José Ramón Llanos
Pobre pueblo colombiano, no solo tiene el Presidente de la República más ilegítimo de los últimos años, nada menos que elegido con votos financiados por el inmaculado Ñeñe. Además, tiene una serie de ministros seriamente cuestionados. En esta ocasión solo destacaremos al parlante, pero ciego y sordo Carlos Holmes Trujillo, el hombre de las recurrentes calumnias por eso le apodan el ministro de la Ofensa. Cada día la emplea inventando calumnias y mentiras contra el pueblo y los líderes sociales, mujeres y hombres, a tutiplén. Por otra parte, con sus intentos de tapar las falencias de las Fuerzas Militares y a la Policía, termina estimulando la violencia y las masacres en vez de combatirlas.
La última trastada del ministro de la Ofensa la realizó en el 129 aniversario de la fundación de la Policía, allí expresó lo siguiente: “Esa ha sido una de las más grandes infamias que hemos vivido este año, se trata de un proyecto político que busca deslegitimar a la Policía, se trata de un proyecto político que busca estigmatizar a la policía, se trata de un proyecto político que pretende que el ciudadano, de cara a posibles violaciones de la Ley de miembros de la institución descalifiquen a todos sus integrantes”.
La calumnia y la mentira del ministro de la Ofensa tienen un objetivo, amedrentar a los ciudadanos para que no ejerzan el derecho constitucional -y también el deber- de denunciar ante las autoridades a quienes cometan un delito. Qué hechos han obligado a los ciudadanos a denunciar -no calumniar, señor ministro- la tortura y asesinato del estudiante Ordóñez, la sevicia con que procedieron los policías a golpear a la víctima fue conocida por la ciudadanía ya que los hechos fueron grabados por sus amigos y difundidos por todos los medios.
Ante sus familiares fueron incinerados ocho jóvenes en una estación de policía y los canales de televisión difundieron todo. Pero lo grave, señor ministro, es que usted en vez de reconocer esos hechos, ha tratado de deformarlos, de desnaturalizarlos. Porque usted no asume las responsabilidades que le exigen los desafueros de los policías, sino que trata de eludirlas. Recuerde que tuvieron que conminarlo para que les pidiera perdón a las víctimas de los atropellos policiales y a los familiares de los occisos a causa de la acción represiva de esa institución.
Pero hay otra cuestión más deplorable, sucede que tanto los policías como los militares condenados por los atropellos, realmente son víctimas de la obsecuencia humillante y vergonzosa como los gobiernos colombianos acatan mansamente las imposiciones de los mandatarios estadounidenses, para que el policía trate al ciudadano como un enemigo interno, violando el artículo 218 la Constitución Política: “La Policía Nacional es un cuerpo armado de naturaleza civil… cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicos”.
Como si todas esas acciones ministeriales no fueran suficientes para merecer su destitución, señor Holmes, mientras usted se solaza mintiendo y calumniando a los líderes sociales, sindicales y políticos de la oposición, los paramilitares redivivos campantes siguen sembrando de zozobra y muerte los campos y las urbes del país. Señor ministro de la Ofensa, rescate un poco de su dignidad perdida y renuncie para bien de la patria y para que usted supere un poco su desastrada situación personal…
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