Alberto Acevedo
Es necesario mirar con mucha atención las particularidades de la política británica para entender, cómo es posible que a la primera ministra de ese país, Theresa May, le niegan en la Cámara de los Comunes el acuerdo sobre el brexit, por el que trabajó durante todo su mandato hasta el día de hoy, y menos de 24 horas después la misma bancada parlamentaria, incluso los que no estuvieron de acuerdo con el brexit, en forma mayoritaria rechazan una moción de censura propuesta por la oposición laborista, tirándole una tabla de salvación para que siga adelante tratando de sacar adelante una iniciativa política que no parece tener perspectivas.
En efecto, el pasado 15 de enero, un bloque parlamentario mayoritario, del que hicieron parte no solo los laboristas, dirigidos por Jeremy Corbyn, sino una buena parte de los conservadores, el partido de la primera ministra, rechazaron el texto del acuerdo al que May había llegado con la Unión Europea en Bruselas en torno al brexit, al considerar que los términos del acuerdo desfavorecen los intereses británicos.
La decisión significó una tremenda paliza política para la primera ministra, si se tiene en cuenta que su llegada al gobierno fue producto de una elección anticipada tras la consulta popular en que se impuso la idea del brexit y su tarea principal al frente del gobierno era alcanzar una negociación que permitiera la salida menos traumática del bloque europeo.
Debió renunciar
El resultado de la votación representó la peor derrota política para la primera ministra, un hecho que no se veía en ese escenario parlamentario desde 1924, en un pulso en el que el vencedor indiscutible de la contienda fue el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, a quien todos ven como seguro ganador del cargo como nuevo primer ministro en el momento en que se convoque a elecciones.
Justamente Corbyn dijo al término de la votación que cualquier ministro anterior, con una pisca de vergüenza, hubiera renunciado de inmediato al cargo, sin someterse a más cuestionamientos del órgano legislativo. Consecuencia lógica del hecho de que May lleva tres años de su mandato negociando con la Unión Europea, y todos los acuerdos alcanzados se vinieron al traste.
Pero, lo que pueden las coaliciones, el voto de censura solicitado por la oposición se celebró al día siguiente, y muchos de los parlamentarios que ordenaron la sepultura del brexit, dieron sin embargo un voto de confianza a la primera ministra, para que presentara, a más tardar el lunes de esta semana, un plan B, para someterlo a consideración de la Cámara de los Comunes, y más tarde al Consejo Europeo, en Bruselas.
Miedo a Corbyn
Analistas consideran que tanto el partido conservador, mayoritariamente crítico del brexit, como la coalición de partidos que apoyan a Theresa May, pese a que en buena parte no comparten los resultados de su gestión, sienten pánico ante el hecho de que si precipitan la renuncia de la líder conservadora, habría que convocar forzosamente a elecciones anticipadas en las que se abriría paso la elección del opositor Jeremy Corbyn. Este por su parte, es considerado un socialista radical, amigo de Hugo Chávez, defensor del proceso bolivariano en Venezuela, enemigo de la OTAN, y para ellos su llegada al poder es peor que el brexit.
De esta manera, en lo inmediato se evita una crisis política de mayores proporciones, y la titular del gobierno británico deberá, en cuestión de horas, hacer un doble cabildeo, de una parte con las mayorías parlamentarias de su país y de otra con Bruselas, que hasta la semana pasada se cerraba en la banda al decir que el acuerdo logrado era “el mejor posible” y no había espacio para una nueva negociación.
Un milagro
En estas condiciones, la Gran Bretaña se enfrentaba a la posibilidad de un brexit sin acuerdo con la Unión Europea, que para muchos significa mayor desempleo e inflación desbocada. O anular el brexit, asunto que la justicia europea no consentiría sino después de que entre a regir el acuerdo entre May y el bloque europeo. Una opción que algunos consideran extrema, es convocar de nuevo a un referendo popular en torno a si el Reino Unido permanece o no en el bloque europeo.
La idea de Theresa May era lograr una salida ordenada del bloque, con un control británico de sus fronteras, sus leyes, su dinero, sin que Bruselas esté metiendo las narices cada día, con una política independiente de comercio. Pero como se dice en Colombia, la primera ministra se dejó medir el aceite, y una salida en estos términos parece un milagro.
En lo pactado con la UE se habían establecido que la salida de la Gran Bretaña debería darse este próximo 29 de mayo. Con los resultados de los debates parlamentarios es posible que esa decisión se aplace. Pero los ingleses estarían de todas maneras ante un brexit agónico y frente un panorama político incierto y caótico.