Gabriel Ángel
@GabAngel_FARC
Recibí mensajes de exguerrilleros indignados por el asesinato de Rodolfo Fierro en el ETCR Mariana Páez, de Mesetas, Meta. No es para menos. Su vida fue segada de manera cobarde, mientras jugaba una partida de ajedrez en frente de su vivienda, por un sujeto encapuchado que le disparó seis tiros por la espalda y luego se perdió entre el monte.
La mano criminal dio un salto adelante. Cada ETCR está resguardado por patrullas de la Policía y el Ejército Nacional, y cuenta con esquemas colectivos de seguridad a cargo de la Unidad Nacional de Protección. Poco importó a los asesinos, sobreseguros de que podrían obrar con tranquilidad y huir sin problemas. Es obvio que conocían bien el terreno, por eso la capucha.
Asusta la fragilidad de los exguerrilleros. Los ETCR están ubicados en zonas rurales, apartadas de los cascos urbanos y a las que se llega por una carretera sin pavimentar. La policía y la tropa tienen sus puestos de control a la entrada. Cualquier malintencionado puede ingresar a ellos a campo traviesa y volver a salir sin el menor tropiezo.
Vivimos en un país en que poderosos y reconocidos enemigos de la paz, tienen libertad de tachar a los firmantes de los Acuerdos con los peores adjetivos, al tiempo que sindicarlos con la mayor impunidad de los crímenes más atroces. El Acuerdo Final de La Habana es objeto permanente de las más descaradas calumnias por parte de altísimos funcionarios del Estado.
A ello se suman también periodistas estrella de los grandes medios de comunicación, que contribuyen con sus ácidos comentarios a llenar de estigmas a los reincorporados. El Acuerdo de Paz contempló medidas para evitar ese tipo de sambenitos y promover la reconciliación, pero pueden más los intereses empecinados en promover y difundir los odios.
No creo que sea nuevo afirmar que los principales enemigos de los Acuerdos de Paz y sus firmantes, se hallan en el partido de gobierno, lo cual eleva de manera seria las señales de peligro. El Presidente asegura con firmeza que tiene el interés de implementar todo lo acordado, pero su política de paz con legalidad reinterpreta y difumina la implementación a su modo.
Existen bandas criminales que se mueven en las áreas donde operaron muchos frentes de las FARC, empecinadas en enriquecerse con variados negocios ilícitos, que van desde la extorsión a la minería ilegal y el comercio de drogas. Enemigas de quien plantee la sustitución de cultivos de uso ilícito o se preocupe por el desarrollo de las comunidades apartadas.
Y están también las disidencias, algunas de las cuales tachan de traidores a los firmantes de la paz y hablan de vengarse de los dirigentes que desmontaron la organización guerrillera. Es obvio que ese lenguaje brinda a los enemigos de la paz el ambiente propicio para proceder a matar y desviar la responsabilidad hacia otros. Sin descartar que aquellas amenazas puedan cumplirse.
Rodolfo Fierro era una de los comandantes más queridos por los guerrilleros del Bloque Oriental, que no comprenden cómo, ahora que se firmó la paz y se dejaron las armas, los asesinos obran repetidamente como si no existieran las garantías a las que se comprometió de manera solemne el Estado. El ambiente se enrarece como buscan los promotores de la guerra.
Hoy más que nunca se requiere del apoyo de los amigos de la paz y los acuerdos. ¿Dónde están?