jueves, marzo 28, 2024
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La batalla por una paz que incluya a todos

Todas las luchas deben desembocar en una gran cumbre social popular que se ponga en la vanguardia de las reivindicaciones que exige la mayoría de los ciudadanos y en la propuesta de una asamblea nacional constituyente que logre un viraje en las políticas neoliberales

Trabajador

Alfonso Velásquez

Han transcurrido 26 meses desde que se iniciaran los contactos entre las FARC-EP y el Gobierno nacional con el propósito de adelantar un proceso de conversaciones que desembocaron en una negociación para lograr una solución política negociada en vez de una salida militar. Durante estos meses, ha habido en el trasfondo una confrontación persistente por parte de la extrema derecha, a través de sus máximos exponentes Álvaro Uribe y Alejandro Ordóñez, que repiten los integrantes del Centro Democrático y el sector más retardatario del Partido Conservador.

El documento de la Comisión Histórica del Conflicto, elaborado por un selecto grupo de intelectuales de las distintas vertientes del pensamiento político, logró poner en un techo muy alto y visible las causas, desarrollo y consecuencias de la guerra civil no declarada en que nos encontramos los colombianos desde muchos años: La masacre de las bananeras, la persecución sindical persistente desde la creación de los primeros sindicatos hasta la fecha, que suma miles y miles de compañeros y no solo de 1986 para acá, que es la fecha que han tomado para efectos de las indemnizaciones de una parte del movimiento sindical colombiano.

No obstante, es importante aclarar que los asesinatos y la persecución se han hecho más agudos contra los militantes de izquierda; es el caso del genocidio contra la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano. Por ejemplo en las últimas dos décadas del siglo pasado y comienzos del presente, con el propósito macabro de crear un ambiente de miedo para que nadie luche por los cambios que requiere urgentemente la nación, que se debate entre la corrupción, la politiquería y el clientelismo y que esa extrema derecha se acostumbró a gobernar bajo la intimidación y el miedo de la inmensa mayoría de la población.

El 9 de abril de 2013 se realizó una movilización gigante reclamando paz con justicia social, al igual el pasado 9 de abril del presente año, exigiendo un cese bilateral de fuegos, rechazando el Plan Nacional de Desarrollo, que va en contravía de lo que se persigue en los diálogos de La Habana.

Viene el paro nacional indefinido del magisterio, continúa la huelga en Cerro Matoso, la lucha de los trabajadores petroleros por el derecho al trabajo, la negociación del sector estatal en sus tres niveles (nacional, departamental y municipal), la resistencia de los trabajadores de la caña de azúcar contra los despidos y un enorme grupo de sindicatos del sector privado en lucha por sus reivindicaciones.

Esto significa que se necesita coordinar todas esas luchas que deben desembocar en una gran cumbre social popular que se ponga en la vanguardia de todas las reivindicaciones que exige la inmensa mayoría de los ciudadanos y en la propuesta de una asamblea nacional constituyente que logre un viraje en las políticas neoliberales que tanto daño le han hecho a la nación.

En este Primero de Mayo, deben visibilizarse todas las reivindicaciones de los trabajadores en materia de seguridad social, e ir concretando un plan de unidad de acción que conduzca a un paro con movilizaciones que derrote la ley de control fiscal, que conquiste el Estatuto del Trabajo, una Constitución democrática que ratifique además los acuerdos entre la insurgencia (FARC-EP, ELN y EPL) y el Estado y los cambios de fondo que el país requiere de manera urgente para garantizar una paz estable y duradera.

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