miércoles, noviembre 12, 2025
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China: bases para un plan de desarrollo a cinco años

El nuevo programa llega en un momento de crecientes desafíos e incertidumbre para China, incluidas restricciones extranjeras de acceso a últimas tecnologías y altos aranceles impuestos a sus exportaciones a Estados Unidos

Ricardo Arenales

En una intervención memorable ante una sesión del pleno del Comité Central del Partido Comunista de China, el pasado lunes 20 de octubre, el presidente de esa nación asiática y jefe político del partido, Xi Jinping, esbozó las propuestas principales para un nuevo plan de desarrollo a cinco años, bajo la consigna “Nueva era, y nuevo viaje”.

En el lenguaje partidario se trata de la formulación de un plan quinquenal (2026-2030), para el desarrollo económico y social del país. En esta ocasión será el plan de desarrollo número XV, una práctica usual entre los comunistas chinos. La novedad es que la estrategia se formula en momentos en que se dan grandes transformaciones sociales, no solo al interior del gigante asiático, sino en lo relativo a su liderazgo global.

Esa ‘nueva era’ que proclama el presidente Xi tiene particularidades como que el país se vio inmerso en una guerra comercial por cuenta de los aranceles del presidente Trump en los Estados Unidos. Pero también de una política de guerra demencial, que no solo provoca incendios en Medio Oriente, Ucrania y América Latina, por mencionar los más sonados, sino que las relaciones de la potencia americana con China se someten a constantes altibajos.

Agricultura y medio ambiente

Mientras el mundo unipolar se desploma, se abre paso un modelo multipolar, del que son actores, los BRICS, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, Asean, la Organización de Cooperación de Shanghái, el Foro de Cooperación Asia Pacífico, APEC, y la Asociación del Asia Meridional para la Cooperación Regional, SAARC, todos organismos multilaterales de cooperación, en los que China juega un papel cada vez más preponderante.

De acuerdo con la agencia Xinhua, este nuevo plan es importante, además, porque sentará los principios del desarrollo económico y social; implica consolidar una renta por habitante equivalente a un país de desarrollo medio, con nueva industria, digitalización, más urbanización y una agricultura moderna, entre otras iniciativas. En cuanto al medio ambiente, China también planea reducir las emisiones de efecto invernadero hasta 2030.

“China transita desde un estadio de desarrollo industrial, caracterizado por inversiones masivas, exportaciones con bajo valor añadido y contaminación medioambiental, hacia otro modelo avanzado de economía desarrollada”, señaló a Xinhua, Alberto Lebrón, doctor en Economía Política por la Universidad de Pekín.

Xi Jinping dijo que, frente a los grandes cambios en el mundo “nunca vistos” en un siglo y al panorama estratégico general de gran rejuvenecimiento de la nación china, deben adherirse a un concepto sistemático y abrir nuevas perspectivas para el desarrollo a través de esfuerzos coordinados.

Desafíos crecientes

“Debemos concentrarnos estrechamente en las tareas centrales del Partido en la nueva era y el nuevo viaje, planificar e implementar los objetivos, tareas y medidas estratégicas para el XV Plan Quinquenal y asegurar un progreso decisivo en el logro básico de la modernización socialista”, puntualizó el gobernante.

La presentación del nuevo programa que, según analistas, irá en la misma línea con los anteriores, llega en un momento de crecientes desafíos e incertidumbre para China, incluidas restricciones extranjeras de acceso a últimas tecnologías y altos aranceles impuestos a sus exportaciones a Estados Unidos.

Una visión interesante de esta estrategia la ofrece el analista Xulio Ríos, quien asegura que “cuando Xi Jinping habla de las ‘soluciones chinas’ a los problemas globales, se refiere a una narrativa político-estratégica que busca proyectar a China no solo como una potencia económica, sino como un actor normativo y de ideas en la gobernanza internacional”.

Respeto a la soberanía nacional

“En términos generales -puntualiza Ríos-, pretende ofrecer alternativas al modelo occidental, es decir, frente a las recetas liberales impulsadas por Estados Unidos y Europa, China se presenta como un país capaz de aportar otro camino de modernización, basado en la planificación estatal, la soberanía nacional, el respeto a las diferencias culturales y un fuerte énfasis en el desarrollo económico como motor de estabilidad política. Otra vez, el mensaje es: “no hay una única vía válida; China tiene la suya, y puede ser útil para otros”.

Con esta perspectiva, China busca reforzar alianzas con el Sur Global, especialmente en América Latina, Asia y África, presentándose como un socio y no como una potencia colonialista. Una respuesta que define como de alcance histórico que busca poner fin a siglos de dominación externa y afirmar la soberanía. La potencia asiática vincula las “soluciones chinas” a un orden mundial más equilibrado, multipolar, donde los países en desarrollo tengan mayor voz.

Esa puja por construir un nuevo orden global más equitativo y democrático, está salpicada por altibajos en las relaciones con las grandes potencias occidentales. Estados Unidos anuncia la imposición de aranceles del 100 por ciento a las exportaciones de sus productos a China. Pekín responde con un golpe demoledor, que pone en jaque el poderío militar de Estados Unidos, al suspender el suministro de tierras raras a Washington.

Superar al maestro

De acuerdo al análisis de Xulio Ríos, “durante décadas, Estados Unidos se ha comportado como el árbitro tramposo del comercio global. Predicó que los mercados debían ser abiertos, siempre y cuando los que abrieran fueran los de los demás. Cuando China entró a la Organización Mundial del Comercio en 2001 y comenzó a crecer a un ritmo que ni los manuales neoliberales preveían, Washington creyó que la ‘mano invisible’ la convertiría en otra colonia financiera obediente.

“Pero la historia dio un giro inconveniente: Pekín no solo no se desindustrializó, sino que se convirtió en la fábrica del planeta, modernizó su base tecnológica y comenzó a disputar sectores estratégicos como telecomunicaciones, baterías, inteligencia artificial y logística global. Y ahí se acabó el amor: el ‘libre mercado’ dejó de ser útil cuando el alumno empezó a superar al maestro”.

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