fernando González y la diatriba de Rourke, enriqueciéndolas con otros ejemplos, para lograr como él mismo dice, la “idealización de la imagen” de un personaje mitológico de la América Latina, muy lejos de haberse agotado; el “esperpéntico dictador anticomunista” tanto de la montaña andina como de la costa marítima de nuestra sufrida patria latinoamericana.

La imagen real e imborrable de un jefe todopoderoso de un clan o Patriarca avaricioso, solo con su poder, inconcebiblemente viejo, demente senil y moribundo; rodeado de vacas y otros animales, dominado en su agonía pre mórtem por la imagen omnipresente de su madre. “Un poema a la soledad del poder” para releer continuamente.

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