viernes, abril 19, 2024
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Feminismo para principiantes (I)

El feminismo no pretende que las mujeres sean superiores a los hombres. Todo lo contrario, busca la igualdad de derechos con respecto a estos.

Ilustracion violencia machista

Renata Cabrales

Debatir sobre feminismo es como enfrentarse a una dura ofensiva; es nadar contra la corriente, con la esperanza de que la meta está cerca y vale la pena un pequeño esfuerzo para alcanzarla. Muchos mitos se han creado alrededor de este, llegándose a creer que constituye un sinónimo de machismo, pero ejercido por mujeres y que, además, quienes lo conforman son un montón de mujeres que odian a los hombres por diferentes razones. Asimismo, se cree que por el hecho de que una mujer participe en política, per se, es feminista. Nada más falso. Muchas de estas mujeres, en el caso colombiano, son fichas del patriarcado, de corruptos de la política que buscan cualquier forma de mantenerse en el poder, y qué mejor forma de hacerlo que utilizar como marionetas a sus esposas, hermanas e hijas.

Todo esto es aceptable, pues es normal, dentro de cualquier cultura, que cuando se incita a cuestionar el statu quo, inmediatamente, quienes se encuentran cómodos y en situación privilegiada empiecen a crear resistencias. Miguel Lorente Acosta en sus artículos sobre neo machismo alude a la idea de que no se es feminista por: desconocer el feminismo o por que se es machista.

Muchos hombres, sino la mayoría e incluso mujeres, objetan el feminismo y no se identifican con ninguno de sus postulados, por el contrario, antes de dedicarle un tiempo a entender sus propuestas, se dedican a hacer una campaña de desprestigio en su contra. Esto no es de ahora, este descrédito viene desde la ilustración.

La igualdad de derechos

El feminismo no pretende que las mujeres sean superiores a los hombres. Todo lo contrario, busca la igualdad de derechos con respecto a estos. Requiere que las mujeres reconozcan unos derechos propios, como por ejemplo, los relacionados con la maternidad, y desea acabar con un sistema de dominación, el patriarcado, perpetuado durante siglos, pero no trata de imponer uno propio.

Victoria Sau lo define como “un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo XVIII y que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquélla requiera”. Resalta que al ser este un movimiento organizado, “nace de la discriminación hacia las mujeres implicando una transformación de la sociedad”. Y afirma que la lucha de las mujeres nace en el contexto del patriarcado desde el siglo XVIII, con la Ilustración.

Feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia

El feminismo de la igualdad sostiene una actitud crítica hacia lo masculino, la división sexual del trabajo y el patriarcado. Nace con la Ilustración y la redefinición del concepto de ciudadanía y universalidad, según Celia Amorós. Propende por cambios normativos y legislativos para obtener la igualdad de las mujeres con los hombres y eliminar “cualquier diferencia artificial basada en el sexo, los privilegios de un sexo sobre el otro”, según Empar Pineda.

El feminismo de la diferencia está en contra de un feminismo ilustrado que busca la igualdad en un mundo androcéntrico. Cuestiona la idea de aspirar al poder de los hombres siendo estos violentos, pudiendo las mujeres crear un mundo que fortalezca las diferencias femeninas. Su lema es: “Ser mujer es hermoso” .No se habla de desigualdad, sino de diferencia. Según Victoria Sendón de León: “Nuestro propósito no consiste en ser iguales a los hombres, sino en cuestionar el código secreto de un orden patriarcal que convierte las diferencias en desigualdades” Lo contrario de la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad”.

Sí existe un feminismo marxista

La Revolución Industrial contribuye a que la mujer se relegue como esposa y como madre. El trabajo doméstico, no genera ganancias y se considera improductivo. La mujer ya no tiene potestad en el mundo artesanal y agrícola, que había compartido con el hombre. La degradación de las mujeres nace con el fin de lo comunitario y el nacimiento de una sociedad clasista y sus instituciones: la familia patriarcal, la propiedad privada y el estado.

Flora Tristán, hija de un criollo peruano y una francesa, es la gran pionera del feminismo socialista: “A vosotros, obreros que sois las víctimas de la desigualdad de hecho y de la injusticia, a vosotros os toca establecer al fin sobre la tierra el reino de la justicia y de la igualdad absoluta entre la mujer y el hombre. Dad un gran ejemplo al mundo (…) y mientras reclamáis la justicia (…) reconocéis a la mujer como a vuestra igual, y que, a este título, le reconocéis un derecho igual a los beneficios de la unión universal de los obreros y obreras”.

La verdadera liberación

Para Luis Vitale, historiador chileno: “Los “marxistas” fosilizados y lamentablemente la mayoría de los partidos de la izquierda latinoamericana no se han atrevido a dar una respuesta integral a las luchas de la mujer por su emancipación(…) Basta mirar los programas y la praxis diaria de la mayoría de esos partidos para comprobar que su “comprensión” del problema no va más allá de permitir tímidas reformas que, al fin de cuentas, mediatizan la lucha feminista”. Muchos marxistas consideraron que la incorporación de la mujer al trabajo sentaría las bases para la liberación femenina.

La misoginia de ideólogos del movimiento obrero, como Pierre Proudhon, les ha impedido aceptar la liberación femenina. Este afirmaba que una mujer igual al hombre significaría “el fin de la institución del matrimonio, la muerte del amor y la ruina de la raza humana”. El lugar ideal para la mujer era el hogar. Para él: “no hay otra alternativa para las mujeres que la de ser amas de casa o prostitutas”.

Karl Marx y Friedrich Engels fueron los que crearon las bases del pensamiento socialista sobre la “cuestión de la mujer”. Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, relacionaba la dominación de clase con la dominación de la mujer por el hombre. Para él como para Marx, la emancipación de la mujer sólo sería posible tras una revolución socialista que liquidara el capitalismo. Como resultado, la lucha de las mujeres debía subordinarse a la lucha de clases pues no había diferencia de objetivos. Para Marx y Engels, la igualdad política entre los sexos era una condición necesaria para la plena emancipación de la sociedad.

La teoría marxista debe aceptar que la mujer no es solo oprimida y objeto sexual, sino que es víctima de la explotación económica y contribuye a la acumulación originaria de capital. La base de la opresión es la explotación. La alienación sexual y cultural se basa en la enajenación laboral dentro y fuera de la casa. La mujer es reproductora de la fuerza de trabajo. Cuidar a los hijos es un trabajo no asalariado. Al idealizar a la mujer como madre, el capitalismo desea asegurar, sin invertir, el papel de la madre y la reproducción de la fuerza de trabajo. Para las feministas marxistas es necesario acabar con el capitalismo pero también con el patriarcado, pues este tiene raíces en cada sistema económico. Solo entonces, las mujeres serán realmente libres.

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