martes, abril 23, 2024
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“El racismo es estructural y estatal”

“Ellos suponen que somos requeridos por la Ley, que, en medio de la marginalidad en la que vivimos, lo único que podríamos hacer es ser delincuentes. Entonces hay una prevención sobrenatural sobre nuestra presencia” Carlos Angulo.

Carlos Angulo.
Carlos Angulo.

Carolina Tejada

Hace apenas unas semanas, por las redes sociales circuló un video en el que aparecía un joven afrocolombiano con una voz gruesa, fuerte. Su timbre de voz dejaba notar la indignación con la que se expresaba y la gente que caminaba por el lugar no dudó en abandonar su paso aligerado para escucharlo, muchos de ellos en solidaridad con su reclamo. En ese momento, el joven pedía a viva voz respeto por parte de dos miembros de la Policía, que han ubicado en pleno centro de la ciudad una estación policial.

Hasta ese momento, lo que parecía ser algo muy de la cotidianeidad en Colombia, reclamarle a un hombre de la Fuerza Pública, cobró interés en las redes sociales y se convirtió en un video viral, hoy visto no solo en Bogotá sino a nivel nacional.

Carlos Angulo es el protagonista de ese video. VOZ dialogó con él y, con una voz suave, pero con firmeza en sus argumentos, relató ese sentimiento que lo llevó ese día a realizar una denuncia pública, según él, por el mismo racismo de las instituciones del Estado.

“A uno le molesta porque esto está acompañado del total abandono del Estado. Yo creo que el racismo en sí se justifica cuando los ciudadanos de a pie se dan cuenta de que el Estado no nos aprecia. El ciudadano de a pie sabe que la vida de la gente negra es miserable, que la gente es maltratada por las instituciones del Estado, que vivimos en absoluta pobreza, en marginalidad (…) Entonces, lo que le hagas a un negro no tiene ninguna denuncia, ninguna importancia. Eres racista con un negro, ¿y qué? Entonces, el racismo es estructural y es del Estado”.

Recordó, en medio de sus argumentos, que para someter a la población negra en la época de la esclavitud se utilizó toda la estructura del poder desde las épocas coloniales: “Toda la sociedad organizó un sistema que garantizara la explotación de los africanos. En la época de la esclavitud, cualquier ciudadano podía solicitarle los papeles a un negro en la calle. Y yo creo que en el inconsciente colectivo quedó algo de ese mismo comportamiento. El policía siente la necesidad de verificar que mi tránsito esté en regla, que no soy un delincuente”.

El control es algo que Carlos caracteriza como un mecanismo que el Estado y la sociedad utilizan para verificar si los afros son o no personas de bien, negando la posibilidad de que cada ciudadano, sin importar su condición social o étnica, pueda llegar a tener un estilo o forma de vida, una educación, más allá de las condiciones sociales que el mismo Estado les brinda. Por eso, cuando se refiere al momento de la requisa, menciona: “Ellos suponen que somos requeridos por la Ley, que, en medio de la marginalidad en la que vivimos, lo único que podríamos hacer es ser delincuentes. Entonces hay una prevención sobrenatural sobre nuestra presencia”.

Cuenta que, en ese momento, lo que él denomina como una expresión de racismo, y que no es la única ocasión en que sucede, le produjo ira. Asegura que siempre se les trata despectivamente y solo se les referencia como negros. Por lo menos tres veces a la semana lo abordan con el mismo calificativo: “Negro, una requisa”.

Bajo sus propios argumentos afirma: “De África no trajeron a negros, de África trajeron africanos. Y se relacionó el color de su pigmentación con toda la concepción mística sobre los negros de manera impositiva, que algunos hemos resignificado. Pero cuando una persona te llama negro de manera despectiva, y no te dice hombre negro, mujer negra, te está quitando tu humanidad y te está relegando a una cosa, una cosa negra. El punto es: si yo no te conozco, utilizó palabras para no herir tu humanidad. Los blancos se llamaron a sí mismos blancos, que lo relacionan con lo puro, lo bueno, y que para nada describe su comportamiento”.

También hace mención a las ocasiones en las que, en lugar de responder con rabia, se tomaba el tiempo para explicarles y darles a conocer el maltrato a que eran sometidas las comunidades afro. En esta ocasión, comenta: “Yo les decía: te preocupas demasiado ante mi presencia y no he dejado de preguntarme si ha sido mi comportamiento. Después llegué a la conclusión de que la conciencia de una sociedad que nos ha maltratado es la que los acusa por lo mal que nos han tratado”.

El temor, como lo denomina Carlos al referirse a la expresión que ve en la sociedad que, como los policías, miran sigilosos al paso de un negro mientras sostienen sus pertenencias, es producto también de una sociedad injusta, donde las comunidades afro “hemos sido excluidas incluso del fruto de nuestro trabajo. Ni siquiera nos han dado lo equivalente a lo que hemos producido”.

“Más que criticar el racismo, lo que quisiera es que construyamos un debate nacional por la verdad histórica por el pueblo negro, un debate público, amplio. Quisiera saber si hay algún intelectual, un académico que justifique teórica o intelectualmente que en este país no hay racismo o que en este país no se ha excluido a la gente negra de todos los escenarios de poder”.

Este joven, campesino, afrodescendiente, proviene de una vereda del municipio de San Andrés de Tumaco que se llama San Luis Robles. Trabaja como carpintero en una fábrica, y se autodenomina como: “Un lector autodidacta. Me encantan los libros de la séptima, son baratos y son muy buenos. Y pretendo entender cómo funciona el mundo, para poder leer las noticias, para poder saber que cuando se habla mal de un país en CNN a lo mejor ese país está haciendo cosas buenas por su gente. Y que cuando se habla bien de un país en CNN, es porque posiblemente el gobierno de ese país esté haciendo algo muy bueno por el gobierno de los EEUU”.

Dentro de sus aspiraciones también estaba el poder continuar con sus estudios superiores. Por eso ingresó a la Universidad Autónoma y solo pudo adelantar dos semestres. Recuerda que “una vez le dije al encargado de la parte económica de la Universidad que me dejara pagar el semestre por cuoticas, y dijo que no, que yo no tenía capacidad de pago. Yo le dije a él que la universidad se podría arrepentir por no dejarme graduar. Y creo que se va a arrepentir”.

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