jueves, marzo 28, 2024
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Esmad atacó con «bala acústica» en la Costa Caribe

El arma, también llamada «la bala acústica», adquirida por la Policía colombiana, es un dispositivo de largo alcance denominado LRAD por sus siglas en inglés, que emite un proyectil de sonido de 152 decibelios, manejada desde adentro de una tanqueta por instrucciones de un agente entrenado para el caso.

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Libardo Muñoz

El escuadrón antidisturbios de la Policía Nacional, Esmad, comenzó a utilizar contra la comunidad de la Costa Caribe colombiana un arma de terrible poder conocida como «el cañón sónico», capaz de causar daños irreparables en el oído humano, y hasta de derribar a personas que estén en los alrededores.

El arma, también llamada «la bala acústica», adquirida por la Policía colombiana, es un dispositivo de largo alcance denominado LRAD por sus siglas en inglés, que emite un proyectil de sonido de 152 decibelios, manejada desde adentro de una tanqueta por instrucciones de un agente entrenado para el caso.

El límite de sonido tolerable para el oído humano es de 68 dB, lo que permite deducir a qué tipo de daños está expuesta la comunidad, donde ya ocurrió un incidente de este tipo, declaró un médico fonoaudiólogo consultado por VOZ.

El jueves de la semana que acaba de pasar, una tanqueta del Esmad armada con el cañón sónico apuntó contra un grupo de personas que departía en una fiesta al aire libre, en Barranquilla, como es una costumbre ancestral en épocas de precarnavales. Los contertulios huyeron despavoridos, muchos quedaron aturdidos y algunos cayeron al suelo, incluyendo niños y personas de edad avanzada, que afrontaron una agresión sin precedentes en la vida de la capital del Atlántico.

Los medios informativos de la región, inclinados a aplaudir la brutalidad policíaca, están guardando silencio sobre el tal «cañón sónico», pues quieren presentarlo como un medio para disolver fiestas ruidosas en horas avanzadas de la noche.

La comunidad, sindicatos, organizaciones populares y partidos de izquierda que le hacen frente todos los días a los abusos del poder imperante en Colombia, saben que esta «bala acústica» va a emplearse contra movilizaciones públicas de protesta contra los desastrosos y elevados servicios de electricidad, agua, salud y otros factores del atraso y el abandono en que vive el pueblo.

Las denuncias contra la arremetida del Esmad afirman que el cañón sónico ya está prohibido en otros países, pues se está al frente de una agresión brutal, desproporcionada, que además de dañar el tímpano de las personas puede afectar el ritmo cardíaco, producir vértigo, desmayos y hasta la muerte si alcanza adultos mayores que no puedan protegerse a tiempo, o que estén recién operados de corazón.

En algunos medios de la televisión regional aparecen los jefes del Esmad dando partes de victoria con la «bala acústica», pues se saben adulados por un periodismo arrodillado, limitado socialmente para encarar la verdadera problemática del atraso, del desempleo, la corrupción política que llega hasta los altos mandos de la propia Policía y sus aparatos de tortura masiva.

Las personas atacadas en Barranquilla por el cañón sónico del Esmad aceptan que estaban de fiesta con música a alto volumen, pero señalan que el pretexto de combatir el ruido no puede amparar un atropello en épocas del carnaval más admirado de Colombia. Afirman además que un instrumento para torturar a la ciudadanía es una contradicción con el clima de paz que se espera surja de unos acuerdos del posconflicto.

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