Editorial VOZ 3161
Los medios y la prensa derechista están en un laberinto político–jurídico frente al ejercicio real y verdadero de democracia que está realizando el Gobierno de Gustavo Petro. Convocar al pueblo a reunirse en calles y plazas a conocer y defender las reformas, pero en especial la de la salud, es un hecho sin precedentes en la historia política e institucional colombiana, en un país donde las reformas que afectan al pueblo se discutían y aprobaban a sus espaldas.
Ese desconcierto explicó el contenido de los editoriales de El Espectador y de El Tiempo, donde encontramos una conceptualización que expresa miedo, una minoría que tiene miedo a perder negocios y privilegios. El 14 de febrero o 14F, el pueblo se apropió del contenido de la tan esperada y necesaria reforma radical del actual sistema de salud colombiano.
Estos temores son la consecuencia de tantos años de gobiernos antidemocráticos, temerosos de las movilizaciones populares y ejecutores de las órdenes de los gremios, del gran empresariado para aprobar normas que lesionan los derechos conquistados por los trabajadores. Recuérdense las reformas de Álvaro Uribe quitándole cuatro horas de recargo nocturno a las trabajadoras y trabajadores. O la norma que introdujo las órdenes de prestación de servicio que les arrebata derechos a hombres y mujeres, que convierte a médicas y médicos en parias sobreexplotados.
El presidente Gustavo Petro, como es su talante, a lo largo de la campaña electoral habló sin subterfugios, conceptualmente claro: “el gobierno del Pacto Histórico será el gobierno de los cambios. Un gobierno de cara al pueblo, un gobierno en que por primera vez los intereses de las mayorías serán priorizados frente a los intereses de las minúsculas minorías, usufructuarias de las riquezas del país, beneficiarias de cualquier normatividad.
“El poder ejercido por las castas gobernantes del país a partir de 1830 y ejercido en beneficio de la oligarquía nacional y del imperialismo estadounidense, se acabó”. Más claro ni el tradicional clarín del gallo madrugador.
Desde su discurso de posesión, todas las intervenciones del presidente Gustavo Petro, en sus Twitter y en las entrevistas no ha hecho sino ratificar lo que todos en América Latina y en Colombia ya sabemos, el gobierno del Pacto Histórico es el mandato del pueblo, es el mandato de la inclusión, es el gobierno en que el pueblo colombiano finca sus anhelos y sus esperanzas. Es el gobierno que interroga al pueblo, que dialoga con el pueblo. La forma como se construyó el Plan de Desarrollo así lo demuestra.
La convocatoria para el 14F para que la clase media y hasta los estratos subcero acudieran a las calles y plazas colombianas hecha por el presidente Petro, no es sino la concreción de otra forma de gobernar, gobernar en beneficio de los excluidos, gobernar con el pueblo. Todo lo contrario de lo que ha hecho la burguesía de ambos partidos hasta hoy.
Los gremios económicos están desconcertados, boquiabiertos, anonadados. Aún no aciertan a identificar las acciones de los cambios que conducen cada vez más a la vida sabrosa. Y no lo entienden porque en sus presupuestos ideológicos y en sus formas de gobernar nunca percibieron una manera de aplicar la real y auténtica democracia.
El pueblo se tomó las calles y marchó pacífica y organizadamente, no se podía esperar menos de un pueblo que anhela y ha luchado por la paz con justicia social. La acción terrorista de los medios de comunicación para sabotear la cita del pueblo con Gustavo Petro les resultó fallida, todo ocurrió con normalidad y suprema atención de los convocados. Hoy el pueblo sabe a qué atenerse con la reforma de la Salud.
Ya se le acabó a la burguesía el sonsonete de que se desconocía lo que el gobierno iba hacer con la salud, con las EPS, con las IPS. Todos los colombianos honestos lo sabían porque está contenido en el programa del Pacto Histórico. Ya no podrán seguir manipulando con el cuento que no saben lo que se va ha hacer con la salud.
El Gobierno y el pueblo una vez más demostraron que es posible presidir a un país como Colombia en plena democracia sin que sucedan desafueros, sin que la Policía y las Fuerzas Armadas tengan que reprimir el pueblo. Sencillamente convirtiendo un acto de democracia en acciones para concientizar al pueblo y empoderarlo más. Y en esa forma acabando con infundios y mentiras de la “tradicional clase gobernante” y los estratos sociales beneficiarios de esos gobiernos excluyentes.
Las conclusiones del 14F son obvias: un pueblo consciente no se deja intimidar por editoriales y columnistas manipuladores. El pueblo colombiano está preparado para apoyar las acciones incluyentes de un gobierno democrático. Los gremios económicos acostumbrados a mentirle al pueblo, deberán entender que ya no gobiernan y que ya nadie les cree.
El 14F pueblo hizo su aporte a la concreción del mejoramiento del sistema de salud y apoyará decididamente la reforma. Ahora los partidos políticos que decidieron hacer parte del gobierno tienen que cumplirle al presidente y al pueblo que hoy los mira esperanzados para que los cambios se concreten rápidamente.