jueves, marzo 28, 2024
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Entrevista a Kemal Okuyan, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Turquía (TKP)

Editor jefe del diario Sol y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Turquía (TKP), Kemal Okuyan ha respondido a varias preguntas sobre la lucha del parque Gezi, que ha resultado un gran avance. Okuyan clarifica con sus respuestas una serie de cuestiones que se han debatido recientemente, tales como “¿hacia dónde se dirige Turquía?”, “¿existe una situación revolucionaria?” o “¿son los recientes acontecimientos la ‘primavera’ turca”?

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—¿Se esperaba un movimiento social de esta magnitud?

—Históricamente, los grandes movimientos sociales son en general movimientos que no se pueden prever. Si los límites de algo se pudieran predecir, los actores vinculados a ello se prepararían para ello, con aportaciones negativas o positivas, tratarían de controlar los resultados. Cuando esto ocurre, una sombra de ficción cubre al movimiento. El avance que puede cambiar la balanza de poder existente no puede realizarse y, como resultado, no nace un gran movimiento social. Nadie podía estimar las dimensiones de lo que estamos viviendo ahora mismo.

El gobierno no podía. La oposición mayoritaria tampoco, ni tampoco la izquierda. Sí existieron algunos indicios, hay quien fue capaz de darse cuenta de que los acontecimientos llegarían a un punto crítico, pero nadie fue capaz de prever lo que está ocurriendo ahora. Esto es importante. El clima político e ideológico de Turquía es hoy diferente al de hace cuatro o cinco días. No es completamente diferente al de entonces, pero sí ha cambiado a una escala que no puede subestimarse.

—¿Qué hay tras la prevalencia y profundidad del movimiento?

—De forma directa, desnuda, es la culminación, a un nivel increíble, de la reacción, incluso del odio, hacia el gobierno del AKP y, especialmente, hacia Erdogan. Pensábamos que sabíamos esto, pero había algo que olvidábamos: este odio hacia Erdogan se ha solidificado, se ha acumulado a la vez que Erdogan aumentaba su arrogancia, solidificaba su impunidad.

Por otra parte, todo el mundo minusvaloraba este odio, dado que no se utilizaba o parecía que no tenía uso. Pero el odio no es un sentimiento que se pueda subestimar. Si encuentra un canal, saldrá a la luz. Tayyip Erdogan no puede estar orgulloso de sí mismo, se ha convertido en un foco de atención como pocos antes en la historia.

—¿Es esto tan sencillo, en otras palabras, puede todo esto resumirse en ira contra Erdogan?

—Por supuesto que no, pero hay que tenerlo en cuenta. Como ejemplo, si no existiera una figura tan dominante como él, digamos, que fuese Abdullah Gül quien encabezara el AKP, el nivel de la reacción habría sido más normal. Pero tampoco debería verse esto como si no existieran elementos ideológicos. Erdogan es un catalizador y tiene un efecto multiplicador, pero el movimiento tiene como objetivo ajustar cuentas ante los elementos fundamentales de la mentalidad que plasma el AKP.

Con la excepción de la base de clase, la reacción y el colaboracionismo han sido su base ideológica y Erdogan se ha puesto en el centro. El Primer Ministro dice: “Esto no es sobre los árboles”. No puedo creer que haya dicho esto. A partir de cierto punto, no se trata de los árboles o del parque Gezi. Esto fue la gota que colmó el vaso. Él no se da cuenta del nivel de ira y odio que ha creado.

—La característica dominante del AKP es estar a favor del mercado. ¿Dónde está la falta de conexión aquí?

Bien, realmente no podemos evadir el asunto diciendo simplemente que ésta es la reacción de la clase media. Si la reacción de la clase media ha llegado a este nivel en Turquía, deberíamos comenzar a pensar en otras cosas. De acuerdo, hay un carácter de clase media en esto, pero ha habido una importante movilización en los barrios obreros, particularmente en Estambul y Ankara. Si olvidamos lo que hemos sabido todo el tiempo y hablamos improvisadamente, cometeremos errores.

En primer lugar, el impacto político e ideológico, tanto en términos de ideología burguesa como socialista, tiene que superar el obstáculo de la clase media. Aquí hay que tomar muy en cuenta la cuestión de la lucha por la hegemonía. Si todo el mundo etiqueta este amplio terreno como quiere, será un gran error. La izquierda ha estado durante años viendo este campo y analizándolo como “turcos blancos”. El rigor ideológico es importante, igual que la sensibilidad de clase. Pero también necesitamos evitar la simplificación.

En segundo lugar, está la estructura de la clase obrera en Turquía. Hay límites a la organización en el centro de trabajo de un movimiento obrero de masas que es inestable, que se mueve y a la vez se tiene que enfrentar al desempleo. Es hora de mirar al centro de trabajo con una nueva lógica. Hemos transferido la clase obrera a la estructura sindical pero los sindicatos tampoco tienen una base sólida. Todo el país se ha levantado y los sindicatos no están ahí. ¡No hay herramienta que pueda activar a la clase obrera como dirigente, como fuerza dominante!

En anteriores incidentes en los que esto se logró mediante estructuras políticas se produjeron absolutos éxitos. Decenas de miles de personas que eran etiquetadas como “clase media” han planteado demandas que se basan en un eje anticapitalista. La razón es que la mayoría de estas personas son personas cuyo trabajo es explotado.

—¿Es inocente el movimiento o hay planes “más profundos”?

—Algunos de los medios de comunicación “oficiales” dicen que se han movilizado fuerzas malvadas para un levantamiento organizado. Si éste hubiera sido el caso, el resultado hubiera sido distinto. Pueden estar tranquilos. Esto es simplemente una explosión de ira. Los actores políticos que comparten esta ira han sido, obviamente, capaces de conectar fácilmente con esta ira general y se han puesto al frente en los terrenos en las que ya había conexión o en las que ya estaban organizados. Pero esto no debería exagerarse tampoco. Los buscadores de conspiraciones debería buscar en otro sitio, exactamente entre ellos mismos.

Está muy claro que hay un intento de modificar, de determinar las políticas de Tayyip Erdogan. Los EEUU por varias razones, la secta de Fethullah Gülen por otras razones. Tanto en política exterior como interna, tratan de hacer que Erdogan vuelva a ser controlable. Erdogan es alguien que no asume las cosas fácilmente. No puede tampoco mantenerse coherente. Lo logró en parte en el asunto de Reyhanli pero no fue suficiente.

En el tema del parque Gezi, los EEUU, el gran capital y la secta de Gülen, al dejarlo vulnerable y sin defensa, le han mostrado el resultado del asunto de Reyhanli. No estoy seguro de que haya captado el mensaje. La pasada semana, se mencionaba continuamente el nombre de Sarigül como candidato a la alcaldía de Estambul (Sarigül es el alcalde de un distrito de Estambul, un socialdemócrata con fuertes vínculos con algunos sectores capitalistas). La nueva relación entre el CHP (principal partido de la oposición) y la secta de Gülen se menciona continuamente en los “medios sociales”. Si juntamos todo esto…

—¿Se podría utilizar la analogía de la “primavera turca”?

—La referencia a la “primavera turca” en los medios imperialistas es un mensaje a Erdogan. En el fondo, están contentos con Erdogan y no planean sustituirlo, pero también le recuerdan sus límites. Tras los recientes acontecimientos, las políticas de Erdogan sobre Siria e Irak necesitan cambiar. Creo que su aventura presidencial también ha terminado. Una posibilidad es que la relación entre Erdogan y la secta de Gülen comience a mejorar y se establezca una consolidación política e ideológica contra la reacción social que ha emergido, que se unan.

Por supuesto, esto llevará tiempo. Por otra parte, la ira de Erdogan puede durar más y puede responder a la secta de Gülen. Esto crearía interesantes resultados. Pero no es posible esperar que Erdogan juegue al político razonable dado que un Erdogan alicaído no es útil para nadie.

—¿Es ese el significado histórico de los acontecimientos?

—Absolutamente no. Nadie debería hablar mal de este movimiento. Esto es un levantamiento del pueblo. El pueblo está enfadado. Quienes subestiman la oposición a Erdogan y al AKP deberían comenzar a reconsiderar su percepción. Quienes piensan que habrá paz y democratización con Erdogan deberían hacer lo mismo. Todos sus planes han fracasado. No escuchen esos análisis. Esto es un movimiento social.

Algunas fuerzas políticas intentan utilizar este movimiento para intimidar al gobierno, no para buscar un nuevo futuro. Pero esto no parará aquí. Los recientes acontecimientos han ayudado al movimiento organizado del pueblo. Dejaron a Erdogan sin apoyo porque, de otra forma, atraerían la ira contra sí mismos. Han tenido mucho cuidado. Han utilizado algunos trucos, por ejemplo la desenfrenada brutalidad policial.

—¿Estaba preparada la izquierda turca?

—Siempre es controvertido lo que significa “la izquierda” en Turquía. Algunos grupos de izquierda no tienen ninguna preocupación política. Hay algunos grupos que no están interesados en, o que desdeñan los acontecimientos. No quiero hablar mucho sobre ellos. Las fuerzas políticas con preocupaciones políticas serias no estaban preparadas para dirigir los acontecimientos. Pero este movimiento no es ajeno a la izquierda. Como dije en muchas localidades, la izquierda organizada ha conducido al pueblo.

—Hay algunos que no están contentos con la intervención de la izquierda. No están cómodos con las identidades políticas, banderas o pancartas de partidos.

Esto no es sorprendente si tienes en cuenta la espontaneidad del movimiento. Por otra parte, en la mayoría de sitios la gente pide la coordinación de una organización. Si tienes en cuenta la envergadura de los acontecimientos, la contribución directa de la izquierda organizada es limitada pero la determinación del pueblo depende de las fuerzas de izquierda.

También hay un ego intelectual que es alérgico a la idea de la izquierda organizada. Quieren monopolizar este escenario. No les tomamos en serio. Tenemos intelectuales honestos que resisten contra este gobierno. La izquierda debería apoyarlos pero no a quienes son hostiles a las políticas de izquierda y a la idea de algún tipo de organización política.

—Hay dos elementos de este movimiento: hinchas de fútbol y alcohol…

La participación de hinchas de fútbol ha inyectado energía al movimiento. Sin embargo, esto hay que analizarlo junto con otros factores. Esta energía ha causado algunos problemas. El insulto a las manifestaciones políticas, que no ha sido el caso de Turquía, puede ejemplificar estos problemas. Yo mismo he observado esto: nuestras simpatizantes que critican algunos de nuestros textos o artículos periodísticos por tener un “discurso masculino” proferían palabras sexistas. Esto, por supuesto, puede explicarse por la amplitud de la rabia, pero el movimiento socialista debería imponer su propia cultura.

En el asunto del alcohol también… Desde que Erdogan trata de prohibir las bebidas alcohólicas, el alcohol se ha convertido en un asunto de libertades. Pero esto debería politizarse. No puedes luchar contra la opresión llevando botellas de cerveza en las manos. Por eso pienso que la decisión del TKP de no permitir la ingesta de bebidas alcohólicas en las manifestaciones es muy importante.

—¿Cómo podemos definir estos incidentes? ¿Se trata de una crisis revolucionaria?

No. Claramente es una explosión de una gran energía social. Es poderoso en amplitud y efecto, pero hay algunos criterios marxistas que definen una situación como crisis revolucionaria, y estamos muy lejos de ella. Al menos por ahora…

(Traducción del PCPE)

La Mancha Obrera

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