Los operativos ordenados por el presidente se concentran en las ciudades de mayor población, donde las redadas causan mayor impacto. No en los grandes centros de producción agrícola en donde la mano de obra es en lo fundamental inmigrante
Alberto Acevedo
Un coctel de sentimientos entremezclados en los que se confunden la rabia, la ira, la protesta de la Cámara de Representantes, manifestaciones de repudio en varias ciudades de los Estados Unidos y expresiones de resistencia, es lo que causaron las declaraciones del presidente Donald Trump, cuando en su cuenta de twitter, el pasado domingo 14 de julio, puso en circulación, mensajes racistas ofensivos contra cuatro congresistas afroamericanas o de minorías étnicas, y al mismo tiempo comenzó una serie de redadas para cazar inmigrantes y expulsarlos de ese país.
Las redadas, según la estrategia del presidente, tienen por objeto realizar un operativo simultáneo en al menos diez de las ciudades más pobladas de los Estados Unidos, para localizar y expulsar inmigrantes ilegales. La idea del gobernante es sacar del país a unos dos mil extranjeros indocumentados, en una práctica que parece va a continuar en el tiempo.
Los primeros operativos por parte de un cuerpo especializado, comenzaron en los distritos de Harlem y Brooklyn, en la ciudad de Nueva York, según lo reconoció el alcalde Bill de Blasio. Los agentes de inmigración, en esta ocasión, no lograron ninguna captura. De prosperar esta tendencia, los “millones” que Trump prometió expulsar, tendrían un alcance muy modesto.
El terrorista en jefe
En este sentido, el abogado defensor de inmigrantes, José Pertierra, dijo que potenciales clientes lo están llamando para decirle que “están en pánico total”, lo que deja en claro que Trump no quiere la detención “de unos dos mil, sino provocar pánico entre 11 millones de indocumentados en el país”.
“Todo esto está conectado entre el anuncio de las redadas, los campos de concentración repletos de inmigrantes, las escenas de condiciones infrahumanas; todo esto es a propósito para atemorizar a los migrantes con la idea errónea de que se saldrán del país por su cuenta y otros no vendrán al ver todo esto. Esto es terror, y en este contexto, Trump es el terrorista en jefe”, dijo Pertierra.
Derecho a una familia
Esta tesis la podría reforzar el hecho de que los operativos ordenados por el presidente se concentran en las ciudades de mayor población, donde las redadas causan mayor impacto. No en todas las ciudades. Pero tampoco en los grandes centros de producción agrícola en donde la mano de obra es en lo fundamental inmigrante, y la producción de alimentos se desplomaría si estos son capturados y expulsados.
En todo caso, la medida ha producido un rechazo generalizado entre amplios sectores de la población. El pasado sábado 13 de julio, miles de personas se concentraron en el centro de Chicago coreando la consigna: “los inmigrantes son bienvenidos aquí”, y declarando su resistencia frente a las medidas de Trump. Una niña de once años, en la tribuna, preguntó: “¿No soy una menor de edad? ¿No merecemos el derecho a tener una familia?”
El mismo fin de semana, un grupo de congresistas demócratas cruzó la frontera sur para llevar comida y artículos de higiene a centroamericanos concentrados en Matamoros, Tamaulipas, en espera de obtener asilo político en Estados Unidos.
Identificar respuestas coherentes
Por su parte, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, expresó su “profunda preocupación” por las nuevas reglas del gobierno de Estados Unidos en materia de asilo, las cuales restringen el acceso a ese derecho a la mayoría de las personas que cruzan vía terrestre la frontera sur de ese país”. El pronunciamiento se refiere al anuncio de Trump de negar el asilo a solicitantes, si previamente no solicitaron ese amparo en otros países.
“Esta medida pondrá en riesgo a las personas vulnerables que necesitan protección internacional y que huyen de sus países por la violencia o la persecución”, puntualizó la Acnur. Filippo Grandi, Alto Comisionado para los Refugiados, agregó: “Comprendemos que el sistema de asilo de los Estados Unidos se encuentra bajo mucha presión y estamos listos para jugar un rol constructivo, y poder ayudar a aliviar esta presión. Sin embargo, estamos profundamente preocupados por esta medida, que pondrá a familias vulnerables en riesgo. Eso menoscabará los esfuerzos de los países de toda la región para identificar las respuestas colectivas y coherentes que se necesitan”.
Un día después de iniciadas las redadas antiinmigrantes, Trump fustigó, en una serie de tuits, a un grupo de legisladoras demócratas, afrodescendientes o de otra procedencia étnica, que recientemente criticaron el manejo del problema de los inmigrantes por parte del ejecutivo.
Un corazón racista en el pecho
Trump las invitó a regresar “a esos estropeados lugares llenos de crimen de donde vinieron”. Dijo que le parece “interesante” ver a esas “congresistas demócratas progresistas” procedentes de “los peores países”, “cuyos gobiernos son una catástrofe completa y total” decir “en voz alta de forma agresiva” al pueblo de Estados Unidos cómo debe gestionarse su ejecutivo.
Se refería el mandatario a las representantes a la Cámara, Ilhan Omar, por Minnesota; Ayanna Presley, por Massachusetts; Rashida Tleib, por Michigan, y Alexandria Ocasio-Cortez. Esta última dijo que Trump “tiene una mente de racista en la cabeza y un corazón racista en el pecho”.
“Estos comentarios de la Casa Blanca son vergonzosos y desagradables y estos comentarios son racistas”, dijo por su parte la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. La corporación parlamentaria a su vez, aprobó por 240 votos a favor, lo que presupone el voto de los republicanos, una resolución en la que “condena enérgicamente los comentarios racistas del presidente Trump, que han legitimado y aumentado el temor y el odio hacia los nuevos estadounidenses y las personas de color, al decir que nuestros compatriotas que son inmigrantes y aquellos que al presidente le puedan parecer inmigrantes, deben “regresar” a otros países”.