sábado, abril 20, 2024
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El mejor patacón de Barranquilla

El negocito tiene un viejo y desteñido aviso “Patacones el Deivi” que casi nadie ve y un lema que dice “buen provecho”

Zabier Hernández Buelvas

Al man que gerencia “Patacones el Deivi” siempre lo llamamos por Maturana. Se levanta todos los días a las 5 am para ir al mercado y escoger él mismo los guineos verdes, que le servirían para hacer, según algunos especialistas, el mejor y más sabroso patacón de guineo verde en Barranquilla. El que no ha comido patacón de guineo verde con queso salado, suero costeño y salchichón, no es de Barranquilla o nunca la ha visitado.

Maturana tiene 37 años de estar pelando y pisando patacón en el mismo sitio y con la misma gente. No tiene medidor de temperatura para saber cuándo está listo el aceite y zambullir el patacón. No tienen más tecnología que un cucharon con huecos, una mesa que tiene los mismos años que el negocito. Él siempre está de pie, no hay asientos ni para él ni para el exigente público que consume sus obras de arte culinario popular, recibe la plata y la echa en una cacerola plástica que está a la vista de él y de todo aquel que llega y come.

“Patacones El Deivi” está en el mismo sitio que lo conocí hace 30 años. Afuera de las vetustas instalaciones de la Universidad del Atlántico, UA, en la Carrera 43 con Calle 50, debajo de un palo de mango que corona la esquina histórica y tropelera de la universidad. Lo saludo y me dice con la misma calma de siempre “aquí sigo, en la lucha”.

En los tiempos del tropel duro en la UA, cada vez que empezaba uno entre policías y estudiantes, el mán se rodaba unos metros y seguía fritando, si la situación escalaba a mayores, se pasaba de acera y el mundo del patacón de guineo verde seguía sin contratiempos.

Maturana es un hombre trabajador, buena gente y caritativo. Con él, varias generaciones han calmado sus hambrunas universitarias. Llevaba siempre un listado de quienes le debían. ¡Increíble!, nos fiaba a estudiantes que no teníamos ni para el bus, ni donde caernos muertos. Estoy casi seguro que Santrich el bacán revolucionario del pincel, también era uno de los deudores morosos de “Patacones El Deivi”.

Dicen que él, aún conserva ese cuaderno sucio y lleno de pringas de aceite y con olor a guineo verde, de las cuentas de los patacones, quesos y salchichones que deben varios de los que en esa época eran estudiantes y que ahora son grandes políticos, altos funcionarios del Estado o exitosos empresarios. ¡A pagar señores!

Algún estudiante de la época y luego político importante del distrito volvió a pagarle. Lo inscribió en un programa de casas de interés social y salió beneficiado. Creo que pagó por todos y todas las que aparecemos en el cuaderno. Testigo silencioso de las transformaciones de la Universidad del Atlántico, de sus crisis y también de sus logros, alimentador de varias generaciones universitarias, el man sigue allí en la lucha y sin irse de la vieja e histórica sede de la UA.

Maturana crio y formó a sus hijos a punta de “Patacones El Deivi”. Se refiere a ellos con orgullo y amor, “ya tienen sus vidas, están bien, con buenos trabajos y yo sigo en lo mío”, y lo de él es el mejor patacón de guineo verde de Barranquilla.

De alguna forma, jóvenes en ese entonces, resultamos siendo sus hijos adoptivos. ¡Gracias Maturana!

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