domingo, diciembre 1, 2024
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En La Haya, prevalecieron los argumentos de Colombia

El alto tribunal negó las pretensiones de Nicaragua, salvaguardó la soberanía colombiana sobre el archipiélago de San Andrés y sobre el conjunto de aguas territoriales, pero no definió el trazado limítrofe

Alberto Acevedo

Colombia mantiene todos sus derechos y su soberanía sobre la plataforma continental que ha usufrutuado desde su nacimiento como nación y conservará todos sus recursos naturales, en especial los hidrocarburos. El Estado demandante no puede extender su plataforma continental sobre el suelo y el subsuelo que le pertenecen a Colombia.

Básicamente, en estos términos podría resumirse el contenido del fallo del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, TIJ, un documento de 36 páginas divulgado el pasado 13 de julio, y en el que los magistrados en forma mayoritaria desestimaron las aspiraciones de Nicaragua, autora de la demanda que provocó el pronunciamiento.

Este era uno de los tres casos en que Nicaragua demandó a Colombia en el presente siglo y el único que quedaba abierto. El gobierno de Managua reclamaba el derecho a explorar y explotar el suelo y el subsuelo en un área en litigio, más allá de las 200 millas náuticas desde su costa. A este territorio se le denomina plataforma continental extendida.

Sobre la zona económica exclusiva

El problema que mayor polémica suscitó es que, por la vecindad de las dos naciones hermanas, Managua pretendía extender su derecho hasta una porción de mar que es jurisdicción de Colombia. Dicho en otros términos, su aspiración a la plataforma continental extendida se sobreponía sobre una porción de mar de la plataforma continental colombiana. Casi llegando a Cartagena.

Además, la porción de mar reclamada por Nicaragua hace parte de la zona económica exclusiva colombiana, donde los raizales de San Andrés, Providencia, Santa Catalina e islas adyacentes desarrollan cotidianamente su actividad como pescadores. Un argumento inicial, sustentado por la Armada colombiana es que San Andrés y Providencia, siendo territorio colombiano, generan a su vez, su propia plataforma continental.

Conocidos los términos del fallo de La Haya, se produjeron múltiples reacciones, tanto de la parte nicaragüense como de la colombiana; entre ellas la del agente de Colombia ante la CIJ, Eduardo Valencia-Ospina: “Nicaragua no puede reclamar ninguna parte, por mínima que sea, del lecho y el subsuelo de la plataforma continental colombiana”.

Un país gana todo

Manuel José Cepeda, exagente de Colombia ante la CIJ, en una entrevista en el noticiero CM&, dijo en un tono triunfalista: “por primera vez en una demanda ante La Haya, un país gana todo y otro país pierde todo”. El canciller Álvaro Leyva Durán expresó: “La Corte ha determinado rechazar las pretensiones de una supuesta plataforma continental extendida de Nicaragua en detrimento de nuestro territorio. Haberlo logrado habría sido un pésimo antecedente para toda la región”.

El presidente Gustavo Petro también celebró la victoria. En su cuenta de Twitter, escribió: “Gran victoria para Colombia en La Haya.  La CIJ no accedió a las pretensiones de Nicaragua sobre expandir su plataforma continental. Esperamos con este fallo cerrar la controversia limítrofe y abocarnos a llevar desarrollo sostenible a nuestro archipiélago”.

Otras voces, dentro del océano de opiniones conocidas hasta ahora, son menos triunfalistas, más realistas. Algunas de ellas recuerdan que, en ningún litigio limítrofe sobre aguas territoriales, anteriores al último de La Haya, Colombia había ganado. Por el contrario, siempre perdió porciones importantes de su territorio.

No le fue tan mal

En el caso del último fallo de la CIJ, el alto tribunal negó las pretensiones de Nicaragua, salvaguardó la soberanía colombiana sobre el archipiélago de San Andrés y sobre el conjunto de aguas territoriales, pero no definió el trazado limítrofe, pendiente de revisión después del fallo anterior del mismo organismo, mediante el cual Colombia perdió alrededor de 70 mil kilómetros cuadrados de mar.

Entonces, es plausible bajarle el tono al entusiasmo. El agente negociador de Nicaragua ante la CIJ, Carlos Arguello, dijo al respecto que a Nicaragua le fue “bien” en la disputa, dado que la Corte confirmó los límites fijados en el fallo de 2012 (que ratificó la soberanía colombiana sobre las islas, pero extendió la zona marítima de Nicaragua)”.

Arguello puntualizó que Nicaragua respeta los fallos de La Haya, pero que habrá que examinar la situación de territorios a los que no se refirió el fallo. “Estamos en una etapa más”, dijo.

El expresidente Ernesto Samper Pizano, por su parte, indicó que queda por delante la etapa de la negociación diplomática y que Colombia debe trazar una estrategia de negociación con el gobierno del país centroamericano. Precisó Samper que en estos momentos urge abordar el tema de la situación del pueblo raizal, de sus condiciones de trabajo, de las garantías de acceso a la pesca y que San Andrés debe convertirse en un polo de desarrollo.

Hay que negociar

Dentro de las voces sensatas que se han escuchado por estos días, llama la atención la del profesor Fabián Cárdenas, docente de la Universidad Javeriana: “La delimitación definitiva entre Colombia y Nicaragua no está del todo demarcada porque el fallo sienta criterios, pero no un trazo”.

Colombia debe unificar sus criterios para negociar con Nicaragua, señala Cárdenas. “Si el mensaje ha sido el respeto al derecho internacional, que eso sea tanto para el fallo de 2012 como el de 2022, como el de 2023. Colombia no puede tomar la posición de decir que el fallo que ganamos lo respetamos, pero el de 2012 no. Esa falta de congruencia no es posible”.

El docente puntualizó que Colombia debe cumplir los fallos, primero, para que no haya nuevos litigios, pero también para que se pueda negociar con Nicaragua lo que haya que negociar.

Desde el ejecutivo colombiano se precisa entonces definir una estrategia clara de pasos hacia el futuro. Sobre lo ganado en este fallo. Pero también los criterios para cumplir el de 2022. Se ha puesto punto final a la discusión jurídica. Queda por delante la vía diplomática para resolver el tema limítrofe. Es lo más sensato.

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