martes, abril 23, 2024
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La rebelión bogotana. El levantamiento popular en Soacha, Sibate, Bosa, Ciudad Bolívar, Suba y Engativa.

Horacio Duque.

Como las «masas en agosto» será conocido este capítulo de la historia que vive la nación colombiana a raíz del paro agrario convocado por los campesinos pobres y sus organizaciones sociales y por otros movimientos sociales estructurados con la expansión del conflicto y la lucha popular contra el modelo neoliberal y el gobierno neoligarquico del señor Santos, heredero de Uribe Velez y directo artífice de los graves problemas que afectan a millones de ciudadanos. Santos, verdadero jefe de la «hegemonía neoliberal» y exministro de todos los gobiernos de los últimos 20 años, no es la mansa paloma que se proclama. Es un jugador de poker al que pronto se le caerá la máscara para dejar ver su propia naturaleza violenta y autoritaria. Ya lo encontraremos hoy anunciando medidas policiales y liberticidas para aplastar la insurgencia de la multitud en marcha. En la mañana nos describirá su diagrama de control policial represivo, acompañado de grandilocuencia y frases de cajón. Volveremos al Estado de sitio del Frente Nacional.

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Lo ocurrido ayer en Bogotá y sus alrededores fue demoledor. Hubo levantamientos y acciones multitudinarias por doquier. En el centro de la Capital, en la Plaza de Bolívar y en las avenidas centrales de la urbe. En las populosas y populares localidades de Bosa, Ciudad Bolivar, Suba y Engativa. Y en las municipalidades contiguas de Soacha, Sibate y Mosquera.

La masa desató su furia contra las maquinas del orden policial, que es en lo que devino el orden liberal, utilizadas como instrumentos de violencia e intimidación para hacer prevalecer el poder oligarquico.

La represión intensa y extensa es el verdadero lenguaje santista.

La estrategia de Santos frente al paro agrario es pérfida y malvada. No hay propuestas estructurales para superar las causas de la crisis. En vez de tierra, de reforma agraria democrática, Zonas de Reserva Campesina, créditos baratos, maquinaria adecuada, infraestructura, salud, educación, para 13 millones de campesinos, lo único que se ofrecen son pañitos de agua tibia, subsidios y fertilizantes sin alcabala, que no resuelven nada. Los campesinos necesitan soluciones de fondo. Y que mejor que implementar lo que ya se acordó con las Farc en La Habana en materia de desarrollo rural. Pero pedirle eso a Santos es inútil, porque su interes único es servirle a los más poderosos y a las multinacionales.

A Santos, como cualquier politiquero de pueblo, lo único que se le ocurre es dividir a los campesinos, meter cuñas entre ellos. Carameliar a la pequeña propiedad de Boyaca, Nariño y Cundinamarca, con medicinas de baratija, y desconocer los miles de campesinos pobres del Caqueta, Huila, Meta, Magdalena Medio, Antioquia, Nariño, Putumayo, Bolivar, Córdoba, Magdalena, Eje Cafetero, Sucre y Arauca reunidos en grandes concentraciones.

El paro agrario nacional no es indefinido pero se sostendrá mientras las causas que lo originaron sigan vigentes.

Santos no entiende eso y por eso cada vez se oye con más fuerza la petición popular de que renuncie al cargo y permita una solución democrática de la crisis orgánica que carcome al Estado oligárquico.

Nota 1. El departamento del Tolima y su capital Ibague también protagonizaron formidables movilizaciones campesinas y populares ayer 29 de agosto.

Nota 2. Hay algunos que olvidan los «falsos positivos» de Santos y toda su responsabilidad como Ministro de todos los gobiernos neoliberales desde Cesar Gaviria en 1993.

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