viernes, marzo 29, 2024
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El sistema de los antivalores

Nelson Lombana Silva

Un periódico de mala muerte anunció ayer en primera página que un joven ibaguereño había sido asesinado e incinerado en la vuelta del Chivo, cerca a la terminal de transporte de la ciudad musical de Colombia.

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“¡Qué horror!”, le dije a uno de los miembros de seguridad. Mirando por el espejo retrovisor me contestó: “No se preocupe, compa, es un desechable”. Controlando el enfado, le respondí: “Pero ante todo es un ser humano”.

La infeliz criatura al parecer hacía parte de una de las zonas más deprimidas de esta capital de departamento, zona ubicada a la vera del contaminado río Combeima, cuyos habitantes mitigan el hambre y el frío a punta de bóxer y los “adinerados” marihuana, bazuco y uno que otro de la “alta élite” cocaína.

Los asesinatos que no trascienden en los medios de comunicación son numerosos y todos los días se suceden, ante la mirada indiferente de las autoridades y la corrupción galopante de los gobernantes, que todos los días están como jauría pendientes de la “mordida” o ganancia ilegal, pero jamás en la dinámica de buscar alternativas de solución al drama permanente del pueblo anónimo.

Mientras todo esto y mucho más acontece en Ibagué, los gobernantes invierten sumas exageradas en publicidad mostrando una ciudad virtual, totalmente distinta a la realidad. Son las leyes macabras del mercado, la esencia doctrinal del neoliberalismo.

“Eso no es nada, agregó el compañero de seguridad, una señora habló en la emisora y dijo que ella era ladrona, pero jamás consumidora de alucinógenos, dijo que la maracachafa se distribuía con el apoyo de la Policía”.

Miré a través del vidrio polarizado una patrulla que pasó rauda. Miré el compañero conductor y le dije: “De eso sí no me cabe la menor duda. La delincuencia se mueve con el apoyo de las autoridades”.

Sin poder ocultar la indignación por la forma salvaje como asesinaron a la criatura en la vuelta del Chivo y la quemaron, lancé una serie de reflexiones en forma de pregunta: “¿Será que esa criatura decidió libremente ser habitante de la calle? ¿Fue tanto el mal que hizo que lo llevó a un desenlace tan macabro? ¿Cuál será el dolor de la mujer que lo parió?”.

Un crimen de esta naturaleza causa repugnancia. Rechazo absoluto. Sin embargo, es el pan nuestro de cada día bajo el sistema capitalista, ese sistema que maquillan los medios de comunicación y bendice la alta jerarquía eclesiástica al estilo Francisco I.

Tuvo razón el maestro Carlos Marx al decir que el capitalismo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza. Es más: Mientras exista el capitalismo hechos horripilantes como este se seguirán presentando, quizás cada vez con más monstruosidad y criminalidad.

En este sistema no hay humanismo, lo importante en éste es el dinero, el cual hay que conseguirlo al precio que sea. Es decir, robando, matando, mintiendo, etc.

Por eso el capitalismo cada vez se hunde más en su mismo estiércol, se hace cada vez más nauseabundo y surge la necesidad histórica de destruirlo para levantar un sistema distinto, el sistema socialista. ¿Quién tiene la misión de hacer ese cambio, esa revolución socialista? No hay otro: el pueblo.

Pueblo que debe llenar algunos requisitos básicos. Entre otros: unidad, organización, formación política y conciencia social y de clase.

Dichos requisitos no se dan por casualidad o espontaneísmo, se dan por causalidad y esa causalidad la develan y le dan dinámica fundamentalmente los comunistas. Hombres y mujeres que, haciendo un esfuerzo supremamente importante, han logrado romper las ataduras del analfabetismo político y los distintos trucos que inventa la burguesía para que el pueblo no piense ni actúe con autonomía. Han ubicado su clase social y con orgullo desde este escenario luchan por una segunda y definitiva independencia.

La bandera de esos comunistas es la paz con justicia social. Es decir, la paz con cambios estructurales. Es por eso que los comunistas valoran los diálogos de La Habana (Cuba) y llaman a todo el pueblo colombiano a salir el 9 de abril hacia Bogotá a pedir paz con justicia social, cese bilateral del fuego y desarrollo de la agenda propuesta y que se discute en la Isla de la Libertad.

Todos y todas, el 9 de abril a las calles bogotanas a pedir paz y justicia social. Paz y justicia social para que no se continúen presentando crímenes tan horribles como el que se presentó ayer en Ibagué (Tolima).

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