“La serie ‘Matarife’ es un arma de subversión”

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Daniel Mendoza Leal

Luego de ser un éxito rotundo en redes sociales y de ganar dos premios India Catalina, la serie ‘Matarife’ ha lanzado la segunda temporada con el eslogan “Señor Masacre”. VOZ dialogó con Daniel Mendoza Leal, el creador de la iniciativa, sobre el exilio, el Club El Nogal, las mentiras y el cinismo de Álvaro Uribe, el estallido social y la posibilidad de un cambio político en el corto plazo

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

“A VOZ le doy la entrevista, escríbame por Signal y coordinamos”, respondió Daniel Mendoza Leal a un mensaje directo que le envié a su perfil en la red social Twitter. El creador, productor y guionista de ‘Matarife’ se encuentra en el exilio luego del éxito rotundo que tuvo la iniciativa y que derivó en una agresiva reacción por parte de la élite descompuesta que gobierna al país. Como contraste, la serie ganó recientemente dos premios India Catalina como mejor producción documental y como mejor producción online.

‘Matarife’, serie lanzada en mayo de 2020, se basa en los artículos de Mendoza Leal, abogado y criminólogo, sobre las relaciones de Álvaro Uribe Vélez con el narcotráfico y el paramilitarismo a lo largo de su carrera política. La primera temporada, titulada ‘Un genocida innombrable’, consolidó en diez capítulos un nuevo relato con respecto a la sórdida historia del expresidente imputado y levantó la polvareda en el Establecimiento, que por supuesto le restó veracidad histórica y la condenó a ser una producción antiuribista.

Estas críticas generalizadas, que fueron reproducidas en las redes sociales que controla el uribismo y en los principales medios corporativos de comunicación, así como las amenazas sistemáticas en contra de su vida, no impidieron que Daniel Mendoza Leal lanzara desde el destierro la segunda temporada de ‘Matarife: Señor Masacre’.

Con un promedio por capítulo de 100 mil visualizaciones en YouTube, ‘Matarife’ se ha convertido en un patrimonio digital de la indignación, especialmente en este momento político caracterizado por un estallido social sin precedentes y un malestar inocultable de la gente con la clase dominante que detenta el poder.

Hay que volverlo cool

Daniel fue enfático, me daría la entrevista una vez se publicara el quinto capítulo de ‘Matarife’. Al ver con inalterable atención los episodios, entendí la exigencia. La segunda temporada es distinta, pues se percibe en el guion un ejercicio introspectivo de madurez conceptual, mientras el objetivo general se encuentra intacto: denunciar con toda la evidencia posible al expresidente “genocida”.

“Hermano, estoy viajando y tengo que terminar un trabajo que vengo haciendo con una periodista francesa”, me respondió días después de estrenado el quinto episodio. “Pero no se preocupe, yo quiero hablar con VOZ”, me repite, no sé si para calmar mi instinto periodístico o por un genuino deseo en dejar consignadas sus opiniones en nuestro semanario.

Mientras los días pasan y Daniel no da respuesta, vuelvo a ver la serie, reviso apuntes y revuelvo la biblioteca. Repaso el fenómeno del paramilitarismo en Antioquia y el expediente del genocidio político contra el Partido Comunista y la Unión Patriótica en Urabá, historia trágica que se ha convertido en una especie de obsesión investigativa.

Siete y veinte de la mañana de un día cualquiera, entra una llamada vía Signal, es Mendoza Leal: “Listo hermano, tengo el tiempo. Prenda la grabadora y hagámosle”.

Cuadro de poder elaborado en la segunda temporada de ‘Matarife’

Antes de comenzar, estoy inquieto con esto, ¿Por qué tantas ganas de hablar con VOZ?

-Porque los admiro mucho, porque hay una coherencia entre los ideales y el trabajo periodístico. Como humanista tengo una posición, o mejor, una visión de ver el comunismo. El comunismo hay que volverlo cool, volverlo chévere, no algo tan ladrilludo. La verdad estamos en un mundo que solo piensa en billete y billete. Si la humanidad no deja una serie de conductas mercantilistas, será difícil pensar en un futuro.

También se me hace muy curioso que ustedes me buscaran, para mí es una sorpresa. Yo pensé que mi trabajo no les gustaba, ya que al 80% de los periodistas del país no les gusta como escribo. Me encantaría que vieran el episodio seis, ‘Sociópata’, porque habla del mundo y sobre lo que pienso de la economía y la política.

Simbolismos sociópatas

El exilio es un destierro cargado de muchas emociones. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo te encuentras?

-Estoy completamente fracturado. En este momento me encuentro existiendo en Europa, pero viviendo en Colombia. Yo me acuesto todos los días a las cinco, seis o siete de la mañana porque tengo compromisos allá. Desde el punto de vista psicológico y profesional no he parado de trabajar por el país.

Tengo un mareo existencial muy fuerte, porque uno no entiende bien dónde está y hacia dónde va. Se convierte uno en un ser confundido, un ser sin alma y corazón, porque estos se quedaron en Colombia. Hay algo particular y es que me he arraigado desde la distancia al dolor de la patria que sufre y llora, una patria a la que le están descuartizando su juventud, una patria que está en manos de unos narcoparamilitares, de un mafioso llamado Álvaro Uribe Vélez.

¿Quién es Daniel Mendoza Leal?

-Yo soy un ciudadano que empezó a ver cosas desde pequeño. Nací en una clase supuestamente privilegiada. Todo comienza con una historia de amor, porque me enamoré de Carmen, la empleada del servicio de mi familia. Comencé a ver cómo ella vivía en un cuarto de dos por dos, mientras nosotros vivíamos en una casa inmensa de 300 o 400 metros cuadrados. Era algo completamente inhumano.

Es decir, desde mi infancia vi una cantidad de actos simbólicos que empecé a controvertir desde el inconsciente. Posteriormente, pude tener acceso a una serie de información porque era socio del Club El Nogal, así vi muchas cosas que me llevaron a entender como la élite estaba permeada por esos simbolismos sociales que veían a la clase trabajadora como unas hormigas y a los pobres como unas bacterias que los encochinaban.

Después, pude observar como estos símbolos se mezclaban con nuestra historia perversa de mafia, narcotráfico y paramilitarismo, consolidando una serie de nerones sociópatas que hacían de esa élite un eslabón patrocinador del genocidio y del asesinato. Y eso fue lo que yo pude observar en el Club El Nogal, comencé a escribir y por eso me echaron. Ya después, como profesional pude ver los expedientes de parapolíticos, del carrusel de la contratación, Yidispolítica, Agro Ingreso Seguro, entre otros. Me pude dar cuenta que el Estado estaba gobernado por una élite que naturaliza esos simbolismos y que no va a hacer nada por el pueblo y su sociedad. Lo único que esperan es que la brecha social, entre la pobreza y la riqueza extrema, se mantenga o se agrande. Ellos no quieren que la gente sea más feliz, que camine con sus propias piernas, que seamos iguales.

Rabia y ganas de cambiarlo todo

Hablemos de la serie ¿Cómo nació la idea? ¿Por qué dijiste mentiras con respecto a la producción?

-La serie se basa en tres artículos míos: “Uribe, el asesino que nos puso la mafia”, “Uribe y el Club el Nogal, pistas de entrada de la mafia mexicana en Colombia”, y “La élite caníbal y la lucha existencial”. Esos tres artículos se convierten en la base de los diez episodios de la primera temporada.

Lo segundo que es importante reseñar, es un encuentro que tengo con el director, el mexicano César Andrade. Él ya había hecho una serie en Bolivia y fue a partir de esa experiencia que me incentiva en la idea de construir los cuadros de poder y los hilos rojos, para graficar con contundencia lo que queríamos decir en la serie.

Claro que dije mentiras, lo reconozco en esta segunda temporada. Mentí para salvar mi vida. Nos inventamos empresas internacionales y el nombre de altos ejecutivos que supuestamente patrocinaban la serie. Nos estábamos enfrentando al sociópata más poderoso del país. Necesitábamos protegernos.

Lo más impactante de la serie Matarife es su formato y su inédita narrativa audiovisual. ¿Fue una decisión editorial o simplemente las circunstancias los llevaron a decantarse en el formato?

-La idea era poder captar la opinión de la gente en capítulos que no superaran los cinco o los siete minutos. Sabíamos que esta serie no le iba a gustar al documentalista puro, al periodista clásico, no le iba a gustar al académico.

Como criminólogo sé que la información si es más emocional que racional, jamás se va a olvidar pues llega al inconsciente de las personas. Mi idea era esa, que la serie generara unas emociones: Indignación, rabia, tristeza y ganas de cambiarlo todo. Tenía seis minutos, lo que dura un viaje de Transmilenio. El primer reto era hacer un guion que pudiera lograr eso, a través de una propuesta artística donde la gente pudiera abrir la mente.

Derrotar el narcoparamilitarismo

¿Cómo caracterizarías a la serie?

-Matarife es una serie que utiliza el arte, los colores, la música y la literatura (yo me preocupé mucho que el guion tuviera giros literarios, que tuviera metáforas) porque esa es la forma de tocar el alma de las personas. Que la gente no se confunda. Matarife es un arma de subversión en contra de un régimen narcoparamilitar establecido en Colombia. Por supuesto estoy hablando de una subversión de la creatividad, que tiene que nacer del amor y de la bondad. No podemos pasarnos a los terrenos de ellos, que son el odio, la violencia y el crimen.

Ellos podrán tenerlo todo, a los grupos paramilitares más sanguinarios del planeta, podrán tener el gobierno, sus instituciones y los carteles del narcotráfico, pero si nosotros tenemos el arte y la creatividad, nadie nos puede ganar. Mi llamado es a que vean a Matarife como eso, como un arma de subversión para derrotar el narcoparamilitarismo.

Club El Nogal

Ustedes establecieron una línea de investigación que arranca con el Club el Nogal. ¿Qué quieren demostrar con este club social en el relato de ‘Matarife’?

-Hablo del Club El Nogal porque era socio. Lo conozco bien y uno habla bien de lo que conoce, y de lo que vio y lo que escuchó allá. Es importante decir que El Nogal es el club donde se idearon, se coordinaron y se ejecutaron la mayoría de operativos paramilitares finalizando la década de los noventa y comenzando el siglo XXI.

La élite rural es la que funda el Club El Nogal, pues estos no son recibidos en los clubes de la élite tradicional. Este club nace en la época del Cartel de Medellín, donde los dineros calientes o dólares cochinos andaban por toda la sociedad colombiana. El Club El Nogal empieza a recibir a la élite más descompuesta que hay en Colombia.

Estos dólares cochinos son los que evidencian la cantidad de noticias que hay de las relaciones entre todos los grandes lavadores de dólares y el Club El Nogal, con el clan Cifuentes Villa, el “Papero”, hasta Marta Lucía Ramírez y el “Memo Fantasma”. Por otro lado, hay evidencia de todas las relaciones entre el gobierno de la “seguridad democrática”, los altos cargos del gobierno y los paramilitares, en épocas dolorosas de masacres. Todo el mundo en el Club El Nogal sabe que allá hay una cantidad de empresas que lavan activos y que en sus socios hay una cantidad de mafiosos de esta élite narcoparamilitar.

¿Cuál es tu lectura del llamado “Caso Uribe” que en el fondo se trata sobre la emergencia y consolidación del paramilitarismo en el nordeste antioqueño a partir de la Hacienda Guacharacas?

-Mi respuesta es simple: sigan viendo la temporada. No quiero hacer spoiler.

En la reciente “conversación” entre la Comisión de la Verdad y Álvaro Uribe Vélez, ustedes (La Nueva Prensa) se mostraron muy críticos con el espacio. ¿Por qué?

-Yo voy a echarme para atrás con eso. Que sea una oportunidad para pedir disculpas porque se me calentaron los dedos y triné mucho al respecto. Al principio, no me gustó que el padre De Roux y la Comisión de la Verdad tuvieran que ir hasta donde se encontraba el Matarife, me pareció indignante. Por otra parte, se me hizo que lo dejaron hablar sobre lo que él quisiera, no lo contrainterrogaron bien. Pensé que le estaban haciendo un publirreportaje. Pero después entendí que lo iban a escuchar. Me puse a pensar en la Comisión de la Verdad, llamé a una amiga y ella me confirmó el trabajo que realiza esta institución.

Por otra parte, Uribe en últimas quedó en evidencia. Fue la oportunidad para escuchar las mentiras del relato uribista. Habló de la horrible historia de genocidios y de asesinatos con una aberrante ligereza, donde quedó expuesto su cinismo. Se mostró como el sociópata que es, con una frialdad característica de este trastorno mental. La sociedad sabe que la historia de la familia Uribe Vélez es una combinación de narcotráfico, paramilitarismo y poder. Espero que la Comisión y el padre De Roux sean lo suficientemente inteligentes para no creerle a ese rosario de mentiras que dijo el Matarife.

La juventud y el cambio político

¿Crees que ‘Matarife’ ha contribuido en este sentimiento nacional de estallido social y que tiene hoy al expresidente en los peores índices de aprobación?

-‘Matarife’ es una de muchas simbologías de cambio social que han logrado cautivar a la juventud. El solo nombre Matarife, ya todos sabemos que habla de Álvaro Uribe Vélez. El solo nombre ya es un símbolo. Todo el mundo ya sabe quién es él y por qué le dicen así, que no es otra cosa que un asesino. Más que decir que la serie ha sido determinante en la digna protesta de la gente, yo creo que la sociedad quiere cambiar y en eso nosotros solo hemos hecho un aporte.

¿Está cambiando la sociedad?

-Por supuesto, hay una sociedad que quiere cambiar, lo que pasa es que no la dejan. La salvación de Colombia está en ese sector que quiere evolucionar hacía una sociedad más humana, más sana, más igualitaria, una sociedad más respetuosa con los derechos humanos y menos mercantilista, menos consumista. Y en eso tiene mucho que ver la vocación de cambio que tiene la juventud hoy en día. Por eso los están matando, porque son el cambio.

El momento político es caracterizado por un estallido social sin precedentes y un malestar inocultable con la clase dominante. Foto Boris Orjuela

La serie ha sido exitosa, millones de vistas y dos premios India Catalina, pero hay un alto costo. ¿Vale la pena sacrificar tu vida personal por el proyecto?

-Claro que no vale la pena. Pero sabe que, lo volvería hacer mil veces. Estoy quebrado, estoy lejos de mi patria, el 90% de mi familia no me habla, estoy devastado en un agujero negro en el extranjero. Donde yo hubiera hecho esa ecuación, sencillamente no hago nada. Yo estaba en mi zona de confort, un abogado criminólogo exitoso, con los procesos, el Club, todo. Pero decidí que no podía seguir, porque si me mantenía ahí estaba patrocinando un Establecimiento criminal.

La única forma era escribir, después salió la idea de ‘Matarife’ donde queríamos una sombra y no yo, pero tres días antes de iniciar el rodaje me di cuenta que una sombra asustaría más a la gente. Por lo tanto, figuró dar la cara, la voz, el nombre, todo, porque si no se hacía así, la sociedad iba a seguir asustada por ese genocida que nos ha venido gobernando 20 años.

Son cosas que se deben hacer y alguien las tiene que hacer. Si las cosas cambian muy bueno. Yo no puedo pensar en triunfar, sino más bien en luchar. Cuando uno pelea con un aparato tan sofisticado del poder, que son dueños del Estado, el Gobierno, las instituciones, los medios y las más sangrientas estructuras criminales, como la Oficina de Envigado o las Águilas Negras, pues uno qué va pensar en ganar. Hay que pensar es en luchar.

Segunda temporada