César Santoyo Santos
@Cesar_Santoyo_S
La incapacidad del aparato productivo colombiano y, de paso, del gobierno nacional se muestra en no sostener los poquísimos empleos formales que absorben a la sazón de mesadas de salario mínimo y exigencias de recortes prestacionales.
Según algunos de los “tanques de pensamiento” de la economía nacional, son cinco millones de empleos perdidos en Colombia, comparando los meses de marzo de este año y del pasado, lo que agrava la cifra de 18,9 % de desempleo del DANE y alerta sobre las características que debe tendrá la reactivación económica colombiana luego de las medidas excepcionales que Duque ha tomado y sigue tomando en más de un centenar de decretos en el marco de la emergencia social, económica y ecológica, las cuales, como siempre, quieren poner sobre los hombros del ingreso de las mayorías empobrecidas para así amparar a los dueños del gran capital, especialmente de los bancos.
Un grupo selecto de áulicos de esos Tanques, vienen señalando la necesidad de que el Estado intervenga para salvar de la “suerte terrible” del cierre a las empresas, porque según esos, aquellas no se arman de la noche a la mañana, sin embargo, ha estado a la orden del día de empresarios y conglomerados económicos el despido masivo de los empleados, la ruptura y marchitamiento de la generación de riqueza que los anónimos trabajadores y trabajadoras logran y que se apropian incesantes, la cual si es una verdadera calamidad a reparar, así como el Estado minúsculo al que hoy recurren para salvaguardar su tasa de ganancia.
Cinco millones de empleos que el Presidente, cuando decretó la cuarentena ya pudo advertir están perdidos. Sin embargo, en el riesgo país que ellos defienden y organizan no caben trabajadores, cabe la tasa de ganancia y los indicadores que expliquen ello a partir del mágico mundo de Oviedo, que ha convertido el DANE en una oficina de prensa de la acción estatal, valiéndose de cambios metodológicos que llevan al traste el rigor y el despliegue de la estadística como herramienta estratégica para la toma de decisiones.
La pandemia ha adquirido ribetes insospechados para economías dependientes, deficientes y deformadas como la nuestra que, apenas logra, según lo dicho por los gremios, comerciantes e industriales, mantenerse a flote sólo con la inyección generosa de capital de riesgo del estado, el mismo que a sangre y fuego intentan marchitar y liquidar para dejar a la oferta y la demanda la regulación de la vida, del ecosistema y del futuro.
Los derechos y prestaciones sociales son el nuevo objetivo, ya para otras salvaguardas, como en la FUAC, intentan coléricos los encargados de la intervención a la universidad, forzar a maestros y trabajadores a renunciar a primas extralegales, vender predios para paliar las deudas laborales y hacer mala prensa de las convenciones colectivas, señalándolas de ser las responsables del desbalance. sin embargo ¿alguien ha sabido los costos de la intervención? ¿cuánto es el salario que se asignó el rector-interventor? ¿trajo todo su equipo de fuera?
Este es, posiblemente, uno de los laboratorios de mayor relación con la primera parte de este artículo, la manera como presionarán la variable empleo formal para que sea de “Darwinismo económico” la que regule las relaciones económicas luego de la cuarentena, la quiebra y el despilfarro causado por la excepcionalidad de Duque y su gabinete.
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