martes, abril 23, 2024
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La internacional columnista: Colombia y Venezuela, los medios como arma política

Roberto Amorebieta

Dos acontecimientos marcaron la agenda informativa de la semana pasada. La marcha popular que en Colombia masivamente afirmó su apoyo al proceso de paz entre las FARC y el gobierno y las elecciones presidenciales en Venezuela. Los medios hegemónicos mostraron una vez más su talante antidemocrático al cubrir estos dos hechos noticiosos haciendo gala del más rancio espíritu reaccionario.

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En el primer caso mostraron ciertos matices, es decir, no todos presentaron la noticia de la misma forma. Las sutiles diferencias como los medios presentaron el hecho evidenciaron que aunque en los grandes grupos económicos (de los que éstos son parte) existe la intención de apoyar al gobierno de Santos y su política de paz, también hay temores frente a poderosos sectores de ultraderecha que siguen sosteniendo el caduco discurso de la victoria militar e influyen y coartan la libertad de expresión.

La presentación de Caracol Televisión es una muestra de ello: Mientras presenta una visión optimista de la marcha, de la masiva asistencia y de las posibilidades reales de alcanzar un acuerdo de paz, inmediatamente después presenta al ministro de Defensa acusando a Marcha Patriótica de estar financiada por las FARC, seguido de la declaración de Piedad Córdoba desmintiéndolo categóricamente.

La presentación de RCN no fue mejor. Pretendiendo ser puntillosos en la investigación (a ver si encontraban algo) se tomaron el trabajo de dejar muy en claro que Santos estaba marchando por iniciativa de la insurgencia y que quienes le acompañaron en su breve caminata fueron nada menos que los bandidos del Partido Comunista y la Marcha Patriótica. Fue tan evidente su parcialización de la información que no necesitaron presentar al ministro. Para eso le dieron una buena franja en la emisión del mediodía siguiente.

El segundo caso, la cobertura de las elecciones presidenciales en Venezuela es de libro. Se cumplió a cabalidad el formato diseñado por los señores de la guerra para llevar a cabo un golpe de Estado y los medios colombianos hicieron su parte de muy buena gana. Y digo golpe de Estado porque eso sucedió en Venezuela el 14 de abril por la noche: una intentona de golpe de Estado, una revolución de terciopelo, un golpe suave, “un empujón” en palabras del editorialista del diario El País en su edición del 12 de abril de 2002.

Estos son los hechos: La derecha y su vocero principal Henrique Capriles desconocen el resultado de las elecciones desde el principio y llaman a la ciudadanía a manifestarse en las calles haciendo sonar sus cacerolas. En este llamamiento por televisión, en una rueda de prensa a la que no tienen acceso los medios alternativos como Telesur o VTV, Capriles utiliza un tono incendiario llamando a sus seguidores, entre otras lindezas, a “descargar la arrechera” (desahogar la furia, en colombiano).

Algunos cientos de personas salen a las calles en Venezuela y hacen caso del llamado de Capriles. Batiendo sus cacerolas, unos más, otros menos, unos más enfurecidos, otros más resignados, todos salen por televisión. Todos son magnificados por las emisoras de radio y televisión que pretenden crear un ambiente de insurrección.

Hay ataques coordinados y dirigidos contra personas y establecimientos de la Revolución, como sedes de los mercados populares Mercal o sedes del PSUV. Los llevan a cabo personas entrenadas, armadas y muy violentas que no tienen inconveniente en asesinar a venezolanos que celebran el triunfo o intentan defender los locales que la Revolución ha puesto al servicio del pueblo venezolano.

¿Qué falló? ¿Por qué no tuvo éxito el plan golpista? Pienso que subestimaron al oponente. Mientras todo este caos sucedía en las calles de las ciudades de Venezuela, las masas chavistas, el pueblo bolivariano, la gente en sus barrios, permanecía atenta, en la calle, movilizada pero esperando el devenir de los acontecimientos sin caer en provocaciones. No hubo una sola agresión de un chavista a un opositor durante una de las noches más violentas que ha vivido Venezuela en los últimos años. No hubo un vidrio roto ni un ojo morado.

Entre las filas revolucionarias, por el contrario, hubo nueve muertos y más de 78 heridos. Las fuerzas golpistas estaban provocando la ira del pueblo y esperaban una retaliación. Hubiese sido suficiente un hecho violento acompañado de su respectivo video, una foto, un muerto, para construir el mensaje y la matriz de opinión con que el mundo se habría de levantar el lunes: “Chavismo es responsable de violencia en la noche electoral”. Pero no pudieron.

El pueblo venezolano no les dio el gusto porque demostró tener una conciencia de clase que le permite actuar colectivamente y moverse estratégicamente. En eso, insisto, subestimaron al oponente. Se imaginaron que el chavismo se parece a un rebaño de ovejas pero, por lo visto, se parece más a un enjambre de abejas.

Mientras tanto, la derecha y Capriles se tardan tres días en presentar la solicitud formal ante las autoridades y se dedican a exacerbar los ánimos con declaraciones que desconocen la legitimidad del gobierno y abiertamente llaman a la desobediencia.

Quien mejor lo ha explicado es el politólogo español Juan Carlos Monedero en su blog www.comiendotierra.es: “La denuncia de Capriles tuvo lugar exclusivamente en los medios de comunicación. Tres días incendiando la calle pero solamente a través de los medios y sin presentar la denuncia correspondiente en los organismos judiciales o electorales correspondientes. ¿Cómo iban a actuar los jueces o el CNE si no existía denuncia formal? Pero Capriles no la presentaba porque lo que le interesaba era que la calle ardiera”.

Los medios cumplen su papel: magnifican lo anecdótico y ocultan lo importante, dan cobertura amplia y favorable a los cacerolazos y ocultan los sabotajes, los incendios y los asesinatos.

En Colombia la versión mediática tiene una unanimidad aplastante. Se repite obedientemente lo que emiten los colegas venezolanos, españoles y estadounidenses: Hay tensión en Venezuela, Maduro ha aceptado recontar los votos pero luego se ha echado atrás, Capriles llama a manifestaciones pacíficas reprimidas por la policía, el gobierno se apresura a posesionar a Maduro. En resumen, la oposición ha ganado y ha habido fraude. No se dice nada sobre los grupos de choque, las acciones violentas o los muertos.

Por cuenta de las marchas por la paz en Colombia y las elecciones presidenciales en Venezuela, los grandes medios de comunicación colombianos han demostrado una vez más que no se comportan como el cuarto poder es decir, como los vigilantes y fiscalizadores de los poderosos sino como los altavoces del pensamiento de las clases dominantes. En el primer caso criminalizando la movilización social y popular en Colombia, y en el segundo caso contribuyendo a la estigmatización del proceso bolivariano en Venezuela.

Por fortuna, en ambos casos hay procesos populares masivos y protagónicos que desbordan la capacidad de los medios para manipular la opinión y logran posicionarse en el espacio político. En Venezuela ya son poder popular. En Colombia siguen marchando por la Independencia.

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