jueves, marzo 28, 2024
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Difícil que corrupción de la FIFA se cure con estreno presidencial

Hay hilos conductores entre AFA, Conmebol, Concaf, UEFA y FIFA donde, plata de por medio para los dirigentes, el deporte es lo de menos. Y así, la pelota sí se mancha…

Gianni Infantino, nuevo presidente de la FIFA.
Gianni Infantino, nuevo presidente de la FIFA.

Emilio Marín

La Federación Internacional del Fútbol Asociado tiene nuevo presidente: el suizo-italiano Gianni Infantino. La entidad sufre una profunda crisis por su arraigada corrupción. Habrá que ver si el nuevo titular logra erradicarla. Muy difícil pero no imposible.

También en la FIFA hubo que apelar al balotaje, como en noviembre en las presidenciales argentinas, con la diferencia de que en el comicio donde participan 209 federaciones asociadas a la entidad (207 en condiciones de votar pues hay dos suspendidas) se contabilizaron los votos de cuatro candidatos. En rigor tres, porque el francés Jerome Champagne tuvo esta vez cero votos en vez de los siete de la primera vuelta.

En la segunda votación podía ganar quien tuviera mayoría simple de 104 votos. Y se alzó con el trono el abogado suizo-italiano de 45 años, Gianni Infantino, de la liga europea UEFA y con apoyos varios en el mundo, entre otros de la polémica Conmebol donde está encuadrada la no menos polémica AFA que supo presidir durante décadas el inefable Julio H. Grondona.

Infantino cosechó 115 sufragios; su principal adversario, el jeque bahreiní Salman bin Ibrahim al Jalifa tuvo 88 y más atrás quedó el candidato de Diego Maradona, el príncipe jordano Bin al Hussein con 27. Quedó dicho, no hubo champagne para el francés homónimo, vacío y descorchado.

En el hotel de lujo en Zurich donde se hacía el congreso, sus dueños deben haber sonreído porque la elección fue relativamente rápida. Es que a primera hora de la noche de ayer debían comenzar a instalar el hielo para patinaje y los delegados iban a tener que ser derivados a otra sede. Por suerte para ellos todo fue relativamente rápido y cobrarán por los dos eventos: uno que levantó temperatura política y otro con un clima bien frío.

“Resarciremos la imagen de la FIFA y el respeto hacia la FIFA. Y en todo el mundo nos aplaudirán por lo que haremos. Esta es una nueva era en la FIFA, en la que podremos colocar al fútbol en el centro del escenario”, fueron algunos de sus conceptos del proclamado vencedor.

Como objetivos pueden ser muy loables, pero la historia de la organización pone toda buena intención en tela de juicio. Su predecesor, el también suizo Joseph Blatter, venía de 17 años de gobierno y cuatro mandatos que se habían convertido en cinco. No pudo desarrollarlo pues debió renunciar cuatro meses después de ser electo, quedando como sustituto el camerunés Issa Hayatou. Es que aquel congreso, en junio de 2015, había sido fulminado por las detenciones ordenadas por la justicia norteamericana por denuncias de corrupción, el denominado FIFA-gate.

Y antes de Blatter hubo un larguísimo turno del brasileño Joao Havelange, con negocios continuados. Entre el suizo y su predecesor brasileño estuvieron en la presidencia 41 años. Es una institución poco democrática, lo que se trasunta en el hecho de que -contando a Blatter- sólo había habido ocho presidentes en una historia de 111 años.

Ahora fue el turno de Infantino, que tendrá mandato de tres años porque terminará el que correspondía al renunciante, quien -vale la pena acotar- no venía del fútbol sino del hockey sobre hielo. Después sí hizo su carrera deslizándose como con patines, de la mano de Havelange, de quien tomó la posta en 1998. Diecisiete años más tarde se le terminó la pista y se fue de cabeza, cuando la fiscal general estadounidense Loretta Lynch ordenó, el 27 de mayo de 2015, las primeras siete detenciones por sobornos, fraude electrónico, evasión impositiva y otros cargos. Ahora la lista es de 41.

Los argentinos

Infantino venía de ocupar desde 2009 el cargo de secretario general de la UEFA y fue el candidato de esa federación luego que se desplomara también el francés Michel Platini, quien en 2015 tenía buena parte de los votos europeos como para ir por el cargo mayor.

En su discurso de aceptación, el flamante titular dijo que en sus viajes había conocido a muchos dirigentes que aman el fútbol y que con su apoyo iba a poder poner a este maravilloso deporte en el lugar donde siempre debió estar. Entre algunos de esos conocidos suyos están los dirigentes sudamericanos de la Conmebol, a cuyo último congreso acudió. No es una buena referencia, porque esa confederación estuvo en el centro de las denuncias de la fiscal Lynch. Quien la presidía hasta diciembre de 2015, Juan Angel Napout, fue detenido también por corrupción. En enero de 2016 Domínguez Wilson fue electo para su reemplazo, en un evento donde los capos de la AFA como Luis Segura también se hicieron presentes y habrán acercado posiciones con Infantino, de cara al congreso de Zurich de ayer.

Segura está en ese lugar del fútbol argentino como reemplazante del “padrino” Grondona, quien se murió tan oportunamente que pudo zafar de una segura prisión, al cabo de 34 años como mandamás de la AFA. La fiscal general Lynch acusó al también vicepresidente de la FIFA de cobrar coimas millonarias para adjudicar las sedes de los torneos internacionales y otras coimas para los permisos de exclusividad en la transmisión de televisión de la Copa América.

Entre los primeros detenidos del 2015 hubo tres empresarios argentinos. Uno es Alejandro Burzaco, socio de Clarín en Torneos y Competencias, y hermano del actual secretario de Seguridad de Mauricio Macri, Eugenio Burzaco. Alejandro estuvo prófugo de la justicia y con pedido de extradición desde EE UU hasta que sus abogados prepararon su presentación ante la justicia. Luego varias empresas reunieron los 20 millones de dólares de caución para no quedar preso mientras sigue el proceso. La acusación contra su hermano, secretario de Seguridad, es que pagó parte de los últimos 5 millones de dólares para ese fin, poco compatible con sus funciones. Los otros dos argentinos procesados y detenidos fueron Hugo y Mariano Jinkis, padre e hijo, dueños de Full Play Group.

AFA es parte de la Conmebol y votó ayer en Zurich. El voto lo expresó el titular de Racing, Víctor Blanco. ¿Es un dirigente probo y de palabra? Difícil saberlo. Si uno se guía por las declaraciones del mismo día del delantero académico Bou, parecería que no. “Estoy mal y triste porque el presidente tuvo un pacto conmigo y no lo cumplió. Me duele mucho la palabra, porque se tiene que cumplir”, dijo el jugador, muy molesto porque Blanco no habría respetado el compromiso de venderlo a un club de China pese a que éste ponía los 8 millones de dólares pactados.

Hay hilos conductores entre AFA, Conmebol, Concaf, UEFA y FIFA donde, plata de por medio para los dirigentes, el deporte es lo de menos. Y así, la pelota sí se mancha…

¿Margen para el cambio?

Las denuncias contra Blatter y la FIFA, aún con fundamento según lo divulgado el año anterior y lo que va de éste, no significa que sus promotores sean todo lo honestos que dicen ser.

Por ejemplo, la federación rusa y el renunciante presidente de la entidad del fútbol mundial, dijeron que estas denuncias tenían como origen el descontento norteamericano y británico por no haber sido sedes de los mundiales de 2018 y 2022. Esas designaciones recayeron en Rusia y Catar, posiblemente con las coimas de rigor, no menos obscenas que las que hubieran pagado Washington y Londres por esos lugares.

Un habitual crítico de esos desmanejos es Diego Maradona, quien vino denunciado a las cúpulas de FIFA y en particular a Blatter-Platini. Esta semana el ex 10 calificó de “traidor” a Infantino y fogoneó las candidaturas del príncipe Al Hussein y el jeque de Bahrein, Salman.

Y ese es el punto débil del ex astro argentino. Esas monarquías árabes son tan corruptas como los gobiernos que presumen de ser las grandes democracias occidentales y tales rasgos se transmiten de la política y finanzas al fútbol. Para colmo el jeque Salman había tenido inconvenientes para explicar cómo se compadecían sus planes reformistas en la entidad del fútbol con las restricciones que Bahrein, un reino absolutista y reaccionario, pone contra los derechos de las mujeres.

La elección ya fue. El nuevo titular asumió el mismo día que el congreso dispuso una reforma de Estatutos para darle más transparencia a FIFA, con publicidad del salario del presidente y el secretario general, con controles y auditorías de firmas ajenas a la entidad, con cese del Comité Ejecutivo y su reemplazo por un Consejo de la FIFA de 36 miembros, donde habrá lugar para 6 mujeres. Se estipuló que los presidentes podrán estar un máximo de tres mandatos (doce años en total) y que los torneos mundiales tendrán 40 equipos.

Tales reformas y el discurso del recién asumido suenan bien. Sin embargo, la historia acá reseñada a grandes rasgos estrecha los márgenes de la esperanza. El negocio y el negociado del fútbol lucen intactos.

El secretario general interino de la FIFA, Markus Kattner, dijo en el evento que tienen un déficit financiero de 550 millones de dólares y quieren definir un presupuesto de 5.000 millones de dólares de ingresos para el Mundial de 2018 en Rusia.

Y en base a esa necesidad, se puede suponer que la organización querrá cerrar negocios con los sponsors y multinacionales de siempre: Coca Cola, Visa, Adidas, McDonald’s, etc.

Para el Mundial de 2014 en Brasil esas y otras empresas aportaron 1.600 millones de dólares en contratos que siempre suelen dejar una puerta abierta a chanchullos, retornos y comisiones. ¿Transparente la Coca Cola? Si ni se conoce su fórmula…

SurYSur

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