sábado, febrero 8, 2025
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“El Gobierno popular se defiende en la calle”

Un proyecto que se gestó en las calles se defiende en las calles. Más allá de respaldar al presidente, es proteger la posibilidad de construir una sociedad incluyente, con paz, justicia social y democracia

Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino

Desde la campaña presidencial, la élite política y gran parte del empresariado se mostraron preocupados por la posibilidad de la llegada a la Casa de Nariño de Gustavo Petro. Y, aunque pusieron todos sus recursos económicos, mediáticos, políticos y mafiosos en función de detenerlo, el triunfo del primer presidente de izquierda fue contundente.

No obstante, gran parte del establecimiento no ha aceptado el mandato popular en las urnas, no ha aceptado haber perdido con sus propias reglas y en sus propios escenarios electorales.

Es así que, desde la posesión del presidente, ha habido un saboteo y constantes ataques desde la oposición política: medios de comunicación corporativos, grandes empresarios, latifundistas, partidos políticos tradicionales y de ultraderecha y funcionarios públicos de entidades como la Fiscalía y la Procuraduría.

El último capítulo, en el que se encendieron las alarmas, está relacionado con las posibilidades de un golpe de Estado que destituya al presidente, en lo que se ha denominado golpe blando o Lawfare. Es decir, sacarlo del cargo sin el uso de la fuerza, sino de instrumentos jurídicos o leguleyadas, como se ha hecho en otros países latinoamericanos. La respuesta de Petro fue un llamado a la movilización popular en defensa del proyecto de cambio.

Interpretaciones

El analista y profesor de la Universidad Javeriana, Andrés Dávila, comenta que los gritos de preocupación de la oposición desde que llegó Petro al poder, advirtiendo que es dictador, son una exageración; al igual que las reacciones del presidente al hablar de golpe blando y de ruptura institucional.

“Lo cual no quiere decir que no haya acciones sospechosas e inapropiadas por parte de ciertos funcionarios como el fiscal, la procuradora, incluso la Contraloría, pero creo que son excesos de poder que al final no rompen la institucionalidad”, explica Dávila.

Agrega que es posible que haya sectores de la derecha interesados en dar un golpe, pero que no hay posibilidades de concretarse: “Lo más complejo que puede pasar en la Fiscalía, es que la Corte Suprema ─para su descrédito─, no tome decisión por un buen tiempo y quedemos en manos de la vicefiscal, pero en cualquier caso Barbosa sale del juego. Y, la procuradora también, no le queda mucho tiempo. Entonces, la institucionalidad tiene muchos defectos, pero funciona y los pesos y contrapesos también”.

Desde otra perspectiva, el analista y periodista Víctor de Currea Lugo explica que lo que el presidente llama ruptura institucional tiene de fondo el límite de la derecha frente a las acciones del primer mandatario, el acuerdo nacional solo es algo protocolario: “Para ellos el acuerdo es ‘no me toque mis actos de corrupción, mis desigualdades sociales, mis políticas de exclusión y la forma como me he robado el Estado’. La posibilidad de que llegue una persona decente a la Fiscalía implica una amenaza directa al corazón de la derecha”.

Narrativas peligrosas

Por otra parte, el analista Mauricio Jaramillo Jassir identifica un juego de la derecha que, a través de los medios de comunicación corporativos y las redes sociales, a diario impone narrativas en las que se dirigen al presidente como guerrillero, terrorista, corrupto y asesino.

Contrario a lo que piensa el profesor Dávila, Jaramillo manifestó: “Vemos que los llamados a hacer contrapesos se han convertido en contrapoderes, como en la Fiscalía y la Procuraduría, y otros más dispersos como medios de comunicación, influenciadores y generadores de opinión que harán hasta lo imposible para que Petro no termine su mandato. De manera sistemática, hacen cosas para provocar la idea de que el Gobierno es insostenible e institucionalmente, se deshagan de él”.

Desde Europa, donde Gustavo Petro tiene un reconocimiento como líder internacional, el político y periodista español Pablo Iglesias describe de la siguiente manera la situación nacional: “De nuevo vemos la diferencia de poder entre la izquierda: la contestación popular al viejo orden, la defensa de lo común; y ese culto a los privilegios y la desigualdad, que es la derecha colombiana. La izquierda solo tiene cierto poder en la movilización social y en el triunfo electoral; en cambio, la derecha tiene los bancos, las grandes fortunas, el afán de violencia, el poder territorial y el mafioso, los medios de comunicación y un anclaje antidemocrático en el Estado; nunca se repliegan ni son estructuralmente derrotados; su axioma es que todo les pertenece. Algunos magistrados de las altas Cortes y la cúpula de la Fiscalía son hoy ese anclaje antidemocrático en el Estado; habituados ─ellos sí─, a combinar todas las formas de lucha, creen que su deber es tumbar al primer gobierno popular y de izquierda de la historia de Colombia”.

Ambivalencias

En situaciones como la actual se miden las posturas de algunos líderes políticos, como los que se denominan de centro, específicamente algunos congresistas de Los Verdes como Catherine Juvinao, o la representante a la Cámara del desaparecido Moir ─ahora Dignidad─, Jeniffer Pedraza, quienes han dicho que no hay una ruptura institucional ni intento de golpe de Estado, sino ineptitud, incapacidad y negligencia. Lo hacen con la intención de atenuar la gravedad de los hechos.

“Ellas confunden la neutralidad con la ecuanimidad. Tenemos un centro que le ha hecho el juego a la extrema derecha porque cree que ser centro es darle la razón a todo el mundo. Pero lo cierto es que acá la Fiscalía se está extralimitando, acá los medios han desinformado, acá hay congresistas que no reconocen al jefe de Estado como símbolo o como elemento de unidad nacional. Entonces, en vez de decir ‘yo no estoy con Petro, no estoy de acuerdo con x o con y reforma, pero defiendo la institucionalidad’; lo que hacen es pescar en río revuelto y alinearse con el Establecimiento porque les interesa, porque es la mejor forma que tienen para seguirse consolidando en el Congreso. Ahí lo que hay es una sed de poder, de seguir pegados al Establecimiento”, puntualizó Jaramillo.

Así las cosas, la aceitada y poderosa máquina del Lawfare avanza combinando adecuadamente sus aparatos judicial, mediático, la oposición política y el poder empresarial.

Sin ingenuidades

Para contraponerse al golpismo y defender el proyecto popular de cambios, el profesor Víctor de Currea Lugo llama a tomar conciencia del momento político: “No creo que podamos ser ingenuos, prefiero que pequemos por exagerados. Al presidente Allende le dijeron ocho días antes ‘tenga cuidado’, y lo que hizo fue nombrar a Pinochet ministro de Defensa y garantizar su golpe”.

Las amenazas y las evidencias hay que tomarlas en serio. La historia contemporánea de Colombia está llena de grupos de poder compuestos por mafias, élites criminales, monopolios mediáticos, violencia sistemática de empresarios y terratenientes, paramilitarismo, genocidio de un partido político, masacres, persecución a la izquierda y asesinatos a líderes sociales y sindicalistas.

Por eso, el fortalecimiento de las organizaciones sociales y las movilizaciones en las calles deben ser la respuesta para cuidar el proyecto popular. No es solo defender al presidente, es la posibilidad de, por fin, tener acceso a empleos dignos, educación para todos, tierras para los campesinos, créditos para la economía popular, salud para todos y sacar a millones de la miseria.

En el mismo sentido, Claudia Flórez, secretaria general del Partido Comunista, expresó: “¡Máxima alerta! El Establecimiento viene implementando el libreto del golpe blando. La denuncia que hace el presidente Petro deja en evidencia a la derecha mafiosa de siempre. Ante la gravedad, asumimos el llamado a la movilización. El Gobierno popular se defiende en la calle”.

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