José Ramón Llanos
La política colombiana está tan descompuesta que hasta un periódico perteneciente al clan que ha gobernado al país en los últimos ochenta años, El Tiempo, tituló 156 políticos comprometidos en corrupción. Ese número de políticos corresponde a un poco más del 58 por ciento del total del Parlamento. Eso explica por qué haya tenido que utilizar en esta columna el vocablo corrupto, tantas veces.
El jefe natural de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, ante la enorme cantidad de miembros de su partido encarcelados o investigados por sus actividades delincuenciales, se ha visto obligado a tratar de inscribir su candidatura presidencial mediante firmas, para escapar de esa mácula delictiva. En casi todas las maromas de los políticos corruptos para burlar la justicia en todas las regiones del país, encontramos militantes de Cambio Radical, por lo cual los comentaristas de la cuestión partidista, lo apellidan Cambio Delincuencial. Otros más agresivos, bautizan a los militantes de ese partido como Candidatos a la Prisión.
Germán Vargas Lleras para engatusar a los votantes, para que no lo relacionen con los uniformes rayados de los habitantes de las cárceles, mejor dicho para desmarcarse de su partido, anda como fatigado buhonero por las calles de Colombia, rogándole a los ciudadanos le firmen el formulario para inscribirse en calidad de candidato a la presidencia de la República. Parece un moderno, cansado y abatido Sancho Panza. Hay gente que le firma por lástima.
Por otro lado, sus secuaces, que no se avergüenzan de sus conmilitones corruptos y todavía exhiben los símbolos de su partido, tratan de enlodar la hermosa y significativa rosa de las FARC. Intento fallido, son más de 50 años defendiendo la vida de los campesinos, su anhelo de poseer tierras para trabajarlas y luchando, precisamente, por acabar con tanto latrocinio, explotación de los trabajadores y desvergonzada entrega de los recursos naturales a las multinacionales extranjeras, que contaminan y destruyen el medio ambiente.
Es tal el desprestigio de Cambio Radical -Carnes de Prisión, le llaman algunos-y tan afligido se ve Germán Vargas Lleras, de paso cansino por las polvorientas callejuelas de las provincias colombianas, recogiendo firmas, que el Presidente, para preservar el decoro y la imagen de su Gobierno, decidió sacar por la puerta falsa de la sede de Gobierno, a los miembros de ese partido-escoria.
¡Pobre Vargas Lleras! El peso del desprestigio causado por sus copartidarios corruptos y la dificultad para acopiar las firmas, agotaron su andar enhiesto, su voz engolada y su mirada desafiante, hoy su cuerpo esmirriado y sus manos suplicantes provocan lástima. Que contraste con la emoción que concita el símbolo de la FARC, la rosa roja, como una “mariposa clavada que medita en su vuelo”.