María Eugenia Londoño
La consciente, combativa y justa indignación del pueblo colombiano, ha evidenciado de la forma más contundente su descontento y cólera, ante un gobierno indolente que insiste en darle más valor a sus montañas de dinero apiladas en arcas ajenas, que a la vida de un pueblo que ciegamente ha confiado en promesas vacías de campañas corruptas, cuyo resultado dejan un gobierno indolente y asesino que no pudo detener la avalancha de gentes, cuya convicción en la lucha por sus derechos le ha avasallado.
No podrán detener con todas sus balas las miles de madres a las que les han arrancado sus hijos de las manos, tampoco a las gentes que les han negado el pan o a los eternos desposeídos y desposeídas que cada día son más explotados, no los podrán detener, como no lo pudo hacer la pandemia con sus más altos índices de contagio ante el mal manejo sanitario por parte del gobierno Duque, ni las fuertes estructuras paramilitares y de narcotráfico que masacran descarnadamente en lo más profundo de los territorios.
Tampoco la más contundente muestra de dictadura civil, evidenciada en una orden judicial, cuyo despropósito era impedir que el pueblo saliera a ejercer sus derechos constitucionales, o el doloroso trato de guerra que este gobierno fascista le ha dado a los multitudinarios y beligerantes ejercicios de movilización.
Ya son 31 vidas masacradas al momento de escribir esta columna y sin duda, la naturalización de la barbarie a la que nos han acostumbrado, esta vez no será la excusa para dejarlas en el olvido; son madres, padres, hijos de alguien que con más fuerza y convicción saldrán a las calles a reclamar sus derechos; quienes han dejado su vida a la utopía, serán la semilla para cosechar rebeldía en las calles, que lejos de ser espontaneista, exigirá la salida de este mal gobierno, el retiro de todos los proyectos de ley que atentan contra los derechos del pueblo, la eliminación de las billonarias exenciones al capital y de los decretos que pauperizan a la clase trabajadora.
El llamado es entonces a fortalecer todos los ejercicios de movilización, organización y lucha exigiendo que la crisis la paguen los ricos; el parcial triunfo del pueblo en las calles con el retiro de la reforma tributaria y la “renuncia” del señor Carrasquilla, no nos desvía del fin último, que pasa por configurar condiciones objetivas y subjetivas de lucha, para transformar todas las relaciones de explotación; sin embargo, es clara evidencia de que la lucha en las calles es la respuesta para detener la arremetida de la ultraderecha fascista en el poder.
En adelante, el pueblo colombiano organiza sus agendas territoriales, populares, gremiales para fortalecer la lucha en las calles; particularmente, el magisterio colombiano se mantiene en pie de lucha, denunciando internacionalmente la crisis en materia de derechos humanos, brutalidad y el exceso de la fuerza pública con que se ha reprimido la protesta social pacífica, exige la inmediata desmilitarización, la instalación de las mesas de negociaciones, la materialización de la reforma constitucional al SGP, la aprobación de la renta básica de emergencia y la matrícula cero, inversión y garantías para la escuela del retorno a la presencialidad.
El retiro del proyecto de ley 010 que profundiza la privatización de la salud y otras iniciativas legislativas lesivas que hacen tránsito en el Congreso de la República y que con seguridad pretenden ser aprobadas por medio de corrupción y en beneficio del gran capital. Es el momento histórico de mantener la lucha organizada en las calles con y por el pueblo.