miércoles, abril 17, 2024
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Ejército Zapatista: 20 años construyendo una utopía

Antecedido por décadas de resistencia indígena contra toda suerte de tiranías, el EZLN conmemoró un nuevo aniversario de su primer alzamiento por la dignidad nacional y la liberación del pueblo mexicano

Subcomandante Marcos, uno de los inspiradores del EZLN. Foto: orianomada via photopin cc
Subcomandante Marcos, uno de los inspiradores del EZLN. Foto: orianomada via photopin cc

Alberto Acevedo

Entendido como un movimiento que reclama la liberación nacional, que posibilite un desarrollo justo y equitativo, por hacer de México una nación democrática, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hizo su primera irrupción pública como movimiento armado insurgente el 1 de enero de 1994.

La estrategia que se plantearon sus fundadores, liderados por el célebre subcomandante Marcos, era la de un ejército regular y no de una guerrilla, porque se contaba con la gente necesaria para actuar como ejército regular frente a los poderes centrales, expresados en la hegemonía del PRI, que se mantenía en el poder de manera autoritaria por casi medio siglo.

En esa perspectiva, se decide dar un golpe simultáneo, ocupando las ciudades de Altamirano, Margaritas, Ocosingo, San Cristóbal de las Casas y otras, ubicadas todas en la región de Chiapas.

La simultaneidad de la acción militar rebelde tuvo sin embargo tropiezos, por la dureza del clima o por las distancias que los rebeldes debían cubrir, y esto permitió que en algunas poblaciones las tropas oficiales se repusieran de la sorpresa y reaccionaran, debilitando la contundencia de la acción rebelde. Las tropas del EZLN, además, estaban pertrechados con armas viejas, rotas, descompuestas, algunas empleadas por finqueros en épocas de la Segunda Guerra Mundial, que habían sido llevadas a una armería del movimiento, pero que resultaron inferiores a la capacidad de fuego del enemigo.

Esta situación obligó a una profunda reflexión sobre el accionar futuro del grupo insurgente. El EZLN venía de un proceso de fortalecimiento de diez años. El primer campamento del EZLN, denominado ‘La Garrapata’, se conformó el 17 de noviembre de 1983. Por orientación de su dirección, iniciaron un período que denominaron “acumulación de fuerzas en silencio”.

El grupo fundador se había refugiado en la tupida selva de Lacandona. Se apoyaban en las condiciones de extrema pobreza y urgencias sociales de la población de Chiapas, mayoritariamente indígena. Sin embargo, con los grupos originarios, portadores de una sabiduría y una resistencia milenarias, tuvieron divergencias. “No hay una salida”, decían los indígenas. “¿Qué hacemos entonces?”, preguntaron los zapatistas. “Quédense y aprendan”, respondieron los mayas.

Nuevos saberes

Y los zapatistas se quedaron, y comenzaron un nuevo aprendizaje, creando lazos de hermandad, nuevos lenguajes. Y se activó un extraño híbrido revolucionario de lucha de saberes y cosmovisión indígena, del que fueron protagonistas miles de mexicanos.

El zapatismo es una romántica pero honesta utopía. Se proclaman ajenos a los focos, a las modas, a los consensos. No pregonan la toma del poder por las armas. Defienden en cambio una decolonización del vivir, más allá de una existencia como mercancía, no de una sociedad de consumo, sí de una sociedad de usos.

Mantienen, 20 años después, el control sobre algunos territorios, donde han inaugurado un sistema de gestión que llaman autonomía, expresión de autogobierno, de construcción de instituciones propias, leyes, administración, locales, cambios culturales, “por y para las personas”.

El EZLN tiene claro su objetivo de formar una fuerza social nacional, que mediante la creación de ‘juntas de buen gobierno’ anteponga los principios por encima de los intereses y sobre esa base, proyectar un modelo de sociedad democrática que reivindique los sueños y anhelos de justicia del pueblo mexicano.

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