Un Gobierno militarista e incapaz

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Protesta en el Hospital de Kennedy en Bogotá.

El paquete de medidas adoptadas por Duque para afrontar la pandemia, se ha caracterizado por privilegiar los intereses del empresariado y del sector financiero, a costa de la mayoría del pueblo. La atención a los más necesitados no llega, el desempleo asciende sin ninguna garantía para la clase trabajadora y la economía se desacelera rápidamente. La estrategia comunicativa del gobierno consiste en maquillar la realidad, manipulando los datos reales de los afectados y fallecidos para mostrarnos un país caricaturizado que solo existe en las pantallas de los televisores y en las frases de los locutores de los radioperiódicos. En la tozuda realidad diariamente aumentan el número de fallecidos, ya van 127 y los contagiados 2.979, según reporte del 14 de abril. Mientras tanto el Presidente cree que exorciza la pandemia con sus recurrentes pantallazos en la televisión.

Afrontar la crisis significa valorar la importancia de la información veraz, en esa forma se sabe cuántas son las falencias del sistema de salud-hospitalario y, por tanto, de urgencia se debe tratar de ampliar la capacidad de los hospitales y dotarlos con ventiladores, insumos para el diagnóstico pronto del Covid-19, incluyendo el equipamiento necesario para proporcionar bioseguridad a los profesionales del área de la salud.  Se necesitan además los recursos financieros y la voluntad política de emplearlos en el sector salud con prontitud.

Las medidas tomadas por el presidente no son transparentes, hace fraude con los dineros públicos destinados a los más pobres. Producen vergüenza los niveles de corrupción del establecimiento, al pretender sacar ventaja en medio de la desgracia, la pobreza y necesidad de la gente. Ahora resulta que hay corrupción en el Programa de Ingreso Solidario, que beneficia con 160 mil pesos a tres millones de hogares en situación de vulnerabilidad.

Las denuncias que se dieron masivamente en las redes sociales demostraron el cúmulo de irregularidades, pues los dineros han sido entregados a personas que no carecen de ingresos; aparecen en los listados personas fallecidas. Aparecen también cédulas falsas, entre otras anomalías. Ante semejante caos, nos preguntamos: ¿estarán los marginados y urgidos de la ayuda estatal recibiendo las sumas de dineros necesarios para aliviar su situación desesperada por las carencias de insumos vitales?

Que este Gobierno no tiene entre sus prioridades la salud de los colombianos más pobres y que se prepara para reprimir a los excluidos que salgan a exigir la atención debida del Estado y que no la reciben oportunamente, lo demuestra la inversión que acaba de hacer el presidente Iván Duque, no en salud, no en alimentos, no en educación. Pero sí en armas, en gases lacrimógenos y en móviles de guerra.

En medio de la emergencia generada por la pandemia, el presidente decidió seguir priorizando los gastos del presupuesto público en insumos militares. Duque compró cinco tanquetas para el Escuadrón Móvil Anti Disturbios (Esmad) por un valor de 7.900 millones de pesos. Esto, sin importar que el deber del gobierno es responder al rechazo generalizado a ese cuerpo policial, pero que tiene acciones agresivas y tan violentas que trata al ciudadano protestante como si fuera su encarnizado enemigo. El presidente Iván Duque en lugar de reeducar al Esmad, lo dota con más equipamiento de guerra. Es la misma política de terror de Álvaro Uribe que condujo a los generales de las Fuerzas Armadas a los crímenes de Estado.

En cambio, los héroes de la medicina, afrontan sus actividades profesionales riesgosas por la agresividad del coronavirus, el cual ya ha causado miles de muertes, incluso entre profesionales de otros países óptimamente dotados con su indumentaria protectora, en cambio aquí médicos y paramédicos pretende el Estado que financien su equipaje de protección. Y como si fuera poco el maltrato a los médicos y sus colaboradores, a quienes hipócritamente vitorean, y, sin embargo, intenta manu militari obligarlos a trabajar, con contratos leoninos y con las humillantes órdenes de prestación de servicios, que utiliza el Gobierno para consolidar y aumentar el trabajo informal.

Las medidas tomadas por el Gobierno nacional hasta ahora han sido ineficientes y el mandatario, o no es consciente de su inoperancia o es indiferente a lo que suceda con los infectados y peor aún la posibilidad de que se deteriore la situación y prolifere la infección desmedidamente y colapse el sistema clínico-hospitalario y se produzca una mortandad, similar a la ecuatoriana. Entonces las apariciones televisivas presidenciales, se harán ante un pueblo asfixiado en su dolor y luto y al límite de una desesperación, que puede ser fértil  en sus posibilidades de generar los cambios que la situación exige, incluida la llegada al poder de un Gobierno realmente democrático, que beneficiaría a las grandes mayorías, marginadas  de los beneficios y el disfrute de una política que privilegie los intereses del pueblo y que garantice una distribución equitativa del producto del trabajo colectivo y el aprovechamiento racional de los recursos naturales. Que, además, sea capaz de afrontar y resolver exitosamente situaciones calamitosas como la actual pandemia, sin sacrificar al pueblo.

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