jueves, marzo 28, 2024
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Cumbre de Celac: América Latina pone sus ojos en Cuba

Combatir la pobreza, el hambre y ajustar el camino de la integración, fueron postulados de la histórica cita de mandatarios de la región. La ONU y la OEA estuvieron representados en sus máximos jerarcas

Los mandatarios latinoamericanos celebran, al final de la cumbre, los avances en el proceso de integración. Foto Prensa Miraflores.
Los mandatarios latinoamericanos celebran, al final de la cumbre, los avances en el proceso de integración. Foto Prensa Miraflores.

Alberto Acevedo

Probablemente, la decisión más importante que adoptó la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, reunida en La Habana la semana pasada, fue declarar a América Latina zona de paz. Esta es una decisión de la mayor importancia para los intereses geoestratégicos de la región y marca el rumbo de su futuro inmediato.

Declarar zona de paz la región continental y caribeña, es desafiar la presencia de más de cien bases militares norteamericanas y británicas, enquistadas en suelo latinoamericano; es rechazar la presencia de la IV Flota de la Marina de los Estados Unidos, creada para efectos ofensivos durante la Segunda Guerra Mundial, pero reactivada en 2008 para que se pavonee por nuestros mares.

Es cuestionar la presencia británica en las islas Malvinas, sobre las cuales Argentina no renuncia a reclamar su soberanía. Es poner sobre la mesa de discusiones la cuestión de Guantánamo, en cuanto a que se requiere no sólo cerrar la prisión allí construida, liberar a los prisioneros políticos, sepultados en vida, sino devolver ese territorio a Cuba, su legítima dueña. Es, en fin, poner término a la ocupación norteamericana a Puerto Rico, y devolver a la isla su soberanía e independencia.

Desde luego, que América Latina se proclame zona de paz significa, como en efecto sucedió, dar un espaldarazo al proceso de negociaciones de La Habana entre la guerrilla y el gobierno colombiano. Pero es al mismo tiempo decir que nunca más volverá a suceder un episodio como el infame bombardeo a la región de Sucumbíos, en Ecuador, por cuenta de la Fuerza Aérea colombiana con el apoyo técnico de los Estados Unidos.

Esta importante decisión se toma después de que unos años atrás, en México, a través del Tratado de Tlatelolco, se declaró a América Latina zona libre de armas nucleares. Estas decisiones en su conjunto reivindican como principios el de la no intervención en los asuntos internos de otros estados, el derecho a la soberanía y la autodeterminación, y el de darse cada pueblo el régimen político y económico que desee, todo con fundamento en la preservación de la paz y la cooperación.

El otro gran eje, programático de la reunión de Celac, es el paquete de medidas orientadas a la lucha contra la desigualdad social, la pobreza y el hambre. América Latina, según estadísticas frescas presentadas a la cumbre de La Habana, ha logrado disminuir la pobreza en una proporción importante. Pero este flagelo continúa afectando a 164 millones de latinoamericanos, de los cuales 66 millones padecen indigencia.

Protagonismo

En contraste, el diez por ciento más rico de la población posee el 32 por ciento del ingreso, mientras el 40 por ciento más pobre recibe apenas el 15 por ciento del ingreso.

Un elemento necesario de destacar es que, políticamente, la Celac ha ido cobrando protagonismo y se ha convertido en el primer interlocutor en América Latina y el Caribe, y bajo la presidencia pro témpore de Cuba, logró reunir a gobiernos de izquierda, progresistas y de derecha que, sentados en una misma mesa, se han puesto a discutir el camino del futuro de la región.

La idea original de Celac, en su proceso de formación hace dos años, fue perfilar “una integración sin tutelajes desde el Norte”, diseñada además como respuesta a la pérdida de legitimidad de la Organización de Estados Americanos, OEA, y como respuesta al reducido liderazgo en la región de la Organización de las Naciones Unidas, ONU.

Avances

En estas condiciones, América Latina materializa su idea de ser parte en el diseño de un nuevo orden mundial, salir de las imposiciones del “Consenso de Washington” y confrontar la práctica de la Casa Blanca de pretender controlar en todo momento las organizaciones internacionales de cooperación y desarrollo. Vienen bien a este respecto, las palabras del presidente de Uruguay, José Mujica, al afirmar que “la palabra autodeterminación desapareció del lenguaje de las cancillerías del mundo rico”.

No olvidemos que el marco internacional en que se reunió Celac es el de la crisis en Europa, la caída de la credibilidad de los Estados Unidos, los vertiginosos cambios económicos en China y el efecto demoledor de un sistema de economía global que genera pobreza y desigualdades en millones de seres humanos en el mundo.

Con este escenario de fondo, bajo la presidencia de Cuba se produjo un audaz acercamiento de Celac a bloques regionales de cooperación como la China, Rusia, Japón, Corea del Sur y el Consejo de Cooperación de los países Árabes del Golfo, entre otros, Y en el terreno doméstico, Celac se propone impulsar instancias autónomas de integración como el Alba, Unasur, Mercosur, Petrocaribe, entre otras, frente a la intención de algunos gobiernos de avanzar en una “restauración conservadora” de la integración, bajo el ropaje de la Alianza del Pacífico, que intenta rescatar la subordinación a Washington.

Un saldo final de la cumbre, pero no menos importante es el reconocimiento a la política exterior cubana por su desempeño frente a la Celac. Lo indican así, no solo la presencia de jefes de estado y de gobierno de casi 40 países, sino de la Unión Europea como observadora, la del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, la del secretario general de la OEA, después de 50 años de pretender en vano el aislamiento de la mayor de las Antillas, por imposición y mandato del Pentágono norteamericano.

Estados Unidos, aislado

Este reconocimiento lo es también al proceso de transformaciones económicas en Cuba, a partir de las decisiones del último congreso del Partido Comunista. Muy significativo es que en el marco de las deliberaciones de Celac se haya inaugurado en el puerto de Mariel la primera etapa de la construcción de un megapuerto, que tendrá un costo aproximado de 800 millones de dólares, de los cuales 600 fueron aportados por el gobierno del Brasil.

Se trata del mayor proyecto de infraestructura de Cuba en toda su historia, con capacidad para mover entre 800 mil y un millón de contenedores al año, a lo que se agrega la construcción de una zona franca, concebida como un paso hacia la modernización y la inversión extranjera en gran escala.

Y es, por consiguiente, el fracaso de la política de bloqueo económico a Cuba por parte de los Estados Unidos. “El intento que comenzó con el nacimiento de la Revolución de aislar a Cuba ha fracasado totalmente y en este momento lo único que sufre un profundo aislamiento es la política norteamericana en relación con Cuba”, puntualizó en este sentido el canciller cubano Bruno Rodríguez.

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