La ex primera ministra Liz Truss perdió el liderazgo de su partido y de la nación después de que tuvo que desmontar su proyecto de reforma fiscal por la tormenta que provocó en los mercados financieros, tanto domésticos como internacionales. El conservador y multimillonario Rishi Sunak será el nuevo ‘premier’
Ricardo Arenales
En un lapso menor a dos meses, la sociedad británica ha sido testigo de dos acontecimientos singulares: el fin del reinado más largo de la historia de la Corona, tras la muerte de la reina Isabel II, y pocos días después el fin del mandato gubernamental más corto, con la renuncia de la primera ministra Liz Truss, quien había asumido el cargo 44 días antes.
En efecto, el anuncio hecho por Truss el 20 de octubre pasado la convierte en la mandataria británica con menos tiempo en el cargo. Anteriormente, el primer ministro más efímero fue George Canning, quien murió en 1827, 119 días después de haberse posesionado.
Presionada por su propio partido, el conservador, la líder ‘tory’ se convierte en el cuarto jefe de gobierno británico que se ha visto forzado a renunciar en un poco más de seis años. El hundimiento de Liz Truss representa la mayor derrota para el dogma neoliberal en Europa.
Economía de alto crecimiento
Truss perdió el liderazgo de su partido y de la nación después de que tuvo que desmontar su proyecto de reforma fiscal por la tormenta que provocó en los mercados financieros, tanto domésticos como internacionales. La primera ministra, al justificar sus pasos, dijo que trató de establecer la visión para una economía de alto crecimiento y bajos impuestos “que aprovechara las libertades del Brexit”, pero fue precisamente ese programa fiscal el que la llevó al precipicio.
Incluso el tema fue parte de su agenda de campaña. “Mirar todo a través de la lente de la redistribución es un error. Yo pretendo hacer crecer la economía. Hasta ahora, el debate económico de los últimos 20 años ha estado dominado por discusiones sobre la distribución, pero lo que ha ocurrido es que hemos tenido un crecimiento relativamente bajo”, declaró Truss en su empeño por alcanzar el liderazgo del Partido Conservador, dejando claras sus intenciones.
De acuerdo con esta fórmula, según ella, bajar impuestos haría crecer la economía. Y se propuso hacerlo. Anunció un límite al precio de la factura de la electricidad, y junto a su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, presentó la mayor rebaja fiscal en cincuenta años en la gestión política británica.
Costos de financiación
La reacción fue inmediata. “Dada la elevada presión inflacionaria en muchos países, incluido Reino Unido, no recomendamos grandes paquetes de recortes fiscales en esta situación, ya que es importante que la política fiscal no vaya en contra de la política monetaria”, declaró el Fondo Monetario Internacional, una de las grandes instituciones garantes del dogma liberal. “Además, la naturaleza de las medidas británicas probablemente aumentará la desigualdad”, añadió.
De haber prosperado la propuesta de la primera ministra, se hubiera generado un choque de trenes entre la política monetaria y la política fiscal, indicaron los bancos centrales de Europa. Las agencias calificadoras de riesgo por su parte, precisaron que los recortes fiscales sin financiación son “negativos desde el punto de vista crediticio para el Reino Unido, con el riesgo de un aumento estructural de los costos de financiación, que podrían dañar la economía”.
Dar dinero a los ricos en forma de recortes fiscales, mientras millones de personas luchan por pagar el alquiler y las facturas, con la vana esperanza de que con el tiempo se genere prosperidad para todos los demás, nunca ha sido una idea política muy popular. Los impuestos sobre los beneficios de las empresas y sobre las rentas de los ricos (que suelen proceder más de la inversión que del trabajo) son algunos de los factores que supuestamente representan un impedimento para la innovación. Este es el argumento que esgrimen los neoliberales a favor de los recortes fiscales: que, sin ellos, nuestra economía se paralizaría.
Esperando al sucesor
En momentos en que la población británica se dispone a digerir la noticia de la renuncia de su primera ministra, en un comunicado posterior Truss dijo que se quedará en el cargo hasta que se elija un sucesor en una consulta interna del Partido Conservador; esa consulta se completará “la semana que viene”, precisó la dirigente política.
Al comenzar la presente semana, los conservadores confirmaron que el sucesor de Truss será el multimillonario Rishi Sunak, quien ya había aspirado al cargo de primer ministro en la contienda anterior y que en esta ocasión obtuvo el respaldo de al menos 100 parlamentarios de su partido, que es requisito estatutario.
Reflejo de la crisis interna de los ‘tories’, se presentaron esta vez unos pocos postulantes, que tras una muy breve emulación declinaron sus nombres en favor de Sunak.