José Ramón Llanos
La Plaza de Bolívar repleta de manifestantes, jóvenes de mediana edad, ancianos, mujeres, indígenas y afrodescendientes. Miembros de acciones comunales, sindicalistas, intelectuales, y aun personas independientes, que nunca antes habían participado en protestas públicas, es el hecho político más esperanzador de los últimos años. Claro que estas manifestaciones de miles de indignados protestantes son consecuencias de un gran catalizador social del inmediato pasado, la Marcha Patriótica que colmó de campesinos no sólo la Plaza de Bolívar, sino todas las calles aledañas.
Es tan grande el número de manifestantes y tal su dinámica participación que produjeron un hecho mediático insólito: Caracol, RCN, Blu Radio, el periódico El Tiempo y otros medios que frente a hechos políticos de este tipo suelen ocultar o mentir, esta vez se vieron obligados a destacar las manifestaciones. Claro, con su tufillo manipulador. Incluso ya algunos gacetilleros aviesamente preguntan: “¿Y quién financia las movilizaciones? ¿A qué hora trabaja el alcalde?” Menos mal que ya no pueden acudir a la manida fórmula anticomunista de antaño: “Ahí se ve el oro de Moscú”.
En verdad lo que realmente se ve es la reacción popular frente a las repetidas agresiones de un vejestorio conservador, de mentalidad medieval y permanente impugnador de las acciones modernizantes y democráticas de los sectores más progresistas del país. Ya el pueblo perdió la paciencia ante tantas agresiones y decidió expresarse masiva y radicalmente: “Nosotros votamos por Petro. Por eso no se va”. Debemos recordar: Vox populi, vox Dei.
Esta vez el atropello del procurador Ordóñez le salió dolorosamente mal. Trató de aniquilar políticamente a Gustavo Petro y lo que logró fue catapultarlo a elevados niveles de popularidad y de liderazgo político. Si el funcionario arbitrario mantiene su decisión de defenestrar al alcalde, incurrirá en su máxima torpeza: convertirá a Gustavo Petro en el gran elector de la contienda parlamentaria del 9 de mayo.
Si Petro se pone la camiseta de los Verdes, asume como jefe de debate de su partido político, fortalecido con el reciente apoyo de sectores de izquierda. El alcalde se convierte en el Midas de las elecciones venideras. El Partido Verde verá incrementada su votación y aumentará su bancada en el parlamento.
Mi memoria no registra una acción política tan descabellada en la historia reciente de Colombia como la sanción del procurador Ordóñez al alcalde mayor de Bogotá. Le resultó altamente lesiva de su prestigio personal y compromete negativamente la imagen del Partido Conservador. Es tan beneficiosa la alcaldada del procurador para los sectores de izquierda y los Verdes, que deberíamos exclamar: ¡Gracias, Ordóñez, el Señor esté contigo, santo varón!
