Ricardo Arenales
El candidato presidencial por la plataforma Unión por la Esperanza, Andrés Arauz Galarza, de 35 años de edad, que propone como su fórmula vicepresidencial al periodista Carlos Rabascall, aparece como el más opcionado en la totalidad de encuestas nacionales e internacionales. En efecto, el candidato visible por el correísmo, muestra un 37.61 por ciento de favorabilidad entre los electores, frente al 30.18 por ciento de su más inmediato contendor, el derechista Guillermo Lasso.
En estas condiciones, el desafío de la coalición de izquierda, que sigue las orientaciones del expresidente Rafael Correa, inhabilitado, por la actual administración para impedirle que regresara a la presidencia, es ganar las elecciones en primera vuelta. De lo contrario, corre el riesgo de que, de 16 fórmulas presidenciales, las quince restantes se alíen en una gran coalición que le impidan a Arauz llegar al gobierno.
Incluso, habría que evitar, con un resultado contundente, que el propio presidente, Lenín Moreno, al estilo Trump acuse de fraude a la campaña Arauz, o impugne la victoria del casi seguro ganador, bajo cualquier argumento falaz. De hecho, el candidato de izquierda tuvo que enfrentar, desde los primeros momentos de su campaña, enormes dificultades, no solo para inscribir su candidatura, sino para enfrentar renovados intentos para invalidar su aspiración.
Superar el desgobierno
En las elecciones de este 7 de febrero, los ecuatorianos escogerán entre dos opciones diametralmente opuestas: una de derecha, a favor de continuar el rumbo neoliberal, representada en Guillermo Lasso; y la nacionalista, patriótica, que reivindica las conquistas sociales para los trabajadores y el pueblo, personificada en la joven figura de Andrés Arauz.
Si se tiene en cuenta que el período presidencial que ahora termina estuvo marcado por el desgobierno en los aspectos económico, social y sanitario, para los ecuatorianos esta elección es tanto como escoger entre la vida y la muerte. La vida, que se expresa en la expectativa de rescatar la cultura del Buen Vivir, que se expresó en el decenio del gobierno de Rafael Correa. La muerte representada en la gestión de Moreno, que hizo un pésimo manejo de la pandemia, y llevó a la población a extremos de pobreza, y es justamente lo que representa la fórmula de Guillermo Lasso.
La campaña de Arauz, que se denomina de “la esperanza”, promete recuperar el trabajo, la salud, los derechos sociales, económicos, políticos y, sobre todo, los derechos humanos.
Presión norteamericana
En este escenario, Estados Unidos, a pesar de sus propias dificultades internas, ha aumentado significativamente la presión sobre aquellos estados de América Latina, cuyos líderes del ala progresista tratan o intentan construir una política más soberana, alejada del influjo de Washington. Bajo la anterior administración, la Casa Blanca protegió a Lenín Moreno y al candidato de la derecha neoliberal.
En estas condiciones, esta jornada estuvo atravesada por una fuerte campaña contra el correismo, en la que a pesar de que el líder de la Revolución Ciudadana estuvo inhabilitado para aspirar a una candidatura, no pudieron evitar que el ciudadano común hiciera un parangón entre la obra de Rafael Correa y la de Evo Morales en la vecina Bolivia y lo que comienza a ejecutar su sucesor Luis Arce.
Arauz es doctorado en Economía Financiera de la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México, Unam. Fue director del Banco Central del Ecuador y dos veces ministro de estado durante la administración Correa. En materia económica, ha dicho que no va a respetar los compromisos que el actual gobierno adquirió con el Fondo Monetario Internacional, por considerarlos lesivos a los intereses de los trabajadores y el pueblo.
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