jueves, abril 18, 2024
InicioEdición impresaFuerza y convicción para la paz

Fuerza y convicción para la paz

Que algunas mujeres se hallan alzado en armas, no es antinatural, lo antinatural es y ha sido el horror que por cuenta de la injusticia generalizada hemos vivido por décadas.

Participación de las mujeres rusas en la guerra.
Participación de las mujeres rusas en la guerra.

Quimbaya Inti

Las estadísticas que se conocen sobre las guerras dan cuenta entre sus cifras frías y nefastas de altos porcentajes de violaciones a mujeres, de hijos producto de estas, con hombres del ejército invasor como forma de sometimiento y humillación, de todo tipo de vejámenes; todo esto es muestra de sociedades patriarcales, que en el marco de la guerra se expresan así en el límite de la barbarie.

En la Edad Media, la guerra con todos sus argumentos, se mostraba socialmente como parte de lo masculino, desde la responsabilidad adjudicada en exclusividad a los hombres de defender, proveer, mostrarse siempre fuertes; todo esto se veía en los deportes que se practicaban, en las actividades públicas a las que a la mujer se le negaba el derecho a acceder, en la que ellos derrochaban músculos, “hombría”. Es por esto que cuando se da la participación de las mujeres en las guerras, el papel que prioritariamente pudieron asumir fue el de socorrer a los heridos, más como un acto de cuidar a los suyos, que como expresión de lucha o resistencia; teniendo como siempre algunas excepciones, como Juana de Arco en Europa, Manuela Sáenz en nuestra Gran Colombia, o la gran Carlota, mujer emancipadora que fue atrozmente asesinada por tener el valor de pelear por la libertad de los suyos en las fincas de la Cuba pre independentista en el año 1843. Esta aguerrida mujer lucumí, a quien en honor a su valentía se bautizó la compañía que peleara solidariamente en Angola “operación Carlota”, se enfrentó a los esclavistas y aunque desmembrada en castigo a su arrojo, logró su cometido.

Siglos después durante la Primera Guerra Mundial las mujeres son aceptadas como miembros formales de los ejércitos. Una vez más, su trabajo, en alto porcentaje, era el de enfermeras, cocineras y domésticas en el campo de batalla. Con excepciones destacadas como la de María Bochakariova, guerrera valiente, quien dirigió el llamado “batallón de la muerte”, perteneciente al ejército ruso, el cual llegó a tener en sus filas 2.000 mujeres que pelearon bajo el lema “Falta voluntad de vivir, si Rusia perece”.

En la Segunda Guerra Mundial el ejército soviético que asumía a las mujeres como iguales le da ingreso a por lo menos un millón de ellas y las inmiscuye desde todos los ámbitos; en el grupo especial de defensa aérea de Moscú servían 20.000 mujeres y en la marina 25.000, a las mujeres que combatían en los frentes se les entregaron 300 mil condecoraciones, a 86 mujeres les entregaron el título de heroínas de la Unión Soviética. Ejemplo de ellas es Nina Lobkovskaya francotiradora, como muchos de los jóvenes de esa generación se alistó en el ejército con la convicción de defender a la madre patria, o Natalya Mieklin quien voló 840 misiones con cualquier avión que pudo encontrar y recibió condecoraciones como la Orden de Lenin y la de heroína de la Unión Soviética, todo esto porque concibieron el ejército como un espacio para defender una causa justa; no en vano el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial se le debe al ejército Soviético; son los rusos quienes ponen el mayor número de bajas, 8.860.400, fueron ellas y ellos quien derrotaron a Hitler, y conquistaron Berlín.

Al mirar la guerra cubana de liberación que duró siete años, vemos a las mujeres disponiendo su vida para, acorde a sus principios, alcanzar la meta propuesta; en nuestra historia propia y remontándonos en ella al ejército libertador, se destaca la labor valiente de la inolvidable Manuela Sáenz que llegó a ser coronela como fruto de su valiente decisión y desempeño en su accionar revolucionario.

En el conflicto actual hemos visto a mujeres asumir liderazgo desde distintos puntos, como lideresas sociales y políticas. Las mujeres que asumieron ser combatientes lo han hecho con la convicción de buscar, no el reconocimiento o destacamento social, sino la búsqueda de una patria más justa; cediendo incluso el derecho a engendrar hijos por asumir el derecho a engendrar patria, una patria justa para todos. Desde la posibilidad del cese del conflicto armado, como mujeres, esperamos unirnos desde todos los espacios para continuar con ahínco y determinación estructurando cambios, desde la construcción social; lo que nos mueve es el mismo deseo de transformación.

Que algunas mujeres se hallan alzado en armas, no es antinatural, lo antinatural es y ha sido el horror que por cuenta de la injusticia generalizada hemos vivido por décadas; las mujeres disponemos de la fuerza interna, la dedicación y la convicción, que ponemos, una vez más, al servicio de esta patria, que siendo nuestra, queremos construir con equidad; tal y como lo soñaran Manuela Sáenz, Policarpa Salavarrieta, María Cano, Yira Castro, Lucía, Olga, Tania, Shirley, Vicky, Helena.

Tantas y tantas que han estado, que están, que han aportado y continúan aportando, desde el lugar que la vida, las circunstancia, las decisiones y las fuerzas les han dado; sabemos que no es tiempo de parar, que es el momento de seguir construyendo; sabemos que el estar vivas es la señal que necesitamos para continuar con determinación, paciencia y acción.

Artículo anterior
Artículo siguiente
RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments