miércoles, abril 24, 2024
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La Ciencia del siglo XXI (I): Charlatanería de alto riesgo

Moncadista

Es curioso que a pesar de que un tercio del día lo dedique a hacer ciencia, sin embargo, este blog apenas refleje esta parte tan importante de mi vida.

A partir de ahora voy a dedicar una serie de artículos a reflexionar sobre el estado de la investigación científica en la actualidad, centrándome en la biomedicina, que es mi campo de estudio profesional.

Pretendo esbozar mi hipótesis de que la crisis capitalista, al ser una crisis con un componente financiero inaudito, está llevando a una crisis en la investigación científica. También reflexionaré sobre la investigación biomédica que se hace en la actualidad, plantearé una serie de cuestiones en las que creo que la izquierda debe reflexionar: ¿qué ciencia del socialismo del s. XXI?

Pero de manera más urgente quiero criticar, analizar y combatir el anticientifismo esotérico que se está expandiendo en nuestras sociedades. Especialmente en ámbitos “de la izquierda”, intelectuales, clases medias…

Una nueva religión surge de las cenizas del cristianismo, azuzada por la crisis del capitalismo.

Charlatanería de alto riesgo

Dentro de la serie de artículos “La ciencia del s. XXI”, quería hacer especial hincapié en toda la charlatanería (también del siglo XXI) que surge de las cenizas ideológicas de la industria farmacéutica.

Muchas de las ideas vienen del libro “Mala ciencia” de Ben Goldacre, por lo que si no está referenciado es porque el dato lo he sacado de ahí.

Es muy llamativo el que la ciencia médica esté tan desprestigiada que los mismos científicos recurran a remedios “naturales” como la acupuntura, la homeopatía, el reiki, el nutricionismo como las frutas milagrosas como la guanábana que cura el cáncer. Ya no sólo se reniega de transgénicos, híbridos o medicamentos, sino de la misma ciencia médica. Se está identificando compañías farmacéuticas con investigación biomédica. Algo que no sólo es falso, sino muy perjudicial, y que como mostraré, ya está matando a tanta gente como las privatizaciones en la sanidad.

Es como poco sorprendente que muchos compañeros de izquierda utilicen y reivindiquen la medicina alternativa, renegando de la ciencia médica, mientras reivindican el materialismo histórico como la ciencia de la Historia, al mismo tiempo que exigen al periodismo y los investigadores sociales rigor y método.

Para ello, los defensores de lo alternativo utilizan diversos argumentos que intentaré criticar:

  • Las terapias alternativas son terapias milenarias eficaces. Eficacia probada con la evidencia de la experiencia.

Lo primero es que de igual manera que los rezos no llevan a milagros, a pesar de que lleve “ocurriendo” 2000 años, tampoco las milenarias medicinas alternativas, por muy de oriente que vengan, van a ser más. Hay un dato muy revelador sobre el milenarismo de esas terapias: la evolución histórica de la esperanza de vida. Aunque estos datos hay que tomarlos con cuidado, lo que sí está claro es que pasar de tener una esperanza de vida de 20-30 años hace unos 2000 años, a 80 años en muchos países del mundo, nada tiene que ver con el uso del reiki o la acupuntura, sino principalmente con el método científico aplicado a la biomedicina. En China, en 1960, la esperanza de vida era de apenas 36 años.

  • Fulanito se curó (de lo que sea) haciendo reiki (o lo que sea). ¿Ves como funciona?

Una de las cosas que mucha gente no sabe es por un lado el poder del efecto placebo y por otro la cuestión del azar.

El 1% de los enfermos terminales de cáncer a los que se les diagnostica con una esperanza de vida media de unos meses, vivirá años. Si alguno de esos enfermos que por estadística no morirá, hace reiki, toma homeopatía, o visita a la Virgen de Fátima, no quiere decir que ese acto lo haya salvado, no prueba causalidad. De ahí la importancia del método científico.

El placebo se ha demostrado de sobra ser poderoso, el libro de Goldacre lo demuestra con numerosos ejemplos, algunos de ellos asombrosos, como operaciones quirúrgicas falsas que curan. Las personas que creen que están tomando una medicina, cuando en realidad es una pastilla de azúcar, se curarán con mucha más probabilidad. 4 pastillas funcionan mejor que dos, y si en vez de una pastilla es una inyección, más aún. Si el médico (o curandero) cree firmemente en la terapia, el poder sugestivo será aún mayor. Si además hay algún tipo de ritual o el “sanador” tiene algún elemento de poder (una bata blanca o una máscara tribal), más probabilidades. Lo juntamos todo y tenemos la acupuntura, el chamanismo y algunos fármacos antidepresivos.

  • No se investiga lo suficiente, hacen falta más estudios sobre esas terapias.

Falso. Decenas de estudios, uno de ellos, un metaestudio con unas 230.000 personas demuestra que la homeopatía no es más eficaz que el placebo. Lo que hay es que investigar más en una vacuna contra el sida, no en demostrar que el virus del sida existe, todo porque unos charlatanes lo prediquen.

Y los estudios tienen que ser serios y fiables. Esta revisión que afirma que existen pruebas de eficacia de la acupuntura en el Síndrome de ovario poliquístico, dice, sólo al final, que “de todas maneras, hacen falta estudios con controles aleatorios, bien diseñados para elucidar si la acupuntura tiene algún efecto sobre el síndrome.” Habría que ver, por otro lado, cuál de las dos escuelas y métodos de acupuntura usar. De todas maneras, hay suficientes estudios “bien diseñados” que demuestran que la acupuntura es placebo.

  • Tenemos que encontrar terapias alternativas y naturales que combatan a la malvada y lucrativa industria farmacéutica.

Primero quiero indicar que las terapias alternativas (nutrición, homeopatía, acupuntura, etc) son un negocio muy lucrativo. La homeopatía es un negocio de miles de millones. Compañías como la Boiron está valorada en 500m de $.

A la industria farmacéutica, como al capitalismo, hay que combatirla desde la razón, la ciencia y la política; no desde nuevas religiones.

Causística infantil: como las farmacéuticas son malvadas, las farmacéuticas se valen de “la ciencia y los científicos”, entonces los científicos son malvados.

La mayoría de los descubrimientos biomédicos que nos hacen doblar la esperanza de vida han sido investigaciones llevadas a cabo por científicos en instituciones públicas. Es cierto que las farmacéuticas, como producto del capitalismo, son entes que se enriquecen a costa de la salud del personal, y que no encuentran una vacuna contra el SIDA. Sin embargo, hoy día, tú que me estás leyendo, si te contagias de SIDA, gracias a los investigadores y científicos, podrás tomarte un par de pastillas al día que te alargarán la vida unos 40 años. Hace apenas 15 años morirías de la forma más dolorosa que puedas imaginar.

Cada vez que una mujer con cáncer de mama se salva gracias a cirugía, quimio y/o radioterapia es gracias a la ciencia. Cada vez que un paracetamol te quite la fiebre, abraza a un científico.

Homeopatía

(Me centro en ella porque es mi preferida)

La homeopatía es inventada en el siglo XVIII, cuando Samuel Hahnemann quiso hacer la competencia a barberos y curanderos con un ingenioso invento: Si una sustancia induce la enfermedad (sus síntomas), esa misma sustancia, diluida “n” veces, la curará. Lo importante del asunto es la dilución, que lleva asociado un ritual en el que hay que golpear el bote 10 veces.

Rituales aparte, lo importante es que el principio activo se diluye como mínimo 30C. Eso quiere decir que se echa una gota en 100 gotas, se mezcla y se le dan los golpecitos, y así al menos 30 veces. En el milsetecientos y pico no se sabía lo que era el número de Avogadro. Sin embargo, ahora sabemos que esa dilución es 1 en 10 (más 60 ceros). Lo siento pero no puedo transformarlo en campos de fútbol, porque eso corresponde a una molécula de agua (no una gota) diluida en un cubo de agua que tiene un diámetro que corresponde a la distancia de la tierra al sol. Pero es que normalmente la dilución es 300C, que sería una molécula de agua entre todos los átomos del universo. Como los charlatanes se dieron cuenta de la cagada, argumentaron que el quid de la cuestión está en la memoria del agua. El agua que estuvo en contacto con el principio activo tendría memoria (alma), de ahí su efecto. Aparte de que me da bastante asco el sólo pensar en que las moléculas de agua de una meada de Franco estén en el hielo de mi cubata, y tengan esa buena memoria, lo importante es que ahora las pastillas de homeopatía se venden en sacarosa.

Como Matthias Rath, los homeópatas también matan. La mitad de estos charlatanes desaconsejan vacunar a los niños. (Otro tema largo de tratar, las campañas anti-vacunación)

  • Las sociedades modernas lo medicalizan todo. ¿Es que acaso no lo es recurrir a todo tipo de productos milagrosos?

Uno de los charlatanes del siglo XXI que más estoy viendo últimamente es Andreas Kalcker. Si alguien con un mínimo de idea de biología o física presta atención a alguno de sus vídeos, se dará cuenta que están llenos de falsedades o medias verdades. Un charlatán seguido por miles de personas, que afirma rotundamente que el SIDA no existe. ¿Cuál es su cometido en este mundo? Vender el milagroso Dióxido de cloro que lo cura todo, probablemente hasta la calvicie.

En este punto no me centraré en sus patrañas, sino en el hecho de que todas esas terapias alternativas no es otra cosa que buscar soluciones a problemas complejos desde lo irracional, lo esotérico, lo Ideal… que viene a ser lo mismo que rezar. En definitiva, al tratar de curar en vez de prevenir desde la razón, buscando al agente, se está medicalizando el problema.

  • Es que yo prefiero los productos naturales frente a lo químico, lo sintético.

La quimiofobia. Partamos de que todo es química. La biología es la hija de la química y la nieta de la física. Aquí no me extenderé. Qué es natural y qué no, es una operación de marketing de las multinacionales verdes. Todo producto es perjudicial en una cantidad determinada. Y punto. Como ejemplo de producto “natural”, milenario, tradicional, utilizado en agricultura ecológica; y venenoso, que posiblemente esté implicado en Parkinson, la rotenona, de la que ya escribí.

Método científico

Lo anticientífico es irracional, religioso, esotérico, sin una base material, sin pruebas.
El que exista un 50% de probabilidades de que salga cruz, no quiere decir que cada vez que lances la moneda va a salir una vez cara y la siguiente cruz. Te pueden salir 3 caras seguidas, y aún así, la probabilidad seguiría siendo el 50%.

Estás muy malo, no puedes ir a clase, un trancazo del quince. Así llevas 3 ó 4 días, pero hoy estás peor. Total, al final decides ir al homeópata a que te de unas pastillitas. Te las tomas antes de dormir, y a la mañana siguiente te encuentras mucho mejor, tanto que puedes ir a clase. ¿veis?, ¡la homeopatía funciona! Cambia homeopatía por: zumo de limón con coñac y miel, rezos, reiki, shiatsu, un chute de antibióticos caducados del compañero de piso, media botella de whisky…. Todo funciona. ¿por qué? Porque lo más probable es que tomes algo cuando  peor estás, y cuando se alcanza el pico de enfermedad (curable), lo más probable es que mejores. Es así de sencillo.

Una historia personal. De pequeño tuve “problemas respiratorios”, infecciones y demás. Estuve muy chungo, según mis padres a punto de palmarla. Los antibióticos no surtían efecto. Al final decidieron llevarme a un naturópata, que recomendó pararlo todo y me mandó un montón de tratamientos naturales alternativos. Hay uno que recuerdo especialmente (o porque me lo han contado muchas veces): cuando tosía mucho me preparaban zumo de cebolla cruda. También jugo de hoja de cactus ¿con miel? ¿Para la fiebre?, nada como leer un tebeo con el culo remojado en agua fría. ¿Para la “psoriasis”?, dietas vegetarianas hipocalóricas…

¿A que os imagináis el resultado? Aquí estoy, más sano (ejem) que unas pascuas escribiendo esto. Una de los tratamientos más eficaces parece que era el zumo de cebolla. ¿Y es que hay algún inhibidor de la tos más potente que la amenaza del zumo de cebolla?

¿Me curó toda aquella terapia? ¿Cómo puedo saber que no fue mi sistema inmunológico el que combatió la infección y no la dieta? Pues para saberlo tendría que vivir una vida paralela donde no la hiciera. Como eso no es posible, la única manera de saber si una terapia funciona es utilizar el método científico, un ensayo clínico.

En esa época vegetariana mis padres y yo íbamos a una granja payesa, de una mujer que había sobrevivido a un cáncer terminal… mediante una vida armoniosa, dedicada a los demás, al vegetarianismo, etc. ¿Eso significa que la curó esa vida? Pues no lo podemos saber, probablemente no. Porque ¿cuántas personas deciden algún tipo de no-terapia alternativa frente algo tan dramático como un cáncer? Muchas, y pasarán a la historia de las leyendas alternativas aquellas que se curaron, no las que murieron. Y es que como decía al principio, el 1% de las personas a las que les dice el médico “Que te mueres”, se curan. Y además de curarse, pasan a la historia.

Además, el efecto del placebo es muy poderoso. Por ello, tanto en el laboratorio, como en la clínica es necesario que la investigación sea rigurosa y objetiva. Con controles, dobles ciegos, etc.  Existen los mecanismos para reducir tanto la influencia del investigador sobre el resultado del experimento, como el poder de nuestra mente sobre la enfermedad. De esta manera se puede saber con muchísima precisión si un tratamiento funciona, cómo, por qué, cuándo… Sin necesidad de supersticiones, historias individuales, rituales ni creencias.

No quiero alargarlo mucho más. Este artículo era el más urgente, el próximo será un análisis crítico del sistema científico y las farmacéuticas.

No utilicéis el método Bush, o conmigo o contra mí, o sea, como ataco lo alternativo estoy con el enemigo. A los científicos (en un sentido amplio) que leéis esto no menospreciéis el poder de los charlatanes y curanderos del siglo XXI. En Sudáfrica han matado a miles, en Reino Unido la vacunación triple vírica disminuyó de un 92% en 1996 a un 73% en la actualidad, en Westminster sólo el 38% de los niños había sido vacunados a los 5 años. Esto es dramático, tanto como lo puede ser la privatización de la sanidad. Tenemos que luchar contra el oscurantismo del esoterismo y las religiones anti-científicas del siglo XXI.

Fuente: Moncadista

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