jueves, marzo 28, 2024
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El ‘sueño americano’ provoca un apocalipsis

Hasta septiembre, hubo más de dos millones de ingresos ilegales en 2022 por la frontera sur estadounidense, una cifra superior al promedio de años anteriores

Alberto Acevedo

La decisión del gobierno Biden de expulsar masivamente a migrantes venezolanos que ya habían sido aceptados temporalmente en Estados Unidos y comenzado a recibir algunos beneficios, y establecer una odiosa discriminación económica al anunciar que acepta solo a los que ingresen por vía aérea, cumpliendo nuevos requisitos, ha precipitado una crisis migratoria sin precedentes, que repercute en el resto de países latinoamericanos que actúan como emisores de población migrante.

Según cifras de las autoridades norteamericanas, diariamente se reporta la llegada de entre 7.300 y 7.500 migrantes ilegales que intentan cruzar la frontera sur de los Estados Unidos. Pero en la medida en que llegan estas personas, provenientes en su mayoría de países de América Latina y el Caribe, en esa proporción se produce la captura y expulsión, a menudo con dolorosas secuelas como la separación de familias.

En este sentido se han batido varios récords. Uno es el número de personas detenidas. Más de dos millones de personas fueron arrestadas en lo corrido de 2022, en su intento por ingresar al país del norte, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

Nueva normalidad

Otro record es el número de migrantes fallecidos, que mueren ahogados o tiroteados por bandas criminales de traficantes de personas o de autoridades policiales tanto del lado norteamericano como del mexicano.

Ahora se suma el número de migrantes expulsados, que se multiplicó en las dos últimas semanas. Lo paradójico es que, junto a familias enteras de venezolanos rechazados, se suma la de colombianos deportados, que ya estaban ubicados en algunas viviendas y en empleos temporales. La expulsión se produce pese a que Colombia es considerara el mejor aliado de Estados Unidos en la región, de acuerdo a la opinión de los estrategas norteamericanos.

“Estas cifras récord que estamos viendo en la frontera se han convertido en la nueva normalidad. La pregunta es cuánto empeorará”, declaró a la prensa local un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.

Un botón de muestra

Para el mes de septiembre pasado, el registro arrojó y un acumulado de más de dos millones de ingresos ilegales en lo corrido del año, solo por la frontera sur, una cifra por encima del promedio de varios años anteriores. A partir de la pandemia del covid-19, medios de prensa internacionales comenzaron a registrar largas caravanas de migrantes que transitan con frecuencia por la geografía mexicana, para ingresar a Estados Unidos. Se trata de personas provenientes en su mayoría de Centroamérica y el Caribe, que aspiran a llegar en busca del ‘sueño americano’.

Lo que sucede en Estados Unidos es reflejo de un deterioro general de la situación de los migrantes en el mundo. En Italia, la candidata presidencial ganadora, la señora Meloni, montó su discurso electoral con la lucha contra la población migrante como unas de sus banderas. En Grecia, esta misma semana se descubrió a un grupo de 92 migrantes, todos hombres, desnudos, varios de ellos heridos, en la frontera común con Turquía. En otros países de Europa crece exponencialmente la xenofobia. En Chile, el presidente ‘progresista’ amenaza con expulsar masivamente a migrantes venezolanos y de otros países.

En Urabá

A este panorama general se agrega la situación dramática que en las dos últimas semanas se vive en la región de Urabá y el Chocó, próximos a la frontera con Panamá. El personero municipal de Capurganá, Wilfredo Menco, indicó que en lo corrido de este año han cruzado ese lugar 150.000 migrantes indocumentados, que aspiran a recorrer Centroamérica y llegar a la frontera sur de los Estados Unidos.

Pero además, otras 10 mil personas permanecen en situación de represamiento, esperando una oportunidad de cruzar la frontera panameña, bien sea en una embarcación por aguas del Caribe o cruzando la selva. Entre tanto viven en precarias condiciones, sin alojamiento decente, sin atención médica, sin comida.

Ya hay estadísticas de un elevado número de migrantes que carecen de la posibilidad de consumir tres comidas al día. Inclusive, en las playas, muchos de ellos permanecen en carpas, ante la imposibilidad de costearse un hotel. Y Estados Unidos les anuncia que solo ingresarán al país del norte quienes lleguen en avión y tengan al menos una persona conocida que los reciba y avale.

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