viernes, marzo 29, 2024
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Debate. Respuesta a dos declaraciones del senador Robledo

Cuando el sectarismo solo deja ver un lado del proceso de paz.

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Luis Ernesto López R.
Integrante del Comité Ejecutivo Departamental del Polo en el Cauca

En los últimos días del 2014, lo que parecía ser un debate superado, más que por los argumentos, por la inmensa votación que aportamos miles de polistas al proceso de paz, al igual que lo hicieron militantes y afiliados de otros partidos de oposición, cuando apoyamos en la segunda vuelta, la reelección del neoliberal Juan Manuel Santos, el senador Jorge Enrique Robledo viene dando declaraciones que por una parte ofenden la inteligencia de quienes no compartimos su particular visión sobre el conflicto colombiano y por otra denotan su obsesiva y parcializada visión sobre el proceso de paz, como si este dependiera únicamente del presidente Santos, menospreciando el protagonismo que sobre el mismo tienen las fuerzas revolucionarias insurgentes y los partidos de izquierda que desde siempre han asumido la paz con justicia social como una de sus banderas principales.

Una de estas declaraciones es la entrevista publicada en la revista Semana, el 24 de diciembre, donde el titular de la misma no le hace justicia al 80% del contenido, sino que se centra en una sola frase donde el senador Robledo afirma que entre Santos, Samper y sus amigos andan enredando al Polo, y claro está, la cohorte del senador, como siempre lo hace ante cualquier ocurrencia del jefe político, reproducen masivamente en las redes sociales la mencionada entrevista, llamando a la reflexión, como si se tratara del gran aporte a la teoría política colombiana.

Y en una segunda entrevista, al diario El Tiempo del 29 de diciembre, las declaraciones del senador vuelven a dar el “papayazo” para que la misma sea titulada con otro vergonzoso reduccionismo “Respaldaré a Clara López si van sin santistas o uribistas”, rematando la entrevista con la afirmación de que Santos está utilizando el proceso de paz como una especie de carnada. No niego que esto último sea cierto, ¿pero en donde radica el error de nuestro ilustre senador?

Primero, al proceso de paz confluyen dos fuerzas políticas y militares, el gobierno y la insurgencia, y como tal las posiciones y propuestas del primero no son las únicas ni las que terminarán imponiéndose en su totalidad. Las fuerzas revolucionarias, expresión político-militar de la caracterización de conflicto social-armado, llaman a otras dinámicas tanto en torno a las mesas de negociación, como al desarrollo que se tenga en los meses de postacuerdos, lo que indudablemente les dará no solo protagonismo, sino también liderazgo entre los colombianos que dedicamos nuestras actividades a la búsqueda de un país diferente al que ha primado en los últimos 200 años.

En este sentido, el único enredado por el santismo es el mismo senador que desconoce las potencialidades de las fuerzas revolucionarias en el desarrollo y desenlace del proceso de paz.

Segundo, es claro que el Polo hoy no convoca la expectativa que tuvo en sus primeros años de vida, errores como fueron la exclusión de importantes fuerzas políticas, la laxitud con que manejó en sus inicios el problema de corrupción de los hermanos Moreno, la dificultad para lograr acercamientos con otras fuerzas de izquierda, hoy hacen que la iniciativa política cada día gire más en torno al proceso de paz, como posibilidad real para encauzar todas nuestras luchas bajo el concepto que tengamos sobre la paz que aspiramos, lo que incluye el tema de los TLC, las privatizaciones, o la entrega de tierras a monopolios extranjeros y nacionales, peleas en las que la bancada polista dio intensos debates, pero en los que no logramos significativos avances.

Tercero, hay una contradicción de fondo en las políticas que ha defendido el MOIR, casi que aislado de otros sectores que hacemos parte del PDA, como es su constante llamado a hacer alianzas con los empresarios nacionales y al mismo tiempo excluir a uribistas y santistas del apoyo a una eventual candidatura de Clara López a la alcaldía de Bogotá. Quisiera saber cuántos empresarios son más proclives a las propuestas del Polo que a las de la Unidad Nacional, por no entrar en el tema del uribismo y del paramilitarismo que, como ya está demostrado, recibió el apoyo de buena parte del empresariado colombiano.

Finalmente, dada la velocidad de algunos acontecimientos, hoy el Polo Democrático, si de verdad queremos ser alternativos, no podemos esperar las definiciones del IV Congreso para ir definiendo el camino de la táctica electoral que se avecina, en cada municipio y departamento.

Nos corresponde desde ya, con la Marcha Patriótica, con la Unión Patriótica, con el Partido Comunista Colombiano, con el Congreso de los Pueblos, con las organizaciones progresistas, con los verdes, con las organizaciones indígenas y campesinas (no solamente con las Dignidades Agropecuarias), afrodescendientes, con los colectivos de mujeres demócratas, con las organizaciones LGBT, con los independientes, dar inicio a lo que ya algunos denominan el Frente Amplio y buscar fórmulas de unidad electoral, rodeando más que nunca el proceso de paz, siendo veedores del cumplimiento del cese al fuego unilateral, para que el mismo se convierta en bilateral y permanente.

Quienes apoyamos el proceso de paz, con algo más que palmaditas en la espalda, no somos santistas, ni samperistas y muchísimo menos uribistas, pero entre el pueblo que se puede autocalificar así, sin ser polistas, también hay quienes con mucha seguridad seguirían el liderazgo de verdaderos Frentes Amplios por la paz con justicia social, con democracia y también con perspectivas de transformaciones estructurales como las que ya empezaron nuestros vecinos de la Gran Patria Latinoamericana.

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