Fútbol y paz, allá donde el Gobierno no llega

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Equipo de fútbol de PARE. En el centro, de sudadera negra Ansisas García.

Ansisas García, excombatiente de las FARC, es fundador de PARE, un club deportivo que ofrece a los jóvenes del Pacífico colombiano una opción de convivencia y progreso

Pablo Arciniegas 

El club deportivo PARE (acrónimo de paz y reconciliación) es unas de las pocas alternativas que tienen los niños y jóvenes chocoanos más pobres para practicar fútbol, aún cuando su región es cantera de los equipos más reconocidos de Colombia. Sin embargo, llevar el deporte a pueblos donde la presencia del Estado es casi nula no ha sido sencillo, y Ansisas García, fundador de PARE y excombatiente de las FARC, sabe bien la poca atención que hoy el Gobierno le presta a una iniciativa como la suya.

De la lucha armada a la cancha

Crear un club deportivo para acercar a las comunidades más vulnerables no fue una idea que Ansisas tuvo tan pronto se firmaron los Acuerdos de Paz. Viene de antes, cuando era conocido como Pedro Baracutao, comandante del frente 34 del bloque Efraín Guzmán, de las FARC. En ese entonces, una de sus tareas en la lucha revolucionaria era organizar actividades deportivas en pueblos muy remotos del Atrato, donde no había ni balones.

“Realizamos varios eventos en esta zona, hasta se hizo un torneo en el río Bebará con 32 equipos. Y la verdad es que las comunidades, como nos conocían y no nos satanizaban, siempre nos recibían con alegría. Los jóvenes nos pedían que volviéramos para jugar, y, por eso, cargaba con los guayos y con mi equipo dentro de la guerrilla”, cuenta Ansisas.

Y aunque su intento de mezclar la lucha revolucionaria con el fútbol le trajo alegrías, muchas veces fue sancionado porque jugar con la comunidad le significaba convertirse en objetivo de la inteligencia militar. Precisamente fue por esta razón que se acogió al Proceso de Paz, para dedicarse tranquilamente al deporte y crear escuelas de fútbol que generen un cambio social.

“En el primer año de la dejación de las armas, fundamos nuestra primera escuela en Mandé, en la región del Urrao, Antioquia. Allí existía un Punto Transitorio de Normalización (PNT), en el que los menores estaban siendo atraídos por el microtráfico, entonces organizamos con los líderes, y los papás lograron para reunir lo de un profesor de fútbol por cinco meses, luego yo asumí este gasto hasta que por falta de recursos no pudimos continuar”, explica el excombatiente.

Sin olvidar la escuela de Mandé, Ansisas luego traslada su iniciativa a Quibdó y consigue apoyo de otros excombatientes y profesionales en deportes de la Universidad de Chocó, para llevarla a más municipios del departamento. Aquí es donde arranca su larga gira en búsqueda de patrocinio institucional. “Toqué la puerta en Coldeportes, hoy Ministerio del Deporte, y en Indecho (Instituto de deportes y educación física del Chocó), pero parece que a nadie le llamó la atención”.

La colaboración, en cambio, la vino a encontrar en el sector privado, aunque muchas veces tuvo que rechazar la oferta de empresarios que le prometían su apoyo si se concentraba en encontrar un talento que pudiera venderse en el exterior. “No fundé PARE para que a los muchachos y muchachas los fueran a tratar como moneda sino para construir paz. Por suerte y de tanto contar esta historia, conocí el club Diekin de Medellín, que nos cedió su ficha en la primera B de Antioquia y así empezamos”.

Un gol a la violencia

Otro de los grandes aliados de PARE es la Universidad de Antioquia, que le ha ayudado a formalizarse como club y escuela en Medellín, Mande y Urrao. El único problema ha sido la cobertura, puesto que los corregimientos del Chocó, por su ubicación, están por fuera del proyecto. “Es la triste realidad que se vive en el departamento: aquí nacen deportistas de alto rendimiento, pero no hay empleos ni oportunidades que les den otra opción distinta de la informalidad y la violencia”, dice Ansisas.

Pero, a pesar de este escenario, él no ha dejado de buscar patrocinio. De hecho, la difícil situación por la que atraviesan sus escuelas del territorio chocoano hoy la conocen hasta en la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN. Además, en una de las fugaces visitas del presidente Duque a Chocó, él mismo le entregó una camiseta del club, pero a la fecha el Gobierno ni ha respondido ‘haciendo cabecitas’.

“Nos están incumpliendo con el proceso”, lamenta Ansisas, para quien resulta demoledor ver que la situación de abandono en su tierra todavía no cambia, y agrega: “Nací en Acandí y antes de mis 29 años de lucha armada quería ser futbolista y boxeador, pero tal como sucede ahora no había oportunidades. Antes vi morir grandes talentos, personas que ni debían ser guerrilleros, y ahora los veo morir gracias a un conflicto social que no se quiere resolver”.

Por esta razón, cada niña y niño que juega en PARE es un soldado menos en la cruel guerra que se vive en el Pacífico colombiano, una guerra de masacres y carteles de droga, y donde cada día muere o es amenazado un líder social o un excombatiente. “¿Miedo?, claro que siento miedo, pero es más el amor que siento de jugar fútbol con los muchachos, porque aquí conoces niños que te piden dos mil pesos para que una moto los traiga de su casa, en un lugar bien alejado. ¿Cómo les vamos a decir que no?”, agrega Ansisas.

Triunfos, a pesar de todo

Con el respaldo de amigos y de quienes sí creen en la paz, PARE sigue creciendo sin importar la poca ayuda del Estado. De los 15 niños con los que inició la escuela hoy son 400 jóvenes que esperan convertirse en jugadores profesionales. Además, gracias a la gestión de Ansisas, se han podido abrir más escenarios deportivos en Quibdó, donde paradójicamente proliferan las canchas privadas de fútbol ocho, que cobran 120 mil pesos por una hora.

“Recientemente hicimos un torneo en el Estadio de Quibdó y fue maravilloso ver la cantidad de jóvenes que esperaban su turno para jugar, porque se tenían que cumplir los protocolos de bioseguridad”, dice.

Por otra parte, en el 2018 el equipo femenino de PARE, integrado por excombatientes, hizo su debut en el torneo Hexagonal de fútbol La Paz en Bogotá, el cual se realizó en el estadio Timiza en la localidad de Kennedy, y del que salió campeón. Asimismo, el club se ha expandido a municipios como Mandé, Beté, Tanando, Samurindo, Murindó y Medio Atrato, mientras que se logró que William Borja, exasistente del Deportivo Independiente Medellín, se convirtiera en el director del Diekin-PARE.

Solo falta mencionar que los equipos PARE Colombia Reposo y Niño Jesús compitieron en la Copa contra la violencia intrafamiliar del departamento.

“No solo somos un club, sino una plataforma de paz. Hoy contamos con centros de formación y una fundación enfocada en acercar a los colombianos que son víctimas de la violencia. Además, proyectamos crear una tienda de productos deportivos con la que podamos empezar a generar ingresos y ser más autónomos”, añade el excomandante de las FARC.

Pero, por lo pronto, la estrategia que PARE hoy utiliza para captar recursos es un Vaki en el que se pretende llegar a los 50 millones de pesos destinados a cubrir el funcionamiento de las escuelas durante los próximos meses, y al que se puede ingresar en la siguiente dirección: https://vaki.co/es/vaki/clubparecolombia

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