viernes, abril 19, 2024
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Crónica de un viaje al norte de la India

La mejor manera de encontrarse a uno mismo es perderse en la ayuda a los demás (Mahatma Gandhi)

Cielo Vargas Gómez

Llegué a Delhi en septiembre al final del monzón.  Prontamente me encuentro entre el calor húmedo y la sinfonía de cláxones. Es un lenguaje, el de pitar. Como otras cosas en India, son códigos, todo acá tiene una simbología y un lugar en el engranaje cotidiano. A la vez también me veo sumergida entre los más diversos estímulos que apabullan mis sentidos: sonidos, olores, sabores, texturas, formas y superficies que me exigen atención y ante los cuales me dejo llevar.

Me subo en un Tuk-Tuk y empieza el recorrido, serpenteantes movimientos entre otros moto-taxis, autos, autobuses, motos, bicicletas. Pasamos por un templo, un mercado, un palacio, viviendas, sobre un puente de al menos ocho carriles, luego por debajo las vacas descansan del abrasador sol. Todo, en todo lado sucediendo al mismo tiempo (como la película de Dan Kwan y Daniel Scheinert) a todo nivel.

La historia se desplaza desde la capital hacia el estado de Rajastán y Utta Padesh. Entre los destinos del recorrido buscamos entrar en contacto con realidades que afronta la sociedad india, así como los esfuerzos que se están haciendo por cambiar vidas. Aunque el crecimiento económico ha sido exponencial en las últimas décadas, este desarrollo ha profundizado fisuras en el tejido social. Para la muestra los altos niveles de informalidad laboral, que comparte con países latinoamericanos, como Colombia.

“Prepárate para ver la pobreza”

Según la ONG Semilla para el Cambio, India es el segundo país más poblado del mundo y la séptima economía mundial, pero también el país que concentra el mayor índice de pobreza del planeta (unos 330 millones de personas viven) y con una alta tasa de trabajo infantil, con más de 10 millones de niños y niñas trabajadores.

Es un hecho que en India coexisten diferentes religiones y filosofías de vida, esta espiritualidad deja su impronta en todo aspecto de la vida, la devoción y la fe, pero también el fanatismo que ciega los corazones y desata actos abominables como el ataque a las mujeres con ácido. Antes del viaje en la fase de información leí en diferentes lugares y testimonios “prepárate para ver la pobreza”, me parecía una frase llena de prejuicios y pronunciada por privilegiados occidentales.

Sin embargo, es una realidad, que no se puede ocultar ni con todo el color de las flores, el exotismo de los cuerpos húmedos entre saris de seda, el vapor de las especias más exquisitas al fuego de un comal ambulante, ni el incienso que invade los rincones de callecitas imposibles.

I Jaipur: Organización Vatsalya¹

Nos reciben Deviani y Rogith. Nos hacen un breve recorrido por la escuela y los talleres de emprendimiento para mujeres. Es una aldea inmersa en la ruralidad de Jaipur, que procura ser autónoma en la producción de energías y sostenible con la naturaleza.

El calor es febril, la vida es sencilla, cesa el sonido urbano y escuchamos las aves, las vacas, el perro, los gatos salvajes que se arriman a la edificación de la cocina en busca de la cena, también los insectos buscan su cena en los humanos. Cenamos y se quedan impresos en la memoria esos rostros indios, cobrizos, de ojos negros, brillantes y sonrisas amables.

Visitamos la escuela, hablamos con los fundadores, aprendemos con las mujeres en los talleres de block printing una técnica de estampación textil, más tarde nos reunimos a conversar con todas ellas sobre el proyecto de emprendimiento Anoothi.

Dentro de este activismo, llama mi atención que la organización ha sabido adaptarse a los cambios, ya sea porque las leyes cambian disposiciones, ya sea porque entienden que no basta con sacar al niño del entorno de pobreza, se debe trabajar con la mujer-madre-hogar para lograr el cambio. También se atraviesa la pandemia como factor de cambios, financiación, presencialidad, autocuidado y cuidado.

Las mujeres que ejercieron la prostitución encuentran en Anoothi su autonomía económica. El trabajo lo pueden realizar en los talleres de la aldea o en sus casas mujeres, madres, esposas y cabezas de hogar, sin embargo, prefieren trabajar en los talleres. Es su fuga, su encuentro y el espacio para ser ellas. Son curiosas, nos preguntan por nuestra vida, nuestra situación civil.

II Agra: Café Sheroes HangOut

La mujer en India es una joya que se valora, se cuida, se conquista, se luce y se posee. Sin pretender siquiera rascar la superficie de la complejidad religioso-cultural y cómo esta ha dado forma al concepto de ser mujer en India, solamente mencionaré que la visita a este espacio me quebró.

Los ataques con ácido perpetrados hacia las mujeres ocurren desde hace más de 20 años, el propósito no es asesinar a la mujer, es desfigurarla, marcarla ante la sociedad al privarla de su rostro. Desafortunadamente esta brutalidad ocurre en varios lugares del mundo, más casos de los que quisiéramos reconocer.

Como mujer y feminista me quiebra esta situación, las veo y ellas me dicen: míranos, estamos vivas. Sonríen y dicen: no somos víctimas, somos sobrevivientes.

III Varanasi: ONG Semilla para el cambio

Semilla para el cambio en Varanasi. Foto Cielo Vargas

Lugar de peregrinación, último aliento para las almas hindúes que anhelan ser liberadas a través del fuego y ungidas en las aguas del Ganges. Benarás te descalza, te libera de la temporalidad a las buenas o a trancas. Aprendes a ser agua, a perderte y dejarte sorprender. Conviven, como es constante en India, las manifestaciones más devotas junto a las más mundanas. Semilla para el cambio es una ONG que articula en varios frentes el trabajo con niñez y mujeres provenientes de los slums (chabolas).

Cambiar hábitos es difícil, ¿Cómo lograr que una familia permita a un niño estudiar, cuando lo ven como un trabajador más que ayudará a conseguir sustento para todos? Es una de las varias problemáticas que desafía Semilla para el cambio. Al trabajar con las familias diversas situaciones empiezan a ser evidentes. La pobreza es solo la superficie. Educar sobre la responsabilidad en la sexualidad, respetar el propio cuerpo y el del otro, cuidarse entre esposos, proteger a los niños, desde la alimentación y la salud.

En nuestra corta visita nos invitan a estar con los niños y niñas, están en actividad libre, algunos ilustran el ciclo del agua, en otro grupo es dibujo libre. Me siento entre ellos, coloreo también, sin dar instrucciones, solo estoy presente, hablamos, me enseñan a hacer saludos con las manos, les muestro donde queda Colombia, se asombran, está lejos. Hablamos en inglés. Al final me cuesta decir adiós, me dicen en su inglés que me extrañarán. Yo también.

Es otro lugar común decir que viajar te cambia, pero es cierto. Me tomará todavía un tiempo procesar este recorrido, aún en sueños siento la vertiginosa amalgama de estímulos, como si viajara en un Rickshaw por el mercado.

Pienso desde fuera en Colombia, en nuestras heridas, cicatrices y fisuras. En este tiempo de optimismo que vivimos. Todo lo podremos sanar, si logramos respetarnos y pensar de manera colectiva; aprender a escuchar, también a alzar la voz y por supuesto a dialogar.

India my love, gracias por adherirte como fragante memoria.

1 Palabra en sánscrito que significa amor materno incondicional. www.vatsalya.org
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