jueves, abril 18, 2024
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De fiesta en fiesta

Crónica

Redacción VOZ

La testaruda lluvia no pudo menguar el ambiente festivo que arropó a los miles que se dieron cita en las instalaciones del Club de Pensionados Ferroviarios, en el oriente de la capital del país para disfrutar el 29 Festival de VOZ, sobrado en alegría y diversión.

El domingo de fútbol es costumbre en Bogotá y el Festival no fue ajeno a ello. El ya afamado picadito de integración, convocó a veinticinco jóvenes de organizaciones sociales y políticas. El césped y el balón fueron suficientes para dar bandera verde a las actividades de una jornada multicolor.

Las gambetas y los goles dieron paso a los tambores, bombos, trompetas y liras de la banda marcial del Colegio Tecnológico del Sur. Uniformados para la ocasión, saco rojo de gala y con descrestante gorro blanco los niños y niñas del colegio, entre 12 y 16 años, marcharon por las calles aledañas al Club para demostrar su oficio con las baquetas, las armonías musicales y su atinado compás. El recorrido que duró al menos una hora les entregó a los vecinos un acontecimiento casi inédito. El golpe de los bombos en las inmediaciones de la cárcel Modelo, centro de reclusión contiguo al Club, fue un extraordinario acontecimiento; allí los visitantes se sorprendieron por la tónica marcial que rompió su rutina dominical y ésta a su vez fue correspondida con aplausos a los osados marchantes.

Ya de vuelta a las instalaciones del Club y en un acto de cierre, la banda realizó figuras mientras la tribuna animaba a los espectadores que le madrugaron al Festival. Los caricaturistas alistaban su pluma. El maestro Calarcá fue bastante reconocido por su exposición de caricatura, Para Ateos Gracias a Dios. El trabajo del maestro fue acompañado de tres de sus alumnos de la Escuela Nacional de Caricatura, Yelka Rozo, Marco Pinto y Julián Naranjo, quienes sentados frente al público trabajaron su oficio retratando a muchos de los visitantes. Los niños los primeros espectadores atentos a los dibujantes “Maestro usted y sus alumnos siempre la sacan del estadio”, decía uno de los admiradores de Calarcá a la salida del recinto.

Ese mismo escenario fue para que los poetas, y los que no lo son, se sirvieran a sus anchas de un recital en homenaje al medio siglo de Rayuela. El encargado, José Luis Colegial, se dio a la tarea de reunir a voces como la del autor de Alba, José Luis Díaz-Granados, quien llevó a los asistentes mediante sus letras al deleite literario. El cielo gris fue una inspiración poética. Los aplausos no dejaban de sonar luego de cada declamación. Un completo éxito que regocijó a los espectadores que tras las horas de poesía comentaban: “de poesía también vive el hombre”.

Pero en otro de los salones el halago era para el cine revolucionario. Esta vez a cargo de la directora de cine Juliana Botero, quien recomendó dos largometrajes de buen recibo para los amantes del séptimo arte. Los problemas técnicos que nunca faltan, fueron menores, para disfrutar las películas de sentido revolucionario y conciencia de clase.

Las casetas, veinte en total, completaron las actividades del 29 festival. El Partido Comunista Colombiano, la editorial Izquierda Viva, los presos políticos, la solidaridad internacional, Cenaprov, FSM, las mujeres y la Juventud Comunista, entre otras, fueron las más visitadas. El regional Bogotá del PCC, mantuvo diálogos de coyuntura nacional entre ellos los relacionados con los acontecimientos de la Unión Patriótica y el proceso de paz, reseñados en otro lugar de esta separata especial.

Los visitantes internacionales se vieron gratamente sorprendidos por la cantidad de actividades políticas y artísticas. Así lo manifestó el director de Tribuna Popular, órgano central del Partido Comunista Venezolano, Carlos Aquino, quien pasó la jornada visitando cada una de las casetas y acompañando las actividades del Festival. Aquino recibió el cariño de los asistentes, entre ellos el del grupo Pa` los Carrangueros que lo homenajeó vistiéndolo con las ropas propias de la región andina del país, sombrero, ruana y tiple en mano. “Así se ve más colombiano el compañero”. Ellos también, tocaron con sentimiento boyacense y llegados desde Tunja alegraron a los espectadores poniéndolos a bailar salteado.

De nuevo, la lluvia caía con insistencia y uno de los resguardos a ella era el rincón bohemio que como ya es costumbre venia amenizado por música en vivo como la del interprete Andrés Rodríguez, quien con sones de boleros y música cubana entregó un concierto que se llevó más que aplausos, el reconocimiento por su voz y por el ameno rato vivido.

Casa Teatrova, alistaba su presentación de títeres y teatro con sentido ambiental. La luna, el sol, las flores y hasta la lluvia eran las estrellas de su repertorio. Una nueva experiencia de arte puesta en escena para encantar a todo el público. Un rato después salto al escenario Roberto Aroldo, el más colombiano de los argentinos, tanguero por nacimiento y profesión y quien cerró las nubes que acompañaron el Club para entregar un recital de tango de altura.

Sus letras y la compañía de bailarines expertos en el arte bonaerense hicieron vibrar a los apasionados de este género musical. Cantó los clásicos del tango y expresó su vocación política con reflexiones en tono musical bastante críticas. A la postre Roberto Aroldo, fue prendiendo el ambiente para la llegada de los 50 de Joselito, que levantó al público de las silla “a buscar pareja” y a bailar con las canciones que han hecho famoso al grupo. Para que los más “cumbiamberos” agarren su pareja. Los 50 de Joselito con su particular estilo prendió la fiesta que fue seguida por la presentación del Ballet Folkclórico Tierra Dentro, niñas y niños al escenario con pop y samba.

Dkano Orquesta, puso a bailar a los asistentes ya entrada la noche, el feroz frio no hizo mella en los bailarines que se gozaron cada una de las canciones de todos los ritmos, merengue, salsa y composiciones propias. Y como un presagio de buena rumba llegó al escenario el famoso Noel Petro, el Burro Mocho. Los rumberos no pararon. Y como lo prometido es deuda, el Burro cantó todo su repertorio desde Cabeza de Hacha, El Ñato, hasta el famoso Yo conozco a Claudia. Se fue terminando la noche mientras se agotaba el cuerpo pero el espíritu festivo seguía de pie. “De la festividad de la unidad al paro popular” señalaron los últimos amigos de VOZ que de a poco emprendían retorno.

Fue la mejor antesala, alegre y combativa para el paro nacional agrario.

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