Para nuestro Comandante en Jefe, el deber de criticar no podía ser un acto formal ni podía ejercerse a la ligera, como una rutina o para cumplir una tarea. Para él, la crítica es un método, un instrumento de educación y de formación, siempre en función de mejorar a las personas
Jorge Lezcano Pérez (*)
En el Programa del Partido Comunista de Cuba aprobado en su III Congreso se hace un llamado a los cuadros y militantes a “aprender y generalizar las enseñanzas del compañero Fidel”, “a aprender de su permanente análisis crítico de nuestros errores y deficiencias”.
Han transcurrido 38 años de ese llamado y su vigencia es total en el empeño de enfrentar y resolver los problemas políticos, económicos y sociales que hoy nos afectan. Mucho más si consideramos que, en un proceso revolucionario como el nuestro, el cometer errores es inevitable, pues la gigantesca obra de construir el socialismo cubano es llevada a cabo por seres humanos que, incluso, están sometidos también a un proceso de constante formación. En este contexto, estudiar el pensamiento de Fidel más que una obligación es una necesidad para la supervivencia de la Revolución.
El ejercicio permanente de la crítica en Fidel es parte inherente a su carácter, a su personalidad. También se corresponde con sus conceptos sobre el comportamiento que deben observar los cuadros de dirección y los revolucionarios en el desempeño de sus funciones, y como elemento consustancial del socialismo.
Para nuestro Comandante en Jefe, el deber de criticar no podía ser un acto formal, ni podía ejercerse a la ligera, como una rutina o para cumplir una tarea. Para él, la crítica es un método, un instrumento de educación y de formación, siempre en función de mejorar a las personas, la eficiencia de la labor de los cuadros, de crear una relación sana de trabajo entre dirigentes y dirigidos, e incluso, mejorar los resultados de los colectivos laborales.
No lastimar al compañero
Los compañeros que trabajaron cercanos a Fidel son testigos fieles de cuánto le afectaba el tener que criticar a quienes cometían errores, faltaban a sus responsabilidades o asumían actitudes ajenas al comportamiento de un cuadro revolucionario. Cuando hacía la crítica en público siempre dejaba constancia de que no se trataba de lastimar al compañero, ni dañar su imagen ante los demás, mucho menos de menoscabar su autoridad. Lo hacía de tal manera que los presentes aprendieran y hasta agradecieran el mensaje dicho con dureza, pero cargado de un fraternal sentimiento.
Fidel concedía igual valor a la crítica y a la autocrítica, y cuando se refería a su persona lo hacía con la mayor severidad. Para trasmitir con exactitud su pensamiento, citaremos algunos conceptos expresados por él en diferentes momentos y circunstancias:
“[…] Es necesario desarrollar mucho más el espíritu crítico. Yo lo he estimulado al máximo porque constituye un factor fundamental para perfeccionar nuestro sistema.
»Soy severo y autocrítico conmigo mismo. Cuando digo una palabra de más o se me escapa algo que pudiera parecer un poco de vanidad, créame que soy duro, pero bien duro. Uno debe vigilarse mucho a sí mismo.
»Pensamos más que en ninguna otra cosa: en nuestros defectos, nuestros errores, nuestras desigualdades”.
El ser humano es complejo
“[…] Nosotros debemos tener el valor de reconocer nuestros propios errores precisamente por eso, porque únicamente así se alcanza el objetivo que se pretende alcanzar.
»El ser humano es muy complejo, a mí personalmente me ha servido mucho estar siempre en guardia, ser crítico, ser riguroso, ser exigente conmigo mismo.
»Suelo ser muy cuidadoso, si hay algún compañero al que tengo que hacer una crítica, lo primero que hago es tratar de protegerlo, evitar que la crítica sea destructiva, que no se desmoralice, que sirva de ejemplo a los demás y a la vez comprometa y estimule al que se le hace.
»Uno tiene que estar constantemente analizando cada palabra que diga, cada cosa que plantea, la forma en que la plantea, el momento en que la plantea, porque uno debe estar incesantemente analizando lo que hace.
»Hay que estar prevenido contra la autocomplacencia, la vanagloria.
»Como no vacilo en reconocer las cosas que andan mal, y muchas veces me gusta más hablar de las cosas que andan mal que de las cosas que andan bien y soy muy franco en eso, muy abierto, ante todo el pueblo, en reuniones, y estoy convencido porque creo en la vergüenza de los hombres”.
Saber estimular
“[…] Hay que saber criticar, lo mismo que hay que saber estimular, alentar y mostrar el aprecio cuando el trabajador es capaz de realizar esfuerzos superiores, esfuerzos máximos, en el cumplimiento de su tarea.
»Mientras más crítica y autocrítica exista en el socialismo, eso es lo mejor”.
Si todos los cuadros políticos, estatales, administrativos y empresariales del país asumieran en su actuar cotidiano estas enseñanzas de Fidel, todo funcionaría mejor y se resolverían muchos de los problemas que hoy afectan a nuestro pueblo.
Tener conciencia de lo que significa para Fidel el ejercicio de la crítica y la autocrítica permite adentrarnos en el conocimiento de una dimensión mayor de su pensamiento sobre el método revolucionario de dirección y de las cualidades que deben poseer quienes la ejercitan. Tanto en el método diseñado y aplicado por él, como en su concepto sobre las cualidades y conductas que deben caracterizar a los dirigentes, hay un común denominador: el hombre, su fe en el hombre, en sus valores, en su vergüenza; hilo conductor que conduce a la esencia de lo que ha de ser la teoría que sostendrá el socialismo cubano y a la creación de los mecanismos que permitirán al pueblo hacerlo posible.
Para nuestro Comandante en Jefe entre las cualidades que deben caracterizar a los cuadros ocupan un lugar preferente las siguientes: ser exigente, decir siempre la verdad, saber escuchar, defender con intransigencia los principios, no darse nunca por vencido, actuar con modestia y sencillez, ser ejemplo en el trabajo y en la comunidad, ser tenaz, ser solidario, poseer gran sensibilidad humana, confiar en el pueblo y verlo como el verdadero protagonista, el objetivo y el héroe de la lucha.