Crisis educativa es crisis estructural

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Movilización juvenil el pasado 31 de enero en Bogotá. Foto Sophia Martínez.

La calidad de la enseñanza y en general de la educación se han visto afectadas por las medidas para contener el Covid-19. La precaria financiación y las falencias en los métodos de enseñanza, hacen imposible la adaptación a los cambios en la educación promovidos por el Gobierno

Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios – ACEU
@Aceu_Colombia

En ediciones anteriores se ha referenciado ampliamente la situación del sistema educativo colombiano y el papel del movimiento estudiantil en medio de ella; sin embargo, es necesario ver que los alcances de la situación producida por el Covid-19, la caída de los precios del petróleo y la crisis financiera global, también ayudan a develar las profundas debilidades y carencias del sistema educativo, que de manera loable para detener la propagación de la pandemia ha suspendido las clases presenciales, pero ha abierto nuevos inconvenientes, relacionados fundamentalmente con la continuación y finalización adecuada de los procesos educativos.

Estos elementos de la crisis del sistema educativo van más allá de los que el movimiento universitario ya había revelado, pero están claramente relacionados, pues se ha demostrado que la precaria financiación, así como las falencias en los métodos de enseñanza y los contenidos curriculares, conllevan una incapacidad del sistema para adaptarse a un cambio abrupto como el que vivimos hoy, producto de las medidas tomadas en las diferentes universidades e instituciones de educación superior. La profundidad de la enseñanza y en general la calidad de la educación se han visto afectadas.

Lo que desde ya se puede asegurar es que se presentarán nuevos incumplimientos del acuerdo firmado en el 2018 entre el Gobierno nacional y el movimiento universitario, además de recortes para las próximas vigencias en materia de educación superior. Causa curiosidad que el Sistema Universitario Estatal, SUE, no haya solicitado nuevos recursos para atender la crisis producto de la eventual deserción de estudiantes, tal y como lo ubican las universidades privadas que a través de un comunicado solicitan al gobierno inyectar recursos para atender esta crisis, solicitud a la que se unió la red de Instituciones Técnicas y Tecnológicas, ITTU.

La virtualidad como medida contingente

El método principal que se ha propuesto y viene ejecutándose con muchas dificultades ha sido el de la virtualización de las clases. Lo primero que se debe señalar es la diferencia que existe entre la virtualización como un elemento integrante de la propuesta de tercerización de la educación o “modernización” de la misma, y la virtualidad como medida contingente ante la situación generada por el coronavirus. La primera es parte de los debates que debe asumir el movimiento en el próximo periodo; la segunda es la que debe ocupar la atención en este momento.

El principal inconveniente que se demuestra es la precariedad en las formas metodológicas y pedagógicas empleadas en las “clases” virtuales, esto deriva, como ya se había dicho, en una reducción de la calidad que estas deben tener y que tendrían en las clases presenciales. En segundo lugar, y talvez de mayor relevancia por las circunstancias actuales, las garantías y condiciones que tienen para poder desarrollar este tipo de metodologías; por un lado, los precarios servidores que tienen las universidades para poder optar por plataformas propias de las instituciones y, por otro lado, el acceso que las y los estudiantes tienen a equipos de cómputo e internet para poder estar en dichas clases.

Sin lugar a dudas es una medida que atiende a la crisis sanitaria y ayuda con la no propagación del virus, pero también es un hecho que los procesos de profesionalización del estudiantado se ven profundamente afectados.

Bienestar universitario para la crisis

Los problemas generados por la precaria financiación de la educación superior, así como su progresiva privatización, no solo se hacen evidentes en la falta de infraestructura, software y capacitación necesaria para afrontar un cambio contingente en el método de acceso a la educación, también se ven en el bienestar universitario, que hoy es más necesario que nunca.

En múltiples universidades, los de por sí ya frágiles servicios de salud, alimentación universitaria y residencias, han sido suspendidos de manera indefinida, dejando sin el acceso a estos derechos fundamentales a miles de estudiantes, muchos de los cuales dependen exclusivamente de ellos para afrontar estas medidas y en no pocos casos para sobrevivir.

Precarización laboral docente

Otra arista de esta crisis de financiamiento que hoy se acentúa es la relacionada con el modelo de contratación laboral de profesores. Como es sabido, los profesores ocasionales y de hora cátedra no tienen una estabilidad salarial ni contractual.

El mantenimiento de las clases por una vía virtual ha garantizado que estos puedan seguir ejerciendo su labor y por lo tanto percibiendo un pago, pero esto no ocurre con la totalidad de maestros. Muchos de ellos, cuya labor está directamente relacionada con materias prácticas, laboratorios, etc., han visto suspendidos sus contratos.

Atención integral en la actual crisis

Hay que hacer un llamado al Gobierno a suspender todos los pagos de mensualidades de todo tipo de crédito, y en el caso particular de estudiantes, las cuotas e interés de usuarios del Icetex a aquellos jóvenes que tuvieron que endeudarse para poder acceder a la educación superior, incluidos los estudiantes que fueron inscritos en el programa Ser Pilo Paga. La crisis debe ser atendida de manera integral, salvaguardar la vida también es dar todas las condiciones a las familias más pobres para atender las medidas de aislamiento preventivo.

La virtualidad en la enseñanza como medida contingente, no puede reemplazar los ciclos educativos, pueden ser utilizados como una medida para dictar cursos y/o temáticas complementarias en la idea de mantener el vínculo laboral de todo el personal docente y estos no se vean afectados. Esta propuesta está sustentada en el artículo 15 del decreto 491 del 2020, donde se expresa que la declaración del Estado de Emergencia no puede ser causa del no pago de honorarios o salarios a los servidores públicos, incluidos los profesores ocasionales o de hora cátedra; además en su parágrafo expresa que, si por algún motivo no se puede llevar a cabo la modalidad de trabajo desde casa, estas serán reemplazadas con actividades similares.

La crisis educativa ocasionada por el Covid-19 hace parte de una crisis de carácter estructural; por lo tanto, atender la primera no debe desviar la atención de la segunda, pues el develamiento de las contradicciones del modelo educativo será de vital importancia para seguir en la lucha por una mejor educación en Colombia.

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