Crisis en Unasur: Duro golpe a la integración regional

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Evo Morales, Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Luiz Inacio Lula, los fundadores de Unasur.

Unasur representa un proceso de integración regional democrático, anti hegemónico, alternativo al modelo neoliberal de desarrollo, que se ha venido trabajando durante más de diez años, desde instancias multilaterales creadas por gobiernos progresistas

Alberto Acevedo

La decisión de seis países que integran la Unión de Naciones del Sur, Unasur, de abandonar temporalmente el organismo, alegando una parálisis en su funcionamiento, por no haberse podido nombrar en un año un secretario general, constituye en el fondo un duro golpe a los procesos autóctonos de integración regional surgidos al calor de gobiernos progresistas, en los primeros años del presente siglo.

Unasur representa un proceso de integración regional democrático, anti hegemónico, alternativo al modelo neoliberal de desarrollo, que se ha venido trabajando durante más de diez años, desde instancias multilaterales creadas por gobiernos progresistas, pero con un permanente respeto a la diversidad ideológica de la región.

Los países que anunciaron su marginamiento temporal, son: Colombia, Perú, Paraguay, Brasil, Argentina y Chile, que representan tendencias de derecha neoliberal, plegados al dictado de Washington, que integran todos ellos el llamado ‘Grupo de Lima’, constituido como instrumento franco de intervención en Venezuela, bajo un libreto elaborado por el Comando Sur de los Estados Unidos.

Piedra en el zapato

Ese libreto intervencionista fue puesto en ejecución en la VIII Cumbre de las Américas, reunida en Lima hace dos semanas. Pero la estrategia fracasó, y el conjunto de países de la región no condenaron al gobierno de Maduro, no le iniciaron un antejuicio político por corrupción o violación de derechos humanos como era la aspiración, y tampoco condenaron oficialmente el proceso electoral del 20 de mayo próximo. Los países del Grupo de Lima, hoy disidentes de Unasur, debieron contentarse con suscribir una declaración entre ellos y en contravía del verdadero proceso de integración regional.

Los organismos de integración regional de nuevo tipo, consolidados en la última década, como Unasur, Mercosur, la Celac, el Mercado Común Centroamericano, entre otros, se alzan como obstáculos para los planes de extensión del modelo neoliberal de desarrollo en toda la región, regresar a los tratados de libre comercio, ante el fracaso del ALCA, justamente en una de las conferencias de las Américas, pero ante todo, en su empeño por construir un mecanismo regional de intervención de Venezuela.

Por eso resulta absolutamente deleznable invocar una presunta parálisis, porque no ha habido acuerdo en torno al nombre del nuevo secretario general, sucesor del colombiano Ernesto Samper Pizano. La notificación de los países de la banda del ‘Grupo de Lima’ se produjo unas pocas horas después de que el presidente Evo Morales, de Bolivia, asumiera la presidencia pro témpore de Unasur.

Parálisis deliberada

En el año anterior, ese cargo lo ostentó el presidente de Argentina, Mauricio Macri. Durante doce meses, el gobernante austral no movió un dedo por dinamizar el trabajo de la integración regional: no consultó a los presidentes del grupo, no convocó reuniones de cancilleres, tampoco a elección del secretario general. En ese tiempo no exteriorizaron su disidencia, aunque Macri sí había expresado interés en abandonar el grupo.

Pero no fue hasta cuando Evo Morales tomó en sus manos las riendas del grupo, que los neoliberales expresaron su disidencia. La cancillería boliviana había alcanzado a anunciar consultas con los jefes de gobierno y la intención de convocar a los cancilleres para este mes de mayo. Se conoció que a pesar de tener acéfala la secretaría general, hubo un intenso trabajo de consultas, reuniones y decisiones de las comisiones de Unasur.

Evo Morales había anunciado el relanzamiento de Unasur y la Celac, como espacios creados para fortalecer la integración, mediante proyectos de infraestructura, desarrollo energético y consolidación de ciudadanía suramericana. Se refirió a la necesidad de nombrar con urgencia al secretario general. La realidad es que esta agenda progresista ha chocado con los intereses de la derecha latinoamericana, que pretende privilegiar espacios diferentes como la OEA, la Alianza para el Pacífico y promover nuevos tratados de libre comercio con las potencias occidentales, particularmente con Estados Unidos.

Nunca ha fracasado

El canciller boliviano, Fernando Huanacuni, dijo que Unasur “es una realidad” y “no va a desaparecer”, debido a la cercanía geográfica y a la necesidad de los estados miembros de fomentar sostenidos mecanismos de diálogo a alto nivel. Dijo que los mecanismos internos de Unasur “nunca han fracasado y se han mantenido reuniones multilaterales”. A pesar de la desidia de Macri, el año pasado se realizaron más de 100 encuentros de sus consejos permanentes, que trabajaron en diferentes lineamientos políticos.

El gobierno de Ecuador, por su parte, llamó al diálogo y la unidad en el seno de Unasur. Su ministro de Relaciones Exteriores reiteró “el total apoyo al proceso de integración, cuya vigencia es evidente por el trabajo regular de los consejos, grupos de trabajo y otras instancias, destacando el significativo número de logros alcanzado desde su fundación”.

Queda clara la existencia de al menos dos grandes vertientes de opinión en torno a la integración regional en América Latina. Una, progresista, cuyos primeros pasos se dieron bajo los gobiernos de Hugo Chávez, Evo Morales, Néstor Kirchner, entre otros mandatarios. Otra, responde al intento de retoma del continente por parte de la política imperial norteamericana.

Van por más

Lo que se discute es más de fondo. Es la reinserción internacional de América Latina en un mundo globalizado. La región está en disputa. Detrás de las intrigas de los aliados de Estados Unidos actúa la mano de las grandes transnacionales, que van tras los inmensos recursos naturales, el agua, el gas y el petróleo de la región, particularmente los de Venezuela.

La disputa no es porque no haya un secretario general en el organismo regional. Es un pretexto baladí. El objetivo es desarticular la verdadera integración regional, relanzar a la OEA, instrumento de coloniaje de Washington. El objetivo no es solo la Unasur. Después irán contra la Celac, Caricom, e incluso contra la anémica Mercosur. Desarticular los procesos de integración soberana y sustituirlos por otros, tutelados desde la Casa Blanca. Y para ello, hay que eliminar obstáculos, como la existencia de gobiernos progresistas en Venezuela, Ecuador, Nicaragua y otros territorios del continente.