El país africano es uno de los que más recursos naturales posee en el continente. Su producto interno bruto per cápita es cuatro veces superior al de la mayoría de los países de la región subsahariana, y se debe fundamentalmente a la extracción de petróleo y manganeso
Alberto Acevedo
Miles de pobladores se lanzaron a las cales de las principales ciudades de Gabón, en la mañana del 30 de agosto pasado, cuando los medios de comunicación del país africano trasmitieron la noticia de que los militares habían dado al traste con el gobierno del presidente Alí Bongo, que representaba a una dinastía familiar, que gobernó al país en los últimos 55 años.
El alto mando militar informó que había dispuesto el cierre de fronteras, la suspensión de la totalidad de órganos administrativos, legislativos y judiciales, la integración de una Junta de Gobierno provisional y la designación de un poder ejecutivo transitorio, en cabeza del general Brice Oligui Nguema, jefe de la Guardia Republicana, un cuerpo élite del ejército.
El detonante de la acción militar fue el anuncio, en las 24 horas anteriores por parte de las autoridades electorales, de que el presidente Bongo había resultado reelegido, para un nuevo periodo presidencial, en unas elecciones que los mandos castrenses y observadores independientes calificaron como “fraudulentas”.
No paran los alzamientos
Los militares declararon que Bongo había sido puesto bajo arresto domiciliario, “rodeado de sus familiares y sus médicos”. Uno de sus hijos, Noureddin Bongo Valentin, fue detenido por “alta traición”. También fueron detenidos altos funcionarios del régimen, consejeros de la presidencia y los dos principales responsables del poderoso Partido Democrático Gabonés, PDG, acusados de traición, malversación de fondos públicos, corrupción y falsificación de la firma del presidente.
A pesar de que varios países miembros de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, Cedeao -cada vez más cercana y funcional a los Estados Unidos y Francia-, y las Naciones Unidas, condenaron el golpe de Estado de julio pasado en Níger, y ahora hacen lo mismo con Gabón, esto no parece detener la serie de revueltas nacionales que se vienen presentando en el continente africano, protagonizadas por los militares.
Desde 2020 se han producido en el continente negro golpes militares en Guinea, Mali, Níger, Chad, Burkina Faso, Sudán y Gabón. Y en la historia moderna del continente, se registran no menos de cien golpes de Estado.
Modelo ideal para Francia
La particularidad de la actual ola de movimientos rebeldes es que varias de las naciones que han vivido estos cambios, sugieren la idea de constituir y fortalecer un frente antiimperialista, que instaure gobiernos de transición democrática y defiendan las riquezas naturales de los países, saqueadas por empresas transnacionales de capital francés y norteamericano. Importante recalcar que los golpes militares han sido protagonizados por unas fuerzas armadas imbuidas de un sentimiento antimperialista.
En el caso de Gabón, el reciente golpe castrense ha interrumpido el poder de una dinastía familiar, iniciada con la llegada a la presidencia de Omar Bongo, quien gobernó durante 42 años, desde 1967 hasta 2009, cuando falleció. Un dato anecdótico es que Omar Bongo regularmente obtenía el 99 por ciento de los votos, en elecciones donde no había otros candidatos.
Al terminar su mandato, el antiguo presidente tenía en Francia 79 cuentas bancarias, 39 apartamentos, dos automóviles Ferrari, seis Mercedes Benz, tres Porsche y un Bugatti. Se dice que su hijo, Alí Bongo, quien acaba de ser derrocado y estuvo en el poder desde 2009, es mucho más rico que su padre. Pero ese era un modelo de democracia que gustaba mucho a los franceses.
Por eso la caída de la dinastía provocó tanto júbilo popular y el respaldo a los militares que dieron el golpe. Algo similar a lo de Níger. Es la celebración de un merecido y esperado sueño.
Gabón es el primer productor de manganeso en el mundo, un mineral que en su mayoría es extraído y transformado por la empresa minera francesa Eramet, la misma que explota y se lleva el litio en Argentina. A raíz del golpe, las acciones de la minera cayeron en más del 20 por ciento en la Bolsa de París.
Colonialismo presente
El país africano es uno de los que más recursos naturales posee en el continente. Su producto interno bruto per cápita es cuatro veces superior al de la mayoría de los países de la región subsahariana, y se debe fundamentalmente a la extracción de petróleo y manganeso.
A pesar de que se independizó de Francia en 1960, la huella del colonialismo sigue presente en la economía del país. Las grandes empresas transnacionales siguen dominando la minería, los hidrocarburos y el sector maderero. La prensa regional suele mostrar datos macroeconómicos referidos a la “prosperidad” de Gabón. Pero la gran mayoría de los pobladores sigue viviendo en la pobreza. Las inmensas riquezas del país no las disfruta ese pueblo.
Las reacciones en el mundo han sido diversas. De expectativa entre los sectores democráticos, de condena en los países cuyas empresas extractoras se han visto afectadas por las jugadas militares en el ajedrez político africano. El jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, expresó cautela al criticar que los militares intervinieron después de una elección injusta.
“Naturalmente, los golpes de Estado no son la solución, pero no debemos olvidar que en Gabón hubo unas elecciones llenas de irregularidades”, declaró Borrell al día siguiente del golpe.