sábado, abril 20, 2024
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El zarpazo del PUMA

Chuzados por partida doble

ILUSTRACION ESCUCHA PUMA GRIS FINAL

Ricardo Arenales

Utilizando la más sofisticada tecnología electrónica, ningún paso que den los colombianos, en lo que tenga que ver con su confidencialidad, su vida privada y sus comunicaciones, estará a salvo del espionaje que en el futuro practicarán los servicios de inteligencia del Estado.

En el marco de una desenfrenada euforia de espionaje colectivo, inaugurada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, para meter sus narices en cuanto movimiento den los ciudadanos en el mundo, los sabuesos colombianos han decidido no quedarse atrás y anuncian que a partir del próximo año, y gracias a una inversión que supera los cien mil millones de pesos, husmearán todo paso que de nuestros compatriotas, en una esquizofrénica filosofía que busca encontrar “enemigos” hasta debajo de las sábanas.

La plataforma de escuchas, que tendrá 700 estaciones de monitoreo, 400 de las cuales estarán ubicada en Bogotá, permitirá a la policía nacional interceptar, inicialmente, a no menos de 20 mil usuarios y programas de Facebook, Twitter, Viber, Line y Skype.

Las autoridades, buscando salirles al paso a críticas de los defensores de derechos humanos, han justificado su aventura con el argumento de que la plataforma, denominada PUMA, se orientará exclusivamente a las actividades de criminales reconocidos o sospechosos de serlo. Y que cualquier interceptación de líneas de comunicación entre los ciudadanos se hará previa autorización judicial.

Chuzador chuzado

¡Consuelo de tontos! Los organismos de inteligencia del estado tienen un largo pasado de ‘chuzadas’, como coloquialmente se les conoce en nuestro medio, donde magistrados de las altas cortes de justicia, periodistas, líderes políticos de izquierda, activistas sindicales, defensores de derechos humanos, han sido interceptados en sus comunicaciones, señalados, estigmatizados y no pocos de ellos encarcelados, por su condición de opositores y no precisamente por actividades criminales.

El anuncio de que Colombia pondrá en funcionamiento una plataforma de monitoreo a las actividades ciudadanas, valga decir, un grosero programa de espionaje, se conoce en momentos en que el ex colaborador de inteligencia de los Estados Unidos, Edward Snowden, revela la existencia de plataformas similares, pero mucho más complejas y sofisticadas, que permiten a los Estados Unidos espiar en cualquier lugar del planeta.

Y Colombia no escapó al espionaje del ‘Gran Hermano’. No le valió ser el país que mayor ayuda militar recibe de los Estados Unidos en el continente, ser punta de lanza para la intervención de la OTAN en los asuntos del hemisferio y prestarse para escindir el proceso de integración latinoamericana a través de la Alianza del Pacífico.

Intervencionismo

Nuestra cancillería ha pedido explicaciones a la Casa Blanca. Lágrimas de cocodrilo. Colombia se ha prestado para agilizar programas de seguridad que aúpan esa política de espionaje, por cuenta del Departamento de Estado. En mayo del año pasado, la Comisión de Apropiaciones de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una partida de 18 millones de dólares para que Colombia entrene a militares centroamericanos en estos menesteres.

Seis meses más tarde, una comisión encabezada por el asesor de seguridad nacional del presidente Obama, Denis McDonough y de la que hicieron parte funcionarios del Pentágono y del Departamento de Justicia, se reunieron en Bogotá con el titular de la cartera de Defensa, Juan Carlos Pinzón para trazar estrategias en función de la seguridad regional latinoamericana. ¡Puro y llano intervencionismo!

El zarpazo del PUMA tendrá en poco tiempo, en el sacrificio a los derechos fundamentales de los colombianos, a su primera víctima. Y constituye de paso una mala señal a los voceros de la Mesa de Conversaciones de La Habana sobre el tema crucial de la búsqueda de soluciones al conflicto. Pues no tiene presentación que el gobierno anuncie planes de paz con la insurgencia y atice socarronamente planes de guerra y de agresión contra los ciudadanos.

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