José Ramón Llanos
Una vez más se cumple la máxima: La historia se repite una vez como tragedia y otra como comedia. Esta vez tuvo un ingrediente más, fue tragicómica. La tragedia la ponía el pueblo venezolano, el libreto lo escribieron y diseñaron los Estados Unidos y lo ejecutaron la OEA y el Grupo de Lima, liderado por él dos veces títere Iván Duque, Sebastián Piñera y Luis Almagro, que con el pretexto de llevar una ayuda humanitaria, desde el territorio colombiano, estimularon y consintieron la “tropa” armada de cócteles molotov y piedras que intentó violar el territorio de Venezuela.
Los videos y fotos de los medios presentaron las acciones del asalto al territorio de Venezuela. El mundo entero vio los repetidos asaltos violatorios de la frontera de un país soberano, vieron los preparativos de los agentes del Grupo de Lima, como se pavoneaban ante las cámaras un poco antes de iniciarse el asalto violatorio del territorio de un país soberano.
Otro aspecto de la tragedia, que contiene un elemento antiético y una pésima lección para los estudiantes de periodismo, loa constituye el episodio de antiperiodismo que dieron las cadenas RCN, Caracol, y demás medios al convertirse en propagandistas justificadores de la violación de dos principios del derecho internacional: el principio de la autodeterminación de los pueblos y el de la no intervención en los asuntos internos de un Estado. Esta última norma del derecho internacional, hace parte de la Resolución 1514 de la ONU, no contienen ninguna salvedad de su obligatorio cumplimiento por parte de todos los Estados miembros de ese organismo. Sin embargo, ninguna de las cadenas radiales y televisivas colombianas, nunca mencionaron el hecho que se estaban violando esos principios en los desafueros que estaban narrando.
Para colmo de males, todos los medios que cubrían la acción bélica contra Venezuela mintieron al atribuirle a la guardia venezolana el incendió de los camiones en el puente internacional. ¿Qué sucedió? Que accidentalmente los lanzadores de bombas molotov, incendiaron esos camiones. Pero inmediatamente los medios, corifeos del Gobierno de Trump y del Grupo de Lima, propalaron la mentira: El gobierno de Maduro incendió la ayuda humanitaria. ¡Qué bastardía!
El presidente Iván esta irresponsablemente jugando, no con fuego, sino con el infierno, ya que está totalmente sometido al trío genocida de Mike Pompeo, John Bolton y Elliott Abrams, los dos primeros causantes de los miles de muertos producto de los bombardeos a Irak. Abram financió con dineros del narcotráfico las bandas de contras que asesinaron ciudadanos nicaragüenses en los años setenta. Además es un delincuente condenado por el Irangate.
Olvida el presidente que quienes siembran vientos, recogen tempestades. Señor presidente, sea sensato no incendie Venezuela, porque seremos arrasados por el fuego.