El presidente Miguel Díaz-Canel dijo que el país está viviendo una situación excepcional, marcada por dos desafíos, además del bloqueo: la emergencia energética y la fase de alarma ciclónica para las provincias orientales
Ricardo Arenales
Cuba acaba de superar una crisis en el sistema de suministro de energía eléctrica, que llevó a que la mayor de las Antillas estuviera prácticamente sin electricidad durante varios días. Solamente entre los días 19 a 21 de octubre pasado, el corte de energía eléctrica fue de 72 horas, uno de los más duros en los últimos años.
La situación actual, que sin duda causa desesperación entre la población, es resultado de una enmarañada mezcla de circunstancias. Entre estas se destacan, principalmente, la obsolescencia de las centrales termoeléctricas de la isla, los daños ocasionados por el ciclón Oscar ─que confluyeron al mismo tiempo en que se sorteaban los problemas de suministro de energía─ y el endurecimiento de las sanciones económicas por parte de Estados Unidos, que se han mantenido por seis décadas, pero que se han intensificado en las dos últimas administraciones norteamericanas.
Los medios occidentales han reseñado la situación, pero la atribuyen a la falta de diligencia del gobierno socialista cubano para renovar las centrales generadoras y a errores de planificación. Ocultan que detrás de este desbarajuste está el criminal bloqueo económico, que impide que Cuba pueda adquirir insumos en el mercado internacional para satisfacer su demanda de energía.
Décadas de sanciones
El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos persigue y sanciona a las navieras que lleven combustible a las centrales termoeléctricas de Cuba. Igualmente, lo hace con todo banco internacional que se atreva a realizar transferencias de instituciones cubanas u otorgar créditos para el pago de suministros.
Las sanciones de Estados Unidos acabaron, en cinco años, con el 90 por ciento de la producción petrolera de Venezuela, que en el pasado reciente fue el principal proveedor de combustible a Cuba.
En una nota reciente, aparecida en Cubadebate, la analista Laura Prada se refirió a la similitud de propósitos en las sanciones contra Cuba y Venezuela, cuyos gobiernos no se someten al dictado norteamericano. En el caso de la Isla caribeña, Prada dice que Cuba está apagada, pero no vencida.
En el momento más crítico del apagón, las autoridades dispusieron la suspensión de clases en los centros educativos, de fiestas en establecimientos públicos, lo mismo que las jornadas laborales no indispensables en algunos centros de producción.
Situación excepcional
El presidente de la isla, Miguel Díaz-Canel, dijo en su momento que el país está viviendo una situación excepcional, marcada por dos eventos complejos: la emergencia energética y la fase de alarma ciclónica para las provincias orientales.
La situación, anotó, se debe a la indisponibilidad de combustibles, hecho que se ha acrecentado por toda la guerra económica que realiza el gobierno de Estados Unidos contra nuestro país. “Esto incluye la persecución financiera y energética. No hemos contado con los suministros estables de combustibles para que el sistema pueda operar en toda su capacidad y con toda su estabilidad”.
Díaz-Canel valoró la comprensión y la solidaridad del pueblo para enfrentar estas situaciones, así como el compromiso de los trabajadores del sector eléctrico, quienes lograron la estabilidad del servicio.
Detrás está el bloqueo
Esta fue una labor titánica. En los días en que la isla permaneció azotada por las ondas ciclónicas, varios buques de abastecimiento de petróleo no pudieron cumplir con sus rutas de suministro de combustible para las centrales eléctricas. Por esta misma circunstancia se averío la central termoeléctrica de Guiteras, una de las más importantes del país.
El vicepresidente Manuel Marrero pidió al pueblo reducir al máximo el consumo de electricidad. Pero ni las autoridades ni las organizaciones sociales pierden de vista que detrás del problema están los efectos del bloqueo.
Como secuela de las sanciones, durante décadas se aplazó o relegó a un segundo plano las refacciones de las estructuras de generación y transmisión de energía. Los ingenieros y técnicos cubanos tratan de ponerse al día haciendo trabajos de mantenimiento y reparaciones, pero el desgaste de piezas hace sus estragos.
A partir del mandato de Donald Trump en Estados Unidos, se endurecieron las sanciones y no se puede hacer una transacción financiera normal. A la isla se le ha negado el derecho a un desarrollo económico normal. La mayoría de los bancos se niegan a hacer pagos a Cuba para evitar las fuertes sanciones que impone el gobierno de Estados Unidos.
Crece la demanda
Cuba hace esfuerzos por pasarse a las energías renovables, pero esto también exige enormes inversiones. Se ha hecho mucho en el ámbito de la energía solar y eólica, pero al mismo tiempo la demanda de electricidad sigue en aumento, particularmente en la medida en que crece la industria y se incrementa el turismo.
La energía en Cuba, en gran parte, se produce a partir del petróleo. Por un tiempo, el combustible se conseguía gracias a acuerdos favorables con Venezuela. Pero el país suramericano también fue objeto de sanciones por parte de Estados Unidos, y ahora esos convenios no existen.
En medio de tan duras dificultades, la isla hace denodados esfuerzos por restablecer la producción y el suministro de electricidad. En el momento más duro, se organizaron comedores comunitarios para brindar comida caliente a personas a las que se les dañaron sus reservas de alimentos por falta de un congelador u otra circunstancia.
Al finalizar la semana pasada, el Gobierno informó que el suministro de energía se había restablecido en un 83 por ciento, y para el día 22 se había normalizado en la mayor parte del país. Para esos días, el nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, en México, dijo que había dispuesto varias medidas de solidaridad con la isla, incluyendo ayudas especiales para mejorar el servicio eléctrico. La solidaridad va a derrotar el bloqueo económico, dijo la nueva mandataria mexicana.