Nelson Lombana Silva
El Partido Comunista Colombiano se dispone a cumplir 83 años luchando por la paz con justicia social, la unidad del pueblo y el socialismo. Desde su fundación ha luchado por la unidad de todos los trabajadores y de los revolucionarios colombianos sin escatimar esfuerzos y grandes sacrificios.
Emergió de lo más profundo de las entrañas de la lucha política de la clase obrera y el pueblo, aportando organización, sentido y conciencia de clase. Hace parte de casi un siglo de lucha del pueblo personificado en los trabajadores, obreros, campesinos, indígenas y afrodescendientes.
Las principales raíces se remontan a los inicios de las primeras resistencias de nuestros antepasados, aquellos que defendieron con dignidad y patriotismo la libertad, la cultura y la idiosincrasia.
Habría que recordar a los Comuneros, a la gesta independentista liderada por Bolívar, Sucre, José Antonio Galán, Antonio Nariño, Luis Tejada y tantos héroes y heroínas de la talla de Antonia Santos, Policarpa Salavarrieta, Manuelita Sáez y María Cano, entre otras. Lucha que ha trascendido, depurado y consolidado a pesar de la dura represión del enemigo de clase del pueblo: la burguesía altamente transnacionalizada y apátrida.
El Partido Comunista Colombiano es la organización clasista de los trabajadores de la ciudad y del campo, sometidos a la infame explotación del hombre por el hombre durante largos y prolongados decenios. Bien dice los estatutos: “Es la unión voluntaria de hombres y mujeres libres; es una forma consciente de organizarse”[1. Programa y Estatutos. Edición actualizada 2012. Partido Comunista Colombiano. Página 67. Izquierda colombiana: De oposición a opción de poder].
Además, es un partido antiimperialista, antimonopolista y antioligárquico, que lucha abiertamente por la democracia, el socialismo y el comunismo. Es internacionalista, solidario y fraternal, se inspira en la ética revolucionaria y en el humanismo.
Su historia cargada de heroísmo y sacrificio señala autoridad para proponer en el siglo XXI un gran frente amplio y democrático capaz de unir las distintas izquierdas, por pequeñas o grandes que éstas sean, un frente capaz de superar la oposición y ser opción de poder. Es el gran desafío de las izquierdas en el siglo XXI. Todos esos principios que viene proponiendo la izquierda al calor de la lucha revolucionaria se deben cristalizar en la alteridad de ser poder.
Valores como la democracia, la decencia en el manejo de la cosa pública, hacer coincidir lo que se dice con lo que se hace, la construcción del hombre nuevo del cual hablara el guerrillero heroico Ernesto Che Guevara, el humanismo, la crítica, autocrítica, la planeación y la evaluación permanente, se deben materializar en la práctica y los únicos destinados a hacer realidad esa utopía son los hombres y mujeres que militan en la izquierda.
Hacer realidad esos valores al interior de un pueblo que sucumbe en el estiércol de una burguesía antidemocrática, sectaria, egoísta, criminal, mañosa, embustera y carroñera, son claros inicios del comienzo de ser opción de poder, por cuanto se ha dicho que existe una distancia entre la teoría y la práctica. La izquierda debe superar esa distancia. Es el gran reto que la diferenciará de las oscuras prácticas de la derecha, las cuales cada vez son más inocuas e incapaces de resolver los anhelos y las expectativas del pueblo colombiano.
Trabajar por la unidad y el desarrollo del frente amplio, democrático e incluyente, alrededor de un programa claro y de izquierda nos debe comprometer a todos y todas. El pueblo debe alzarse con el poder más temprano que tarde.
