“La gente ya no come cuento”: Gustavo Bolívar

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Gustavo Bolívar en la pasada audiencia pública por la defensa del territorio en Popayán, Cauca. Foto Bancada por la paz.

El Senador habla de su salto a la política electoral, el gobierno Duque, su labor como congresista y el duro momento que vive la paz

Redacción política

Sin lugar a dudas la presencia en el Senado de la República del escritor, guionista e influencer Gustavo Bolívar, ha sido un elemento atractivo en el actual periodo legislativo, que si bien ha sido corto, viene con un alto y acelerado nivel de confrontación política entre el oficialismo y la oposición. Incómodo entre los uribistas, el senador del Mais y de la bancada Decentes, se ha caracterizado no solo por sus actuaciones antipolíticas sino por su intensa actividad donde se combinan la espectacularidad de la tribuna parlamentaria con el alcance de sus robustas redes sociales.

–¿Cómo un activista convencido del voto en blanco termina haciendo política con fuerzas alternativas y especialmente con la Colombia Humana?

–Precisamente la opción del voto en blanco se da cuando no se cree ni en los partidos ni en los políticos. En esa tónica estuve muchos años, ya que la única vez que había militado en política había sido con Luis Carlos Galán y las juventudes del Nuevo Liberalismo. En buena medida el acto de rebeldía de Galán con el Partido Liberal, creó en los jóvenes un sentimiento de identidad con las propuestas éticas y el mejoramiento de las costumbres políticas que ahí se proponían. Desde que asesinan a Galán estaba alejado de la política.

Cuando aparecen los movimientos de indignados en el mundo, especialmente el 11M en España, con un grupo de amigos montamos “Manos limpias” con la idea de despertar indignación en Colombia con marchas, jornadas, actos, etc., pero siempre muy neutrales. Estuvimos dos elecciones apostándoles al voto en blanco.

Aparece Gustavo Petro de forma espontánea. Yo me sumo cuando el exprocurador Alejandro Ordoñez lo destituye, pues consideraba que era un acto de arbitrariedad. Ahí empecé a simpatizar, gracias a los discursos en la Plaza de Bolívar que sintonizaron con esas ideas sociales, ambientales y éticas de transformación en la sociedad colombiana.

Él se enteró que nosotros lo estábamos apoyando y buscó contacto. El año pasado, cuando él me propone que encabece la lista al Senado, obviamente yo rechacé la idea. Petro insistió y luego de una negociación dura, donde no quería que se interpretara mi activismo por el voto en blanco como una plataforma electoral, acepto volver a la política paradójicamente sin hacer política, sin hacer campaña, sin promesas. Esa fue la estrategia, salí elegido y aquí estoy.

–¿En estos pocos meses, cuál es la lectura que se hace al gobierno del presidente Iván Duque?

–Es algo desconcertante lo que ha mostrado el uribismo en estos pocos meses. Yo tengo una lectura, y es que esa estrategia de mostrar a Duque como el hombre “bueno” y a los uribistas como los “malos”, sea algo planeado. Han existido varios episodios donde Duque se desmarca del uribismo como los discursos del 7 de agosto, la elección del Contralor, el apoyo de la consulta anticorrupción, la propuesta de reforma tributaria, etc.

En la práctica vemos una aparente ruptura, que seguramente fue parte de la negociación. Es claro que los ministerios de Defensa, Hacienda e Interior hacen parte del círculo cercano de Uribe. Por ejemplo, con el caso de la estigmatización a la protesta social, no se sabe cuál es la voz oficial del gobierno, si la del presidente o la del ministro de Defensa. Son suposiciones, pero yo creo que eso es planeado, para mostrar a la opinión pública que Duque no es un títere.

–¿Cómo va la actividad parlamentaria?

–Yo debo aceptar que estaba equivocado. En alguna oportunidad, en un debate que tuve con Claudia López cuando ella era candidata al Senado y yo activista del voto en blanco, le recriminaba la imposibilidad de hacer cosas en un Congreso cooptado por la corrupción. Hoy debo reconocer que sí se pueden obtener resultados, no como uno quisiera pues para las transformaciones que deseamos necesitaríamos más de 50 senadores.

El ejemplo es lo alcanzado con la consulta anticorrupción, pues tanto Claudia como Angélica Lozano se pusieron al frente de la iniciativa, lograron sacarla en el Congreso y conseguir la votación alta que obtuvo. Incluso hoy los siete puntos están rodando como iniciativas legislativas, con el compromiso del gobierno para que sean realidad.

Se pueden hacer cosas. Gracias a la experiencia en la discusión del Presupuesto he aprendido que se puede incidir en decisiones estratégicas. Cuando el ministro Carrasquilla propuso subirle el IVA a la canasta familiar, inmediatamente desde la oposición nos resistimos a semejante medida tan arbitraria. Para sorpresa nuestra, comenzamos a ver que distintos senadores y representantes de distintas fuerzas se sumaban a nuestras exigencias, que no son otras que proteger la economía de los hogares colombianos.

–La paz pasa por momentos muy difíciles ¿Cuál es el compromiso de la bancada Decentes y de la Colombia Humana con la implementación del Acuerdo y con la mesa de paz con el ELN?

–Acá hay un hecho pragmático. Uribe necesita de la guerra para subsistir, tanto ideológica, electoral y económicamente, pues basta ver los presupuestos de guerra, que como la opinión pública sabe, son escandalosos. En la medida en que la paz avance y los acuerdos se cumplan, incluyendo el dinero que el Estado se comprometió a dar para toda la implementación, el uribismo se irá quedando sin discurso. El problema es que ahora gobiernan y no lo van a hacer.

Uribe necesita que se rompa definitivamente la mesa con el ELN y que se sigan incumpliendo los acuerdos con las FARC para que excombatientes desilusionados vuelvan al monte, ojalá todos, siendo un ejemplo la forma hostil y beligerante como los tratan a diario en el Congreso.

Hoy la paz va con un avance del 17%. De los 130 billones que cuesta la implementación del Acuerdo se debían girar entre 8 y 10 billones anuales para que se diera cumplimiento, pero en este momento solo se han girado 4 billones para este año y para el próximo año tenemos 2 billones como presupuesto para la paz. Es decir, la paz está completamente desfinanciada. Es un panorama muy oscuro donde no podemos ser indiferentes.

–Los resultados que dejó la segunda vuelta como los de la consulta anticorrupción hacen pensar en la emergencia de una ciudadanía diferente ¿Qué lectura se puede hacer de este innegable despertar crítico en la gente?

–Yo creo que eso viene desde el plebiscito por la paz. La gente que no votó ahí, ya sea por pereza o por apatía, quedó golpeada, sintió que le falló al país. Tanto los que votamos como los que se abstuvieron, nos dimos cuenta de que esa derrota solo favorecía a los sectores que viven de la guerra, pues subestimamos al uribismo que es una secta organizada y disciplinada. Desde ese momento comienza a existir un cambio en la consciencia de la gente que se ve reflejado en un crecimiento electoral favorable pero insuficiente.

Si analizamos, tenemos un ascenso vertiginoso de gente que se ha sumado a las propuestas alternativas, sin decir que esa masa crítica sea propiedad de alguien. Lo más importante de todo este proceso es que la gente ya no come cuento, pues ya la verdad absoluta que vendían los grandes medios de comunicación ha venido cediendo gracias en parte a las redes sociales, como a la movilización social, que muestran de forma combinada otras realidades y verdades. La gente se ha quitado la venda.